Capítulo 8: Ciclones tropicales

Índice

8.0 Descripción general

imagen satelital de un huracán, una tormenta tropical y una depresión tropical

Este capítulo describe los ciclones tropicales, la historia de las convenciones que seguimos para darles nombre, la variabilidad y los controles estacionales y geográficos, y los ciclos decenales. Examinaremos las soluciones de núcleo y balance para las regiones del ciclón. Estudiaremos a fondo su génesis. Describiremos las escalas de intensidad y técnicas de interpretación satelital. Examinaremos los vínculos entre la dinámica del núcleo central y los cambios de intensidad. Consideraremos los límites en la intensidad. Describiremos los factores que afectan el movimiento. Explicaremos la transición a las regiones extratropicales en términos de cambios estructurales, mecanismos previos e impacto sobre las zonas de latitudes más altas. La sección final describirá los impactos sociales.

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8.0 Descripción general »
Objetivos de aprendizaje

Al final de este capítulo, debería comprender y ser capaz de:

  • describir la climatología global de los ciclones tropicales (dónde y cuándo se forman, dónde se forman más, dónde se forman menos, dónde no se forma ninguno);
  • identificar las estructuras particulares de los ciclones tropicales (ojo, pared del ojo, bandas espirales, corriente entrante en la superficie, corriente saliente en altura);
  • identificar las estructuras del núcleo interno, como los vórtices de la pared del ojo;
  • describir los ingredientes necesarios para la formación o génesis de los ciclones tropicales (incluida la formación en regiones subtropicales);
  • definir las etapas del ciclo de vida de los ciclones tropicales (onda, depresión, tormenta tropical, ciclón tropical, ciclón tropical severo, disipación);
  • describir los factores clave de la tormenta y del entorno que influyen en el cambio de intensidad;
  • emplear recursos de teledetección satelital para describir los cambios de intensidad en los ciclones tropicales;
  • describir los vínculos entre la dinámica del núcleo interno y los cambios en la estructura e intensidad de los ciclones tropicales;
  • describir los mecanismos que afectan el movimiento de los ciclones tropicales, desde la onda tropical precursora hasta que la tormenta toque tierra en una región continental de latitudes medias;
  • describir varios mecanismos que conducen a la transición extratropical;
  • describir los riesgos asociados a los ciclones tropicales, especialmente al tocar tierra (marejada ciclónica, lluvias fuertes e inundaciones, vientos intensos, tornados, olas oceánicas), y comprender los mecanismos básicos de cada tipo de riesgo.

Las secciones siguientes contienen material muy teórico; es recomendable tener conocimientos de meteorología dinámica:

  • Sección 8.2.3
  • Sección especial 8-6
  • Sección 8.7.1

8.1 Distribución y observación mundial de los ciclones tropicales

Los ciclones tropicales influido en el curso de la historia, frustrando los intentos de Kublai Khan por invadir el Japón en 12661,2 y cambiando el curso de los primeros asentamientos europeos3 en América del Norte. En el siglo XX hemos sido testigos de la fuerza devastadora de los ciclones tropicales en todos los continentes que abarcan las regiones tropicales: los nombres Tracy (Australia), Bhola (Bangladesh) y Mitch y Katrina (Caribe, México, América Central y Estados Unidos) evocan recuerdos trágicos a millones de personas en todo el mundo.

Distribución mundial de las trayectorias de los ciclones tropicales de 1851 a 2006
Fig. 8.1. Distribución mundial de las trayectorias de ciclones tropicales observadas entre 1851-2006 (acorde a la disponibilidad de datos).

La figura 8.1 ilustra algunos aspectos clave de la distribución mundial de los ciclones tropicales:

  • Los ciclones tropicales no se forman muy cerca del ecuador y nunca cruzan el ecuador.
  • El Pacífico noroccidental es la región de ciclones tropicales más activa. También es la región donde ocurre el mayor número de ciclones tropicales intensos (trayectorias en tonos de naranja a rojo).
  • En el Pacífico noroccidental y el Atlántico Norte, las trayectorias de los ciclones tropicales pueden extenderse hasta latitudes muy altas. Por lo general, las tormentas que siguen estas trayectorias tan largas pasan por la transición extratropical.
  • El océano Índico Norte (golfo de Bengala y mar Arábigo) está delimitado por tierra firme en el norte y el Pacífico nororiental está delimitado por regiones de agua fría en el norte. Estas características ambientales limitan la duración de las tormentas en estas regiones.
  • El golfo de Bengala produce cinco veces el número de ciclones tropicales que el mar Arábigo. La combinación de cordilleras altas con planicies costeras y deltas fluviales bajos en el golfo de Bengala crea una región muy vulnerable a los ciclones tropicales. Es más, los dos ciclones tropicales más devastadores de los que tenemos constancia ocurrieron en esta región (sección especial 8-10sección especial 8-1).
  • Los ciclones tropicales del hemisferio sur suelen ser más débiles que los que se forman en las cuencas del Pacífico Norte y del Atlántico.
  • La extensión del chorro subtropical hasta las latitudes tropicales en el hemisferio sur produce el efecto de limitar las trayectorias de los ciclones tropicales. Aun así, algunos ciclones tropicales del hemisferio sur experimentan la transición extratropical.
  • Pese a ser raros, pueden producirse sistemas que se parecen a ciclones tropicales en el Atlántico Sur y junto a las costas subtropicales orientales de Australia y África del sur.

El desarrollo de los ciclones tropicales se vigila en casi todos los países que pueden verse afectados por dichos sistemas. Como los ciclones tropicales no respetan fronteras políticas, la OMM ha asignado las responsabilidades de pronóstico a nivel regional a determinados centros de predicción oficiales. Aunque la OMM emplea una definición estándar de la intensidad de los ciclones tropicales (velocidad media del viento en 10 minutos a una altura de 10 metros), muchos países han desarrollado su propio sistema para medir la intensidad. Es más, como los términos y las designaciones de intensidad empleados para los ciclones tropicales en diferentes regiones del mundo tienen raíces históricas, dichas variaciones regionales pueden crear confusión en nuestras discusiones de los ciclones tropicales. Por tanto, comenzaremos nuestro análisis de los ciclones tropicales considerando primero un caso de estudio centrado en un ciclón tropical típico y después algunos aspectos regionales bastante prosaicos de la observación de los ciclones tropicales, incluida la observación accidental por aeronave que se describe en la sección especial 8-5. Este material constituirá el marco de referencia para un estudio profundo de los ciclones tropicales en todo el mundo.

8.1 Distribución y observación mundial de los ciclones tropicales »
Sección especial 8-1 Ciclón tropical Ingrid, 3 al 16 de marzo de 2005

Durante los 10 días que existió como un ciclón tropical, Ingrid (2005) permaneció muy cerca de la costa al norte de Australia (fig. 8SE1.1) y los efectos de ciclón tropical de categoría 4 o 5 (categorías de intensidad australianas, sección especial 8-2) se sintieron en muchos centros poblados del Territorio del Norte y de los estados de Queensland y Australia Occidental.

Trayectoria de IngridTrayectoria de la tormenta tropical TC (2005) con la intensidad marcada con colores.
Fig. 8SE1.1. (a) imagen satelital del ciclón tropical Ingrid que se acerca a la península de Cabo York. En ese momento se estimaba que Ingrid generaba ráfagas máximas de 75 m s−1 (145 nudos). (b) la trayectoria con indicación de las etapas de intensidad en color.

El 3 de marzo de 2005 se formó una depresión tropical en la región oriental del mar de Arafura, bajo condiciones de escasa cizalladura vertical y temperaturas de superficie del mar anormalmente cálidas. El sistema recibió el nombre de ciclón tropical Ingrid el 6 de marzo. El ciclón tropical Ingrid siguió desarrollándose: el 8 de marzo había alcanzado la intensidad de categoría 5 y era un ciclón tropical de categoría 4 cuando tocó tierra en Cabo York casi a las 0600 UTC del 10 de marzo. Ingrid se debilitó al pasar sobre la península y era un ciclón tropical de categoría 1 cuando alcanzó el golfo de Carpentaria en las últimas horas del 10 de marzo.

Ingrid bordeó el norte del Territorio del Norte el 12 y el 13 de marzo, donde azotó muchas comunidades costeras. Ingrid recuperó la intensidad de categoría 5 a las 2330 UTC del 14 de marzo. Aunque después de tocar tierra cerca de Kalumburu, en Australia occidental, Ingrid se debilitó muy rápidamente, siguió manifestándose como un intenso episodio de lluvia (en Wyndham se registraron 272 mm de lluvia en 48 horas).

8.1 Distribución y observación mundial de los ciclones tropicales »
8.1.1 Convenciones de asignación de nombre y clasificaciones de intensidad de los ciclones tropicales

El impacto de los ciclones tropicales en la conciencia de las poblaciones indígenas de las regiones afectadas por dichas tormentas antecede a las convenciones de asignación de nombre actualmente en uso Podemos usar el término genérico ciclón tropical para designar las tormentas tropicales de cualquier parte del mundo cuyos vientos alcanzan velocidades máximas por encima de 17 m s−1 (ya sea la media de 1 minuto, la media de 10 minutos o la velocidad de las ráfagas de viento, según la convención en uso en la región particular). La voz inglesa cyclone (ciclón) se empleó por primera vez en 18484 para referirse a las tormentas giratorias. Según el Diccionario de la Real Academia Española (http://www.rae.es/recursos/diccionarios/drae) la palabra tifón «proviene del portugués tufão, y este del árabe clásico tufan, inundación, influenciado por el latín typhon, torbellino, del griego τυφών », que significa «serpiente enroscada». En el Pacífico noroccidental, las más intensas de estas tormentas (velocidad máxima del viento superior a 33 m s−1) reciben el nombre tifón.4 Aunque el origen de la voz tifón sigue siendo objeto de debate (quizás provenga del griego, del chino o del árabe), el primer lugar donde se usó corrientemente fue el Japón.4 En el Caribe (y en tiempos más recientes en el Pacífico oriental), las más intensas de estas tormentas se conocen también como huracanes, término derivado del nombre el dios del mal de la mitología indígena caribeña, Juracán. Encontrará un resumen completo de las convenciones de asignación de categoría según el rango de intensidad correspondiente a cada cuenca oceánica en la sección especial 8-2.

Si bien la variedad de denominaciones empleadas para los ciclones tropicales resulta un poco confusa, hay que recordar que refleja la cultura e historia local en relación con estos sistemas atmosféricos importantes. Además, existe otro problema con la clasificación de estas tormentas: ¡se emplean períodos de promedio diferentes para calcular la velocidad máxima del viento en distintas partes del mundo! Lo convenido por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) para registrar la velocidad máxima del viento consiste en medir la velocidad media del viento en la superficie en 10 minutos; no obstante, en Estados Unidos solo se calcula la media de 1 minuto con las mediciones de velocidad del viento de los instrumentos de superficie. Como resultado de esta diferencia, es común que se asignen dos intensidades muy distintas a las tormentas del Pacífico noroccidental, según hayan sido determinadas por una de las agencias meteorológicas nacionales en la región (fig. 8.3) o por el Centro Conjunto de Alerta de Tifones (Joint Typhoon Warning Center, JTWC) de la Armada de EE.UU. en Pearl Harbor.

No siempre contamos con datos de observación después del paso de un ciclón tropical. Es posible que no haya instrumentos en la trayectoria de la tormenta, y a veces el viento o el agua se los lleva. Por eso a finales de la década de 1960 Herb Saffir y Robert Simpson5,6 concibieron un sistema de clasificación que sirviera de referencia para relacionar los daños observados tras un ciclón tropical del Atlántico Norte con los vientos máximos en la superficie o la presión mínima en la superficie (dos medidas de la intensidad de los ciclones tropicales) y la marejada ciclónica en las zonas costeras vulnerables. El sistema de clasificación llegó a conocerse como la escala Saffir-Simpson y se ha transformado en la forma más conveniente de describir la potencia arrasadora que podemos esperar de los ciclones tropicales en todo el mundo. El Centro Nacional de Huracanes (National Hurricane Center, NHC) de los EE.UU. actualizó la escala Saffir–Simpson a comienzos del año 2010.a La actualización de 2010 eliminó tanto la presión central como la marejada ciclónica de los criterios de la escala Saffir–Simpson. En marzo de 2012 se modificaron los rangos de velocidad del viento correspondientes a las categories 3 a 5 para solucionar un problema de redondeo relacionado con la conversión de unidades. Con el intervalo anterior, los vientos de 115 nudos de un huracán de categoría 4 se redondeaban a 130 millas por hora, lo cual, en millas, realmente correspondía a una tormenta de categoría 3. Con la adopción del rango nuevo, las categorías coinciden en todas las unidades.

Enlace externo Animación de los daños que sufren una casa típica y su vecindad a medida que aumenta la intensidad:
Icono de daños del viento

Viento
Icono de daños de la marejada

Marejada ciclónica
y viento

La idea de asignar nombres individuales a los ciclones tropicales surgió por vez primera a fines del siglo XIX, cuando el meteorólogo australiano Clement Wragge7,8 comenzó a usar las letras del alfabeto griego y los nombres de los políticos que no le gustaban. Más tarde se utilizaron los nombres correspondiente al alfabeto militar. En la década de 1960, la OMM intervino y estableció una convención de asignación de nombres relevantes a nivel regional a los ciclones tropicales de las diversas cuencas oceánicas. Aunque las primeras listas solo incluían nombres de mujeres, para la década de 1970 se habían ampliado para incluir nombre masculinos, así como para abarcar los idiomas de todos los países que se ven afectados por dichas tormentas. En el Pacífico noroccidental ya no se utilizan nombres de personas, ahí los nombres de las tormentas se asignan a partir de una lista de palabras genéricas.

Cuando un ciclón tropical se desplaza de una región a otra, se le suele cambiar el nombre con el próximo nombre de la lista de la región a la cual se dirige. Esto significa que en algunos pocos casos la misma tormenta recibe dos nombres, según dónde se encuentre en su trayectoria (fig. 8.2).

Trayectoria del huracán Joan, que al pasar del Atlántico al Pacífico recibió el nombre de tormenta tropical Miriam.
Fig. 8.2. Trayectoria del huracán Joan (tormenta núm. 11) que se debilitó al cruzar América Central. Después de salir en el Pacífico nororiental, volvió a intensificarse y se le asignó otro nombre, Miriam.

a Antes de 1990, en lugar de la velocidad del viento se utilizaba la presión central, porque no se contaba con mediciones rutinarias de la velocidad del viento obtenidas por los aviones de reconocimiento. Además, se ha demostrado que la escala de marejada ciclónica no es válida, ya que esta puede verse alterada por otros parámetros, como el tamaño de la tormenta y la batimetría local.

8.1 Distribución y observación mundial de los ciclones tropicales »
Sección especial 8-2 Clasificación de la intensidad de los ciclones tropicales en distintas partes del mundo

Esta sección ofrece un resumen de los esquemas de clasificación de los ciclones tropicales empleados en distintas regiones. Cuando se incluye una indicación de los daños relacionados, se refiere a los daños que podemos esperar en la zona de vientos máximos. Los daños varían de un lugar a otro según (1) la distancia de la zona de vientos máximos, (2) la medida en que el lugar está expuesto (es decir, si está o no está protegido), (3) los estándares de construcción, (4) el tipo de vegetación, y (5) la inundaciones y la acción de las olas resultantes. Los efectos de la marejada ciclónica, la marea o la acción de las olas no se incluyen de forma explícita en ninguna de estas tablas.

Atlántico Norte y Pacífico nororiental: escala Saffir-Simpson

El propósito original de la escala Saffir-Simpson consistía en relacionar los daños observados con las características del viento, la presión y la marejada ciclónica que podían provocarlos. En la primera tabla, las categorías de huracán están relacionadas con los vientos máximos sostenidos (promedio de 1 minuto medido a 10 metros de altura sobre el suelo) y la presión central mínima. La categoría de los huracanes se determina según la velocidad máxima del viento.

Tabla 8-2.1. La escala Saffir-Simpson Las tormentas de categoría 3 a 5 se denominan huracanes mayores
Categoría de huracanes
de la escala Saffir-Simpson
Velocidad máxima sostenida del viento
(Vmáx; promedio de 1 minuto)b
Nivel de daños
anticipado
  m s−1 km h−1 millas h−1  
1 33–42 119–153 74–95 Mínimos
2 43–49 154–177 96–110 Moderados
3 50–58 178–208 111–129 Extensos
4 59–69 209–251 130–156 Extremos
5 >70 >252 >157 Catastróficos

Región australiana: rangos de velocidad de las ráfagas de viento para los ciclones tropicales

En la región australiana se ha adoptado una escala para clasificar los ciclones tropicales que relaciona la velocidad de las ráfagas de viento máximas (3 a 5 segundos, a 10 metros de altura) con los daños anticipados en la zona de vientos máximos. Como sucede con la escala Saffir-Simpson, los ciclones tropicales más débiles son de categoría 1, y los ciclones tropicales más intensos posibles son de categoría 5.

Tabla 8-2.2. Categorías de ciclones tropicales basadas en la velocidad de las ráfagas de viento empleadas en la región australiana. Las tormentas de categoría 2 o superior se denominan ciclones tropicales severos.
Cat. Rango de ráfagas más fuertes Descripción resumida de los daños típicos anticipados
(km h−1) (m s−1)
1 <125 <34
Daños insignificantes en las casas. Daños en algunos cultivos, árboles y casas móviles.
2 125–170 34–47
Daños menores en las casas. Daños considerables en árboles y casas móviles. Daños fuertes en algunos cultivos. Peligro de apagones.
3 170–225 47–63
Algunos daños estructurales y en los techos. Destrucción de algunas casas móviles. Apagones muy probables.
4 225–280 63–78
Pérdida considerable de techos y daños estructurales. Muchas casas móviles son destruidas o arrasadas por el viento. Peligro de escombros llevados por el viento. Apagones generalizados.
5 >280 >78
Extremadamente peligroso con destrucción generalizada.

Intensidad de los ciclones tropicales en el Pacífico noroccidental y el océano Índico

La escala de intensidad de ciclones tropicales empleada en estas tres últimas cuencas se basa en la velocidad máxima sostenida del viento (media de 10 minutos) en la superficie (a 10 metros de altura). Si bien en estas cuencas se emplean los mismos rangos de velocidad del viento, las convenciones de asignación de nombre son diferentes.

Tabla 8-2.3. Categorías empleadas en los océanos Pacífico noroccidental e Índico
Rango de viento
promedio en 10 min

(km h−1
)
Rango de viento
promedio en 10 min

(m s−1
)
Categorías por región
Pacífico
Norte
occidental
Índico
Norte
Índico
Sur
60–119 17–33 Tormenta
tropical
Tormenta
tropical
Tormenta
tropical
120–227 47–63 Tifón Tormenta ciclónica severa Ciclón
tropical
> 227 >63 Supertifón Ciclón tropical severo

b Use la siguientes conversiones para las unidades de velocidad del viento:
          1 m s−1 = 3,6 km h−1, 1,94 nudos y 2,237 millas h−1.

8.1 Distribución y observación mundial de los ciclones tropicales »
8.1.2 ¿Quién es responsable de observar y avisar de la amenaza de un ciclón tropical?

Hay seis Centros Meteorológicos Regionales Especializados (CMRE) y cinco Centros de Alerta de Ciclones Tropicales (CACT) en el mundo. Dichos centros fueron designados como centros regionales de alerta para los ciclones tropicales y las depresiones tropicales. Juntos, estos centros cubren todas las regiones tropicales del globo que se ven afectadas por los ciclones tropicales. Encontrará una lista de los CMRE y CACT, así como los enlaces a la página web de cada centro, en la tabla 8.1. Tenga presente que aunque el Centro Conjunto de Alerta de Tifones (Joint Typhoon Warning Center, JTWC) de la Armada y la Fuerza Aérea de EE.UU. no es un centro de alerta designado, sus pronósticos y datos de archivo también se utilizan ampliamente. Existen otros centros que, pese a no ser centros designados, producen pronósticos a nivel local, como es el caso del Observatorio de Hong Kong, el Servicio Meteorológico de Shanghai y la Agencia Meteorológica Coreana.

Corresponde a los centros CMRE y CACT generar avisos y boletines con información meteorológica básica actualizada de nivel primario sobre todos los ciclones tropicales para sus respectivas regiones. La información meteorológica básica de nivel primario incluye observaciones y pronósticos de trayectoria e intensidad, pero también puede incluir una discusión detallada de los motivos que justifican el pronóstico y otra información disponible en el centro (por ejemplo: datos satelitales, salida de los modelos de predicción numérica). Tanto estos como los centros nacionales antes mencionados preparan también archivos completos de los pronósticos de mejor trayectoria para los ciclones tropicales en su zona de alerta.

Regiones de la OMM e instituciones con responsabilidad de predicción de ciclones tropicales.
Fig. 8.3. Estos centros fueron designados como centros regionales de alerta para los ciclones tropicales y las depresiones tropicales. La figura proviene de http://www.wmo.ch/pages/prog/www/tcp/Advisories-RSMCs.html.
Tabla 8.1. Lista de los Centros Meteorológicos Regionales Especializados (CMRE) y seis Centros de Alerta de Ciclones Tropicales (CACT) mundiales de la OMM
Centros Meteorológicos Regionales Especializados (CMRE) en ciclones tropicales
CMRE Miami, Centro de huracanes
Centro Nacional de Huracanes (CNH) de NOAA/NWS (EE.UU.)
Caribe, golfo de México, Atlántico Norte y Pacífico nororiental
http://www.nhc.noaa.gov/index.shtml
CMRE Tokio, Centro de tifones
Agencia Meteorológica de Japón
Océano Pacífico noroccidental y mar de China Sur
http://www.jma.go.jp/en/typh/
CMRE Nueva Delhi, ciclones tropicales
Departamento Meteorológico de la India
Golfo de Bengala y mar Arábigo
http://www.imd.gov.in
CMRE La Reunión, Centro de ciclones tropicales
Météo-France
CMRE Nadi, Centro de ciclones tropicales
Servicio Meteorológico de Fiyi
Océano Pacífico Sudoccidental
http://www.met.gov.fj
CMRE Honolulu, Centro de huracanes
NOAA/NWS, EE.UU.
Norte del océano Pacífico central
http://www.prh.noaa.gov/hnl/cphc/
Centros de Alerta de Ciclones Tropicales (CACT) con responsabilidad regional
CACT-Perth
Oficina Australiana de Meteorología
Océano Índico sudoriental
http://www.bom.gov.au/weather/wa/cyclone/
CACT-Darwin
Oficina Australiana de Meteorología
Mar de Arafura y golfo de Carpentaria
http://www.bom.gov.au/weather/cyclone/
CACT-Brisbane
Oficina Australiana de Meteorología
CACT-Wellington
Servicio Meteorológico de Nueva Zelanda, Ltd.
CACT-Jakarta
Badan Meteorologi i Geofisika

8.2 Estructura tridimensional y balances de flujo

Un ciclón tropical es un sistema de baja presión no frontal de núcleo cálido que se forma sobre el océano y presenta una clara circulación superficial organizada.9

Antes de continuar, conviene examinar en detalle la estructura de un ciclón tropical típico con el fin de comprender cabalmente esta definición. Veremos primero las características fundamentales del sistema, y luego nos concentraremos en los detalles del ojo de la tormenta. A continuación consideraremos algunas descripciones de flujo balanceado para ver cómo pueden ayudarnos a delinear las diferentes regiones de la tormenta y, finalmente, repasaremos brevemente los cambios en la estructura de la tormenta asociados con su llegada a tierra.

8.2 Estructura tridimensional y balances de flujo »
8.2.1 Elementos estructurales clave de los ciclones tropicales maduros

Todos los ciclones tropicales comparten algunos elementos estructurales. Todas las depresiones tropicales y las tormentas tropicales presentan (i) un flujo entrante en la capa límite, (ii) una pared alrededor del ojo, (iii) una capa de cirros, (iv) bandas de lluvia y (v) un flujo saliente en la troposfera superior (fig. 8.4). A medida que estas tormentas se intensifican, desde los satélites es posible discernir el (vi) ojo central (fig. 8.5).

Principales elementos estructurales de los ciclones tropicales.Principales elementos estructurales de los ciclones tropicales.
Fig. 8.4. (a) Modelo conceptual de los principales elementos estructurales de los ciclones tropicales. Note (i) el flujo entrante en la capa límite superficial, (ii) el bien definido ojo central, (iii) la pared del ojo, (iv) la capa de cirros, (v) las bandas de lluvia y (vi) el flujo saliente en la troposfera superior. (b) Ampliación del flujo en la capa límite superficial en un ciclón tropical

Los ciclones tropicales son sistemas de baja presión de escala sinóptica, de modo que deben girar en sentido ciclónico. Esto significa que en los niveles bajos de la atmósfera, los ciclones tropicales giran en sentido antihorario (hacia la izquierda) en el hemisferio norte y en sentido horario (hacia la derecha) en el hemisferio sur, con las variaciones correspondientes en la estructura de sus bandas espirales. En un ciclón tropical el viento fluye hacia adentro en sentido ciclónico en los niveles inferiores, asciende en espiral en las zonas de convección profunda (la pared del ojo central o las bandas de lluvia en espiral) y sale en espiral en altura, justo debajo de la tropopausa (fig. 8.4). La versión interactiva de la figura 8.4 ilustra muchos aspectos fundamentales de los ciclones tropicales.

La región despejada en el centro de las tormentas tropicales maduras, que se conoce como el ojo, es relativamente tranquila, con vientos flojos y la presión de superficie más baja. La banda organizada de tormentas que rodea el centro tranquilo del ciclón es la pared del ojo y en el costado interno de este anillo de tormentas es donde encontramos los vientos más intensos (fig. 8.5).

Imágenes satelitales en el visible del ojo y la pared del ojo de un huracán.Imágenes satelitales en el visible del ojo y la pared del ojo de un huracán.
Fig. 8.5. Imágenes satelitales en el visible de un ciclón tropical maduro en las cuales se pueden ver el ojo y la pared del ojo. Observe la inclinación de la pared del ojo hacia fuera desde la superficie, que crea un efecto similar a las gradas de un estadio.

La siguiente animación de la evolución del huracán Isabel (2003) ilustra el desarrollo del ojo despejado a medida que la tormenta se intensifica; también son evidentes los vórtices de la pared del ojo y el desarrollo de un ojo asimétrico, que luego vuelve a cobrar su simetría.

La fricción reduce la velocidad de los vientos cerca de la superficie, lo cual produce convergencia en el flujo de la capa límite ciclónica que asciende por la pared del ojo en espiral, forzando la convección de forma dinámica (fig. 8.4b). Debajo de la pared del ojo, tal convergencia se intensifica debido a la zona «frontal» que existe entre el flujo friccional húmedo hacia adentro y al flujo de subsidencia del aire seco que fluye hacia el exterior de la tormenta desde el ojo, de modo que el aire que asciende en la convección de la pared del ojo proviene tanto del ojo como de las regiones externas de la tormenta (versión interactiva de la fig. 8.4). Para una tormenta en estado uniforme (es decir, una tormenta que no cambia con el tiempo), la conservación de masa exige subsidencia en el ojo para compensar el aire que asciende en la convección. El ojo despejado es el resultado de esta subsidencia (fig. 8.6). Es posible que el ojo de las tormentas más débiles sea menos evidente en las imágenes satelitales en el visible e infrarrojo. La inestabilidad térmica (convectiva) puede incrementar la convección en la pared del ojo y contribuir a la convección que llega a penetrar la estratosfera.

Representación esquemática de la sección transversal de un ciclón tropical.
Fig. 8.6. Representación esquemática de la sección transversal de un ciclón tropical que muestra el flujo de aire vertical y la microfísica de la pared del ojo y las bandas de lluvia.

La velocidad del viento en la superficie, que ha bajado como resultado de la fricción, es menor que el viento gradiente que cabe anticipar a partir del gradiente de presión observado (sección 8.2.3.1). Es interesante observar que la razón entre estas dos velocidades del viento varía con el radio: el balance del viento gradiente opera10,11 dentro del radio de vientos máximos; los vientos cerca de la pared del ojo representan aproximadamente el 90 % del viento gradiente esperado en esa zona; y los vientos fuera de la pared del ojo constituyen un porcentaje incluso menor del viento gradiente local. Las observaciones de la capa límite superficial de los ciclones tropicales efectuadas con radiosondas GPS con paracaídas han identificado estructuras en chorro bien definidas en la capa límite superficial de la tormenta.12 La explicación propuesta de tales estructuras en chorro es que son el resultado de la importación radial de aire con un momento angular mayor10,11 por encima de la superficie.

La convergencia de aire más seco encima de la capa límite9 en la troposfera baja a media puede verse incorporada en las bandas de lluvia y debilitar la convección en estas bandas, haciéndola menos intensa que en la pared del ojo. Las bandas de lluvia que se extienden en espiral desde pared del ojo constituyen una de las características más reconocibles de un ciclón tropical en las imágenes satelitales (fig. 8.5).

En contraste con la opinión convencional de que la capa límite superficial de los ciclones tropicales es isotérmica,9 las observaciones más recientes13 han demostrado que la capa límite de las tormentas solo es isotérmica en la región de vientos más intensos (radio aproximado de 1,25 grados desde el centro de la tormenta).13,14 Esta nueva concepción de la estructura de la capa límite superficial del huracán tiene consecuencias para nuestra comprensión del sistema del huracán en su total.c

c Un ejemplo es el modelo de motor de Carnot para la intensidad potencial de los ciclones tropicales, que se describe en la sección 8.4: la capa límite isotérmica se considera un aspecto fundamental de los cálculos de intensidad.

8.2 Estructura tridimensional y balances de flujo »
8.2.2 Etapas clave del ciclo de vida de un ciclón tropical típico

Las etapas clave del ciclo de vida de un ciclón tropical típico son: perturbación incipiente, tormenta tropical, ciclón tropical (huracán, tifón) y posiblemente ciclón tropical severo (huracán mayor, supertifón). Una vez que alcanza su intensidad máxima en una de estas etapas (vea la sección especial 8-3 sobre las clasificaciones de intensidad de las tormentas), la tormenta comienza a disiparse o pasa por el proceso de transición extratropical. Estas etapas están relacionadas con los cambios de intensidad y estructura que se producen en la tormenta. En esta sección estudiaremos las etapas físicas del ciclo de vida de la tormenta tal como las ejemplifica el desarrollo del huracán Rita (figuras 8.7 a 8.11).

8.2 Estructura tridimensional y balances de flujo »
8.2.2 Etapas clave del ciclo de vida de un ciclón tropical típico »
8.2.2.1 Perturbaciones incipientes

Los ciclones tropicales no se desarrollan instantáneamente, sino que se necesita alguna perturbación intermedia más débil que constituya el «germen» a partir del cual se puede desarrollar un ciclón tropical (fig. 8.7). En contraste con nuestras expectativas sobre los ciclones tropicales, la perturbación incipiente puede ser muy asimétrica. Como las fuentes de perturbación se presentan en detalle en la sección 8.3, aquí nos limitaremos a mencionar algunos puntos clave.

Imagen satelital de datos infrarrojos y del SSM/I para el sistema tropical Invest 96L.
Fig. 8.7. Imagen satelital combinada de datos infrarrojos y del SSM/I para el sistema tropical Invest 96L, la perturbación que se transformó en huracán Rita (2005). Las imágenes se generaron cerca de las 0000 UTC del 18 de septiembre de 2005. Observe el «gancho» de convección intensa cerca del borde occidental de la imagen. Los vientos máximos en la superficie asociados con esta perturbación se estimaron en 12 m s−1, con una presión mínima en la superficie de 1012 hPa.

Las perturbaciones incipientes prometedoras son las que satisfacen todas las condiciones necesarias pero no suficientes para la ciclogénesis tropical (sección 8.3.1), que se pueden resumir en términos de un máximo de vorticidad ciclónica en los niveles bajos asociada con convección profunda en un ambiente con cizalladura vertical débil del viento. Las perturbaciones que satisfacen estos criterios siguen trayectorias de formación diferentes según la cuenca del océano tropical donde se formen:

  • Océanos Pacífico occidental e Índico: La vaguada monzónica es la zona predominante de ciclogénesis tropical en los océanos Pacífico15 e Índico, pero se va reconociendo más y más el potencial de las ondas ecuatoriales de Rossby (fig. 8.21) y las ondas mixtas de Rossby-gravedad (fig. 8.22) como agentes iniciadores de la ciclogénesis tropical en dichas cuencas (fig. 8.30a). También se ha identificado la fusión de varios sistemas de mesoescala más pequeños (de vorticidad más débil) como mecanismo para la ciclogénesis tropical en el Pacífico Norte16 (sección 8.3.3.3sección 8.3.3.3).
  • Océano Pacífico oriental: Se ha asociado la formación de tormentas tropicales en el Pacífico nororiental con inestabilidades en la ZCIT17,18,19 (sección 8.3.2.1) y con la entrada de ondas tropicales húmedas20 y ondas ecuatoriales21 del Atlántico (sección 8.3.2.1sección 8.3.2.1).
  • Océano Atlántico: En la cuenca del Atlántico, el monzón está principalmente limitado a África occidental. Las ondas tropicales que se forman en esa zona sienten los efectos de la convección local y los sistemas de mesoescala que se inician cerca de las montañas Aïr, la meseta de Jos y el altiplano de Guinea. Como ilustra la fig. 8.24b, suelen ser menos simétricos que la clásica V invertida fácilmente identificable en las imágenes satelitales originalmente descrita por Frank.22 Otra fuente de ciclogénesis tropical en el Atlántico son los ciclones subtropicales (sección 8.3.3.2sección 8.3.3.2), cuya importancia potencial para la ciclogénesis tropical aún no ha sido documentada para otras cuencas. Los ciclones subtropicales suelen formarse en el extremo hacia el ecuador de una zona frontal de latitudes medias.23

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8.2.2.2 Tormenta tropical

Si el ambiente es propicio, una perturbación incipiente puede organizarse para formar una tormenta tropical. El mantenimiento de estas condiciones ambientales propicias para la ciclogénesis tropical es ideal para permitir que la perturbación siga intensificándose hasta alcanzar la etapa de tormenta tropical (fig. 8.8). Las aguas oceánicas cálidas de los trópicos son la fuente de energía para el ciclón tropical. La evaporación (el flujo de calor latente) y la transferencia de calor (el flujo de calor sensible) desde la superficie del océano calientan y humectan la capa límite superficial de la tormenta tropical. Los flujos de calor y humedad y la energía potencial componen la energía estática húmeda del aire (sección 5.2.3). La conversión de esta energía estática húmeda en energía cinética por medio de la convección es el mecanismo mediante el cual los ciclones tropical se intensifican. Más adelante en este mismo capítulo analizaremos las teorías de la intensidad potencial (IP) posible para una tormenta con base en este mecanismo (sección 8.4.1) y por qué no todas las tormentas alcanzan su intensidad potencial (sección 8.4.3).

Imagen satelital de datos infrarrojos y del SSM/I para la tormenta tropical Rita.
Fig. 8.8. Imagen satelital combinada de datos infrarrojos y del SSM/I para la tormenta tropical Rita. Las imágenes se generaron cerca de las 0000 UTC del 20 de septiembre de 2005, cuando Rita tenía una presión central de 993 hPa y vientos máximos de 30 m s−1.

Los centros operativos requieren una definición coherente, como la velocidad máxima del viento en la superficie, para decidir que un sistema ha alcanzado la intensidad de tormenta tropical, pero esta no es siempre la definición más útil para explicar la evolución de una tormenta. Las perturbaciones tropicales requieren algún forzamiento externo para seguir existiendo. Por tanto, podemos definir la transición de perturbación tropical a tormenta tropical en términos de parámetros físicos afirmando que el sistema se ha transformado en una tormenta tropical una vez que sea autosostenible. Esto significa que si bien el forzamiento externo puede apoyar o impedir la evolución de la tormenta tropical, no necesita ningún forzamiento externo para seguir siendo un sistema coherente e incluso para intensificarse.

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8.2.2.3 Ciclón tropical (tifón, huracán)

Si se sigue manteniendo un ambiente propicio para la ciclogénesis tropical y la intensificación, se produce más intensificación hasta que se forme un ciclón tropical intenso con una estructura simétrica y un ojo despejado (fig. 8.9). Típicamente, se ha considerado que la cizalladura vertical del viento tiene un efecto negativo para la intensificación de los ciclones tropicales. Una excepción a esta regla es el rol que juega la vaguada tropical de la alta troposfera (Tropical Upper Tropospheric Trough, TUTT) en la intensificación de las tormentas del Pacífico noroccidental. Algunos estudios recientes cuestionan esta perspectiva: se ha demostrado que la cizalladura vertical del viento intensifica las tormentas en los entornos termodinámicos marginales.24,25,26 Estas tormentas deben ya ser lo suficientemente intensas como para que su convección pueda sobrevivir la perturbación inicial causada por la cizalladura vertical del viento, lo cual explica por qué se sigue considerando que la cizalladura tiene un efecto negativo para la ciclogénesis tropical.

Imagen satelital de datos infrarrojos y del SSM/I para huracán Rita.
Fig. 8.9. Imagen satelital combinada de datos infrarrojos y del SSM/I para huracán Rita. Las imágenes se generaron cerca de las 0000 UTC del 21 de septiembre de 2005, cuando Rita tenía vientos máximos de 45 m s−1 y una presión central de 967 hPa, es decir, era una tormenta de categoría 2 en la escala Saffir-Simpson. Note el ojo despejado y la intensa convección de la pared del ojo.

Es también posible que ciertas diferencias regionales provoquen el forzamiento que conduce a esta intensificación adicional. Por ejemplo, las tormentas que se forman en la Plataforma Noroeste, junto a la costa occidental de Australia, pueden seguir una trayectoria paralela a la costa por cientos de kilómetros. Las aguas calientes de la Plataforma Noroeste brindan el entorno ideal para la continuación de la intensificación de estas tormentas hasta que se topen con los vientos del oeste de latitudes medias (y la fuerte cizalladura vertical del viento con ellos asociada) o que una entrada de aire seco de los desiertos Australianos interrumpa la organización del sistema convectivo.

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8.2.2.4 Ciclón tropical severo (supertifón, huracán mayor)

Relativamente pocos ciclones tropicales alcanzan este nivel, que se caracteriza por vientos máximos sostenidos en la superficie de más de 50 m s−1 (sección especial 8-2, fig. 8.10). Para intensificarse hasta el nivel de ciclón tropical severo, la tormenta debe permanecer sobre el océano abierto, de modo que es menos probable que una tormenta que se forma cerca de tierra firme alcance esta intensidad. Sin embargo, cada regla tiene sus excepciones: como mencionamos en la sección anterior, los ciclones tropicales que se forman junto a la costa occidental de Australia, se desplazan relativamente cerca de tierra firme; es más, se han observado tormentas en el golfo de Bengala, en el golfo de México y en el Caribe occidental que se han intensificado rápidamente para transformarse en fuertes ciclones tropicales. Wilma (2005, sección especial 8-3) es un ejemplo de este tipo de tormenta. Encontrará la descripción de un subconjunto de ciclones tropicales severos de importancia histórica en las secciones especiales 8-3, 8-4 y 8-10.

Imagen satelital de datos infrarrojos y del SSM/I para huracán Rita.Imagen satelital de datos infrarrojos y del SSM/I para huracán Rita.
Fig. 8.10. Imágenes satelitales combinadas de datos infrarrojos y del SSM/I para huracán Rita aproximadamente a las 0000 UTC del 22 de septiembre de 2005 (a) y doce horas más tarde, a las 1200 UTC (b). Durante este período Rita era un huracán de categoría 5 con vientos máximos en la superficie de 75 m s−1 y una presión central mínima de alrededor de 898 hPa (izquierda). En la imagen (a), observe el ojo despejado y la simetría de la tormenta. En la imagen (b) son evidentes la intensa convección de la pared del ojo, las bandas de lluvia en espiral (verde/rojo) entre las cuales hay subsidencia (azul claro a oscuro) y el ojo despejado.

Un límite sobre la intensidad de las tormentas en el hemisferio sur es la naturaleza relativamente zonal del flujo medio. El hemisferio sur tiene masas terrestres y cordilleras mucho más pequeñas que el hemisferio norte, lo cual implica un grado de obstrucción mucho menor para el flujo atmosférico. El resultado es un viento medio de latitudes medias más zonal, y en promedio la zona de vientos del oeste se halla más cerca del ecuador. En contraste, las cordilleras y las grandes extensiones continentales del hemisferio norte producen un flujo medio con un fuerte componente meridional, lo cual puede llevar los ciclones tropicales a latitudes mucho más altas. La relativa susceptibilidad del Japón (aproximadamente 36°N) a la llegada a tierra de los ciclones tropicales en comparación con Nueva Zelanda (cerca de 42°S), por ejemplo, sirve para ilustrar este punto.

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8.2.2.5 Fin del ciclo de vida de los ciclones tropicales: disipación o transición extratropical (TE)

Cuando un ciclón tropical penetra un ambiente hostil, se disipa (fig. 8.11) o pasa por la transición extratropical. Los ambientes hostiles incluyen al menos una de las siguientes condiciones: fuerte cizalladura vertical del viento (más de 10 a 15 m s−1 a través de una capa profunda), temperaturas oceánicas frías debajo del núcleo de la tormenta (menos de 26 °C), entrada de aire seco o llegada a tierra. Las TSM frías y la cizalladura fuerte son condiciones típicas de los ambientes de latitudes medias, lo cual explica por qué por lo general estas regiones se consideran «cementerios» de ciclones tropicales. El ambiente hostil puede desequilibrar la tormenta hasta que deje de ser autosostenible y se disipe, pero las tormentas intensas pueden pasar por la transición a ciclón extratropical (sección 8.5sección 8.5).

Imagen satelital de datos infrarrojos y del SSM/I para huracán Rita.Imagen satelital de datos infrarrojos y del SSM/I para huracán Rita.
Fig. 8.11. Imagen satelital combinada de datos infrarrojos y del SSM/I para la fase de disipación del huracán Rita entre las 1200 UTC del 25 de septiembre (a) y las 0000 UTC del 26 de septiembre (b). Rita se había debilitado a tal punto que tenía vientos máximos en la superficie de 18 m s−1 y una presión central mínima de 983 hPa. La pared del ojo había perdido su simetría (a) y la zona superior del ojo había vuelto a estar nublada (b).

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Sección especial 8-3 Récords de intensidad de ciclones tropicales en los hemisferios oriental y occidental

Supertifón Tip (1979): el ciclón tropical más intenso jamás registrado

El supertifón Tip fue legendario no solo por su gran extensión espacial, que daba la impresión de que la mayor parte de la cuenca del Pacífico Norte estuviera rotando, sino por su enorme intensidad: en su auge, se obtuvo una medición de presión mínima al nivel del mar de 870 hPa a las 0353 UTC del 12 de octubre de 1979.27 Los vientos sostenidos máximos en la superficie (de 1 minuto) se estimaron en 85 m s−1 (305 km h−1).

Imagen de supertifón Tip a las 0353 UTC del 12 de octubre de 1979.
Fig. 8SE3.1. Imagen de supertifón Tip a las 0353 UTC del 12 de octubre de 1979.27

Huracán mayor Wilma (2005): el más intenso del hemisferio occidental

Tres días después de su formación en el noroeste del Caribe y tras un período de intensificación gradual, Wilma se intensificó a un ritmo sin precedentes, bajando de 953 hPa a 901 hPa entre las 2310 UTC del 18 de octubre y la 0433 UTC del 19 de octubre de 2005: ¡casi 10 hPa por hora! Aproximadamente a las 1200 UTC del 19 de octubre de 2005 Wilma alcanzó una intensidad récord para un huracán de categoría 5, con vientos de 1 minuto a 10 metros altura de 82 m s−1 (295 km h−1) y una presión central mínima de 882 hPa, 6 hPa menor que el récord anterior de 888 hPa que había marcado huracán Gilbert (1988). En el momento de máxima intensidad, un reconocimiento aéreo midió el pequeño diámetro del ojo: 3,7 km. Wilma existió como huracán de categoría 5 durante un solo día. El 20 de octubre el diámetro del ojo se ensanchó a 74 km y los vientos máximos bajaron a 67 m s−1. El ojo de Wilma se mantuvo de estas dimensiones durante la mayor parte de su ciclo de vida. Se atribuyen veintidós muertes directamente a Wilma: 12 en Haití, 1 en Jamaica, 4 en México y 5 en Florida (EE.UU.).

Huracán mayor Wilma en su momento de máxima intensidad, a las 1400 UTC del 19 de oct. de 2005
Fig. 8SE3.2. Huracán mayor Wilma en su momento de máxima intensidad, a las 1400 UTC del 19 de oct. de 2005 Cuando se generó la imagen, Wilma tenía una presión central de 882 hPa y vientos máximos de 1 minuto en la superficie de 80 m s−1, lo cual corresponde a una intensa tormenta de categoría 5 en la escala Saffir-Simpson.

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8.2.3 Descripciones de balance de masa y consideraciones de escala

Muchas investigaciones presentan el ciclón tropical como un vórtice simétrico equilibrado,28,29,30,31 pero la inspección de dicho vórtice revela condiciones de balance distintas en diferentes regiones del mismo.11 En esta sección examinaremos el vórtice de los ciclones tropicales, identificaremos las regiones en las cuales el elemento que limita el equilibrio es el viento ciclostrófico, gradiente o incluso casi geostrófico, para luego presentar la estabilidad inercial y evaluar su variación y evolución espacial en el ciclón tropical. Finalmente, consideraremos el equilibrio tridimensional, simétrico del viento térmico.

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8.2.3.1 Balance de fuerzas: viento geostrófico, gradiente y ciclostrófico en ciclones tropicales

La figura 8.1211 muestra la fuerte correspondencia entre las observaciones de los vientos rotacionales en huracán Diana (1984) y los vientos gradientes correspondientes (calculados a partir del campo de altura observado).

El número de Rossby es un parámetro adimensional que identifica la importancia relativa de los términos de inercia y de Coriolis en las ecuaciones de Navier-Stokes. El número de Rossby se define realizando un análisis de escala de dichos dos términos y calculando la razón entre ellos. Esta es la ecuación del número de Rossby:

Ecuación     (1)

donde V es la velocidad de escala, L es la distancia de escala y f es el parámetro de Coriolis.

Otra interpretación del número de Rossby es que da la razón entre la vorticidad del flujo y la vorticidad de la Tierra, f. La magnitud del número de Rossby permite comprender el tipo de balance entre fuerzas predominante:

Ecuación     (2)

Por tanto, el cálculo del número de Rossby para varias regiones de un ciclón tropical típico nos brinda información sobre los balances entre las fuerzas en esta región. Ahora vamos a considerar tres regiones diferentes de la tormenta: el ojo, al área dentro del radio de vientos de temporal fuerte y la tormenta« externa» (fig. 8.13).

Mediciones del viento en el nivel de 850 hPa (línea punteada) para huracán Diana el 12 de septiembre de 1984.
Fig. 8.12. Mediciones del viento en el nivel de 850 hPa (línea punteada) para huracán Diana el 12 de septiembre de 1984; el viento gradiente simétrico (línea continua) y cambio en el viento gradiente (línea de trazos) fueron deducidos a partir de observaciones en altura. Adaptado de Willoughby (1990)32.
Perfil radial de vientos rotacionales de un ciclón tropical teórico
Fig. 8.13. Viento geostrófico, gradiente y ciclostrófico en ciclones tropicales Adaptado de Holland y Merrill (1984).33

De acuerdo con las figuras 8.12 y 8.13, los valores en notación científica (potencias de 10) de la velocidad del viento y la escala espacial de las tres regiones de este ciclón tropical son.

Ojo V ~10 m s−1 L ~104 m
Zona de vientos de fuerza de tormenta V ~10 m s−1 L ~105 m
Exterior V ~1 m s−1 L ~106 m

Dichos valores corresponden a los vientos de 10 ≤ V < 100 m s−1 sobre una escala espacial de ~10 km para el ojo, V > 10 m s−1 sobre una escala espacial de ~1000 km para el área de vientos con fuerza de tormenta y V < 10 m s−1 sobre una escala espacial de más 1000 km para la región externa de la tormenta. Si recordamos que un grado de latitud equivale aproximadamente a 100 km, estos valores son coherentes con la figura 8.13.

Para calcular el número de Rossby necesitamos un valor para el parámetro de Coriolis, f. Suponiendo una latitud razonable de 15 grados, podemos derivar un valor de f = 4 × 10−5. De nuevo, en un análisis de orden de magnitud redondeamos este valor de f a la potencia de 10 más próxima. Por tanto, utilizaremos f ~10-5.

Calculemos ahora el número de Rossby para cada región:

Ecuaciones para calcular el número del radio de Rossby para el ojo, el área de vientos con fuerza de tormenta y la región externa de la tormenta, que corresponden al balance ciclostrófico, gradiente y geostrófico, respectivamente.

Esto muestra que existen balances distintos en las diferentes regiones de un ciclón tropical.22,23

Use la figura 8.13 para elegir números típicos (no órdenes de magnitud) para la velocidad del viento y la escala espacial de cada una de las tres regiones (ojo, zona de vientos de fuerza de tormenta, tormenta externa) de un ciclón tropical intenso (40 m s−1; línea de trazos largos) y otro débil (20 m s−1; línea continua). Use f ~10−5 s−1 de la forma antes ilustrada. En el análisis de ambas tormentas, utilice (a) 15 m s−1 como valor de «fuerza» del viento y (b) 500 km para el radio de vientos externos.

Compare los valores del número de Rossby que calcule para cada región de la tormenta. Ahora compare esos valores con el análisis de orden de magnitud anterior y decida si los balances fundamentales en cada región cambiarían con un cambio de intensidad.

Haga clic en «Terminado» para ver la respuesta.

Explicación

Utilizando la figura 8.13 como guía, los valores típicos de la velocidad del viento y la escala espacial en las tres regiones de cada ciclón tropical son:

Ciclón tropical de 40 m s−1
Ojo V ~40 m s−1 L ~50 km = 5 × 103 m
Zona de vientos de fuerza de tormenta V ~15 m s−1 L ~150 km = 1,5 × 105 m
Exterior V ~10 m s−1 L ~500 km = 5 × 105 m

Los números de Rossby de cada región del ciclón tropical del primer ejemplo (40 m s−1) son:

Valores de las diversas regiones de un ciclón tropical de 40 m s<sup>-1</sup>
Ciclón tropical de 20 m s−1
Ojo V ~20 m s−1 L ~120 km = 1,2 × 104 m
Zona de vientos de fuerza de tormenta
(como antes)
V ~15 m s−1 L ~150 km = 1,5 × 105 m
Exterior V ~4 m s−1 L ~500 km = 5 × 105 m

Los números de Rossby de cada región del ciclón tropical del segundo ejemplo (20 m s−1) son:

Valores de las diversas regiones de un ciclón tropical de 20 m/s

Estos análisis nos permiten deducir varios resultados interesantes:

  • Las estructuras de balance de diferentes tormentas varían con el radio.
  • La tormenta con vientos de 20 m s−1 coincide con el orden de magnitud de nuestro análisis de escala en todas las regiones.
  • La región del viento gradiente se extiende a mayor distancia para la tormenta de 40 m s−1 que para la tormenta de 20 m s−1. Esto significa que podemos anticipar balances diferentes en distancias radiales diferentes para ciclones tropicales con estructuras radiales distintas (es decir: ciclones cuyos vientos en rotación cambian de manera diferente a medida que nos desplazamos hacia afuera desde el centro).

Los balances de fuerzas que determinan el viento horizontal que acabamos de describir no son las únicas limitaciones de balance que operan en un ciclón tropical simétrico estacionario. La estabilidad inercial y el viento térmico del vórtice brindan información sobre la cizalladura vertical del viento del flujo balanceado asociado con la tormenta y su resistencia a los factores de influencia externos.

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8.2.3.2 Variaciones de la estabilidad inercial en los ciclones tropicales

La estabilidad inercial, representada por el símbolo I, es una medida de la resistencia de un vórtice simétrico frente a diferentes tipos de forzamiento cuya acción altera su estructura. Algunos ejemplos de dicho tipo de forzamiento son el calentamiento por convección o la existencia de otro sistema atmosférico.

Para un ciclón tropical, los vientos horizontales dominan el flujo y definimos la estabilidad inercial mediante esta ecuación:

Ecuación de estabilidad inercial            (3)

donde ζ es la vorticidad relativa, fo es el parámetro de Coriolis local (una constante en el centro de rotación) y v/r es la velocidad angular relativa. Claramente, la estabilidad inercial aumentará proporcionalmente con la vorticidad relativa, el parámetro de Coriolis y la velocidad del viento, y aumentará conforme disminuya el radio. Por tanto, cuando una tormenta se contrae y su intensidad aumenta,d también aumenta rápidamente su estabilidad inercial, lo cual incrementa su resistencia al forzamiento horizontal que ejercen los sistemas atmosféricos externos.33,34 Además, para un valor dado de radio y latitud, a medida que la velocidad del viento aumenta, también aumenta la estabilidad inercial en ese lugar. Esto significa que cabe esperar que la estabilidad inercial varíe según el lugar en el ciclón tropical (fig. 8.14).

Distribución vertical y radial de la estabilidad inercial en un ciclón tropical típico.
Fig. 8.14. Distribución vertical y radial de la estabilidad inercial en un ciclón tropical típico. En esta figura, la distribución típica de valores de estabilidad inercial se representa mediante la comparación con fo, el valor de referencia del parámetro de Coriolis aplicable a la tormenta. Según Holland y Merrill (1984).33

La vorticidad absoluta del flujo saliente anticiclónico en altura es muy débil (el signo de ζ es el opuesto de f y los vientos rotacionales son débiles; el signo tanto de ζ como de v tiende a reducir el efecto del parámetro de Coriolis en I). Por tanto, si bien un intenso ciclón tropical está más protegido de los factores externos que podrían debilitarlo, la fuerte estabilidad inercial no se extiende hasta la tropopausa. Esto significa que los sistema atmosféricos de la troposfera superior aún pueden debilitar la tormenta. Es más, la estabilidad inercial no puede proteger la tormenta de los factores de superficie que puedan modificarla, como una región donde las temperaturas de la superficie del mar son más bajas. Esta explicación de la estabilidad inercial nos permite comprender por qué es más probable que un ciclón tropical de mayor intensidad sobreviva los efectos de los factores ambientales adversos, aunque su talón de Aquiles es el flujo saliente anticiclónico.

Podemos ilustrar el concepto de la estabilidad inercial por medio de un experimento mental en una piscina. Quizás incluso lo haya hecho alguna vez: si camina en un círculo en el agua siguiendo el perímetro de una piscina circular, puede forzar el agua en un movimiento de rotación en la misma dirección. Una vez que el agua esté en movimiento, (a) ¿será fácil o difícil caminar hasta el centro de la piscina? (b) ¿Será fácil o difícil dar la vuelta y caminar en sentido contrario alrededor del perímetro de la piscina (es decir, contra la corriente)?

(b) ¿Será fácil o difícil dar la vuelta y caminar en sentido contrario alrededor del perímetro de la piscina (es decir, contra la corriente)?

Explicación

Ilustración de la estabilidad inercial en una piscina: va a ser difícil tanto caminar hasta el centro de la piscina como dar la vuelta y a la vez caminar contra la corriente. La estabilidad inercial del agua en rotación opone resistencia a los movimientos transversales al flujo y contra el flujo.

Evolución de la estabilidad inercial debido a la contracción de la pared del ojo: (a) ¿Qué ocurre con la estabilidad inercial del ojo? (b) ¿Qué ocurre con el flujo en un punto localizado en el radio del ojo «antiguo»? Considere la ecuación anterior para guiar su pensamiento.

Explicación

Evolución de la estabilidad inercial debido a la contracción de la pared del ojo: (a) A medida que la pared del ojo se contrae, la velocidad del viento aumenta, pero el radio disminuye (no sabemos qué ocurre con f, de modo que suponemos que permanece constante). El resultado de la disminución del radio es un aumento de la estabilidad inercial del ojo que se contrae. (b) En la posición del radio del ojo «antiguo», la magnitud del radio no ha cambiado, pero la velocidad del viento ha disminuido. Por tanto, la estabilidad inercial en este punto disminuye.

d Como ocurre, por ejemplo, durante un ciclo de sustitución de la pared del ojo (sección 8.4.5.3).

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8.2.3.3 Viento térmico

Un ciclón tropical simétrico se encuentra aproximadamente en balance de viento térmico. El viento térmico se define como la diferencia entre el viento geostrófico en dos niveles verticales:

Ecuación del viento térmico basada en el viento geostrófico.        (4)

donde pA y pB son los valores de presión del nivel superior e inferior, respectivamente, de forma tal que pA < pB. Por tanto, el viento térmico representa la cizalladura vertical del viento geostrófico. Para el flujo geostrófico, la ecuación de balance del viento térmico se expresa de la forma siguiente:

Balance del viento térmico     (5)

donde pA y pB circunscriben la capa en la cual se calcula el gradiente de temperatura medio Balance del viento térmico y zA y zB son las alturas físicas correspondientes a esas presiones. Esto significa que podemos utilizar el gradiente de temperatura horizontal al nivel del núcleo cálido junto con la estructura de los vientos en la superficie para inferir el campo de vientos tridimensional simétrico del ciclón.

Podemos utilizar el viento térmico para deducir el cambio en los vientos con la altura. En los ciclones tropicales, el viento es más intenso en la superficie y disminuye en intensidad con la altura; la ecuación (5) nos permite mostrar que esto se debe a una anomalía cálida de temperatura asociada con la tormenta y que dicha anomalía alcanza un máximo en la atmósfera superior. El resultado es que los ciclones tropicales pueden denominarse «de núcleo cálido». A la inversa, en las barrascas de latitudes medias encontramos los vientos más intensos en altura (normalmente cerca de la tropopausa); en estos casos podemos usar la ecuación (5) para mostrar que estos sistemas son de “núcleo frío”.

El espacio de fases del ciclón (Cyclone Phase Space, o CPS)35 es un diagnóstico que utiliza el viento térmico para documentar de forma concisa la estructura de los ciclones mesosinópticos. Los diagnósticos de CPS nos permiten distinguir las distintas fases de desarrollo en el ciclo de vida de los ciclones tropicales, por ejemplo, el comienzo y la finalización de las transiciones de ciclón subtropical a ciclón tropical23 y de ciclón tropical a ciclón extratropical36 (sección 8.5).

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8.2.4 Estructura después de tocar tierra

Los cambios que ocurren en la capa límite de un ciclón tropical cuando cruza la costae —es decir, cuando «toca tierra», como se muestra en la figura 8.15—, alteran en enorme medida la distribución posterior de las condiciones de tiempo significativo provocadas por dicha tormenta. Salvo contadas excepciones (buques en alta mar, tormentas que permanecen sobre el mar pero junto a la costa, plataformas petroleras y otras estructuras), los impactos principales de un ciclón tropical se sienten cuando la tormenta llega a tierra firme y después, y por eso es particularmente importante considerar los cambios estructurales que se producen después de que la tormenta toque tierra.

Ejemplo de los cambios estructurales que se producen después de que la tormenta toca tierra.
Fig. 8.15. Ejemplo de los cambios estructurales que se producen después de que la tormenta toca tierra.

Cuando la tormenta toca tierra, se producen dos cambios principales en su entorno que la debilitan: la pérdida de la fuente de energía (el océano) y el aumento en la fricción. Los cambios resultantes en la estructura de la tormenta conducen a la redistribución de las condiciones de tiempo significativo asociadas con la tormenta. Vale la pena considerar cada uno de estos procesos más a fondo.

La evaporación (el flujo de calor latente) y la transferencia de calor (el flujo de calor sensible) desde la superficie del océano calientan y humectan la capa límite superficial de la tormenta tropical, lo cual aporta la energía que alimenta las nubes que dan impulso al ciclón. Es natural que la tormenta comience a debilitarse cuando pierde esta fuente de energía. El resultado de este debilitamiento se puede concebir en términos del balance de viento térmico en un vórtice simétrico: la falta de una fuente de humedad sobre tierra firme debilita la convección y la subsidencia asociada en el ojo debilita el núcleo cálido en la troposfera superior, lo cual aumenta la presión central de la tormenta. A su vez, este aumento en la presión central reduce el gradiente de presión y afloja el viento gradiente.

Una vez que la tormenta toca tierra, los efectos de la fricción superficial sobre la atmósfera aumentan considerablemente. La superficie oceánica ejerce un rozamiento menor sobre el aire que la tierra firme, de modo que la tormenta puede mantener vientos máximos en superficie más fuertes cuando se halla sobre el agua. La mayor «rugosidad» de la superficie de tierra firme, causada la topografía y las estructuras naturales y artificiales, produce mayor resistencia por fricción y una disminución en la velocidad del viento.

Estos dos mecanismos tardan en reducir la intensidad del viento en la superficie; además, su efecto varía con cada cambio que la tormenta encuentra en la superficie. Todo cambio en la rugosidad de la superficie (cuando la tormenta toca tierra o encuentra una zona de diferente uso del suelo) provoca la formación de una nueva capa límite superficial «interna» que está en equilibrio con la superficie nueva. La (nueva) capa límite interna se forma a lo largo de la escala temporal de un período de inercia de la tormenta, que corresponde a aproximadamente una hora en la región de vientos intensos de la tormenta.

El impacto final de la llegada a tierra en los vientos de superficie depende de una serie de factores. Por ejemplo, si la tormenta invade las planicies costeras y los deltas fluviales de la costa al norte del golfo de México, los efectos de la fricción serán mucho menores de lo que sería el caso de una tormenta que llega a tierra en un lugar montañoso como América Central o Taiwán. El uso del suelo es otro factor importante: en igualdad de condiciones atmosféricas, una zona muy urbanizada o arbolada ejercerá un efecto de fricción mayor que una marisma o un pantano, y además la evaporación de la humedad del pantano podría no solo atrasar el debilitamiento de la tormenta, sino incluso provocar su fortalecimiento temporal.37 Cualquier tormenta se verá afectada de forma distinta si pasa por encima de una isla en lugar de chocar contra una masa continental. Por ejemplo, la pérdida de una fuente de energía en la superficie y el mayor grado de rozamiento producirá efectos menos importantes en un ciclón tropical que pasa por encima de una isla de lo que sería el caso si invadiera una región continental. El tamaño de la isla y la escala de su topografía pueden causar una serie de impactos en la tormenta.

Si bien los cambios en la estructura después de la llegada a tierra suelen provocar la disminución de la velocidad del viento cerca de la superficie que ya mencionamos, la rugosidad del terreno puede contribuir a la formación de regiones en las cuales las ráfagas son más fuertes que los vientos de superficie, cuya intensidad ha disminuido por efecto de la fricción.

El efecto final de la llegada a tierra es la redistribución del tiempo significativo generado por el ciclón tropical: el debilitamiento del gradiente de presión en la superficie causa el desplazamiento de la región de convergencia en la capa límite superficial hacia las regiones externas de la tormenta, lo cual conduce a la redistribución de la convección y a la formación de amplias zonas de lluvia estratiforme que se alimentan de la humedad transportada a las regiones terrestres por la tormenta. La combinación del fuerte gradiente de humedad entre la tormenta y el ambiente en la zona de llegada a tierra y el perfil de cizalladura vertical del viento puede crear las condiciones ideales para la formación de tormentas tornádicas. Los tornados generados con el paso del huracán Iván (2004) provocaron fuertes daños en Florida, pese a que la tormenta había tocado tierra más al oeste. Las descargas eléctricas generadas en la zona costera inestable también pueden representar un peligro para la población cerca de la costa.38,39

Como ocurre con el debilitamiento de la tormenta por fricción, la topografía puede alterar estos efectos relacionados con el tiempo; una muestra es la intensificación inducida por la topografía de las ya intensas lluvias asociadas con la tormenta. Los grandes deslizamientos de lodo provocados por huracán Mitch (1998), los cuales causaron muchas muertes (sección especial 8-4), son un excelente ejemplo de los terribles efectos que puede producir esta combinación de lluvia muy intensa con laderas montañosas inestables.

e Desde una perspectiva de pronóstico, la tormenta no «toca tierra» sino hasta que el centro (la zona de presión más baja y vientos menos intensos) del ciclón tropical atraviese el litoral (Avila, conversación con la autora en 2008).

8.2 Estructura tridimensional y balances de flujo »
Sección especial 8-4 Huracán Mitch (1988): tormenta devastadora en América Central

Se atribuyen más de 10 000 muertes a huracán Mitch, principalmente provocadas por las inundaciones que causó en Honduras y Nicaragua por su desplazamiento lento y la intensificación de la lluvia inducida por la topografía. Durante una semana el movimiento general de la tormenta fue de menos de 2 m s−1 (4 nudos). Las fuertes lluvias que cayeron en las laderas inestables provocaron grandes deslizamientos de lodo que sepultaron o arrasaron aldeas enteras. Los informes sinópticos indicaron un máximo de 911 mm para el período del 25 al 31 de octubre, pero faltaban los datos de muchas estaciones. Mitch es el huracán de octubre más fuerte jamás registrado en el Atlántico (lo datos se remontan a 1886), con una presión central mínima de 905 hPa (empata con huracán Camille de 1969) y una velocidad máxima del viento estimada en 80 m s−1 (290 km h−1, 155 nudos, 179 millas h−1).

Imagen satelital en falso color del huracán Mitch el 26 de oct. de 1998 en su momento de máxima intensidad con vientos de 80 m/s y lluvia derivada por satélite (instrumento de microondas NOAA-F13) del 26 al 30 de oct. de 1998
Fig. 8SE4.1. Huracán Mitch a las 2028 UTC del 26 de octubre de 1998 en su momento de intensidad máxima (presión central de 905 hPa; vientos máximos de 80 m s−1) y lluvia derivada por satélite del 26 al 30 de octubre.

Muy pocas tormentas del Atlántico han sido tan devastadoras como Mitch. Huracán Fifi (1974, Honduras), un huracán de 1930 (República Dominicana) y huracán Flora (1963, Haití y Cuba) parecen haber provocado aproximadamente 8000 muertes cada uno, igual que el huracán de Galveston de 1900. Sin embargo, la mayor pérdida de vidas confirmada debido a un huracán en el hemisferio occidental fue provocada por el gran huracán de octubre de 1780, que se cree provocó la muerte de 22 000 personas, unas 9000 en Martinica, entre 4000 y 5000 en San Eustaquio y más 4300 en Barbados40. También ocurrieron miles de muertes en alta mar.

8.3 Ciclogénesis tropical

¿Qué es la ciclogénesis tropical? Sorprendentemente, no hay una respuesta singular a esta pregunta. Los centros de pronóstico operativo responsables de emitir las alertas y avisos de ciclón tropical definen su génesis en términos de los vientos medios sostenidos que se observan en la superficie (el tiempo de promedio depende de la región) en exceso de fuerza de tormenta tropical (17 m s−1; 60 km h−1; 33 nudos). Si bien estos criterios de formación de tormentas tropicales se aplican fácilmente y carecen de ambigüedad, no son particularmente útiles para comprender los procesos que engendran estos sistemas. Sin embargo, este criterio operativo de la ciclogénesis lleva implícita la expectativa de que la tormenta tropical seguirá desarrollándose a partir de ese momento; es decir, que la tormenta será autosostenible. Esta es la definición que utilizaremos en nuestro contexto: la ciclogénesis tropical ha ocurrido cuando la tormenta tropical se ha vuelto autosostenible y puede seguir intensificándose sin la ayuda de su entorno (forzamiento externo).

8.3 Ciclogénesis tropical »
8.3.1 Condiciones necesarias para la formación de un ciclón tropical

Gray (1968)41 identificó seis características de gran escala en los tópicos que constituyen condiciones necesarias pero no suficientes para la ciclogénesis tropical:

(i) suficiente energía térmica oceánica (TSM > 26 °C hasta 60 m de profundidad)
(ii) humedad relativa alta en la troposfera media (700 hPa)
(iii) inestabilidad condicional
(iv) vorticidad relativa alta en la troposfera inferior
(v) poca cizalladura vertical de los vientos horizontales en el lugar de ciclogénesis
(vi) latitud de al menos 5 grados con respecto del ecuador

Los primeros tres parámetros termodinámicos miden la capacidad de apoyar la convección profunda, criterios que se han identificado como indicadores estacionales del potencial de ciclogénesis. Los parámetros dinámicos (los últimos de la lista) como la cizalladura vertical del viento (fig. 8.16), miden la probabilidad diaria de ciclogénesis.42 En los últimos años varios ciclones tropicales han permanecido dentro de los 5 grados de latitud del ecuador43, lo cual sugiere la posible necesidad de cambiar esta limitación. Aunque no siempre, muchos de esos sistemas casi ecuatoriales presentaban una escala espacial muy reducida. La figura 8.17 destaca los lugares donde se satisfacen las condiciones (i) y (v).

Ejemplo de cálculo de cizalladura vertical del viento.
Fig. 8.16. Ejemplo de cálculo de cizalladura vertical del viento.
Diagnósticos mensuales de la cizalladura vertical del viento y la temperatura de la superficie del mar
Fig. 8.17. Diagnósticos mensuales de la cizalladura vertical del viento y la temperatura de la superficie del mar, dos parámetros empleados para identificar regiones de probable ciclogénesis tropical. Los óvalos blancos marcan los lugares donde la cizalladura vertical del viento y la TSM favorecen la ciclogénesis tropical.

«Necesario pero no suficiente» significa que todas estas condiciones deben existir simultáneamente para que la ciclogénesis tropical pueda ocurrir, pero incluso de producirse todas ellas, la ciclogénesis tropical puede no ocurrir. Por tanto, los criterios necesarios pero no suficientes para la ciclogénesis tropical se pueden resumir como la capacidad de apoyar la convección profunda cuando existe un máximo de vorticidad absoluta en los niveles inferiores. El máximo de vorticidad absoluta en los niveles inferiores reduce el radio de deformación de Rossby localf y concentra el calentamiento por convección local.

La capacidad de la convección inicial de perdurar varios días depende de su vorticidad, su estabilidad y su profundidad, según lo define el radio de deformación de Rossby, LR. El radio de Rossby, LR, es la escala crítica que define cuándo la rotación cobra la misma importancia que el empuje hidrostático. Cuando el tamaño de la perturbación es más ancho que LR, la perturbación persiste; los sistemas con radios más pequeños que LR se disipan (fig. 8.18). LR es inversamente proporcional a la latitud, de modo que es muy grande en los trópicos. Sin embargo, la alta vorticidad de los ciclones tropicales reduce el radio de Rossby y permite que los ciclones tropicales existan por varios días, e incluso semanas.

Reajustes basados en el tamaño en relación con el radio de deformación de Rossby, LR.
Fig. 8.18. Ajustes basados en el tamaño en relación con el radio de deformación de Rossby, LR.

f Para un sistema atmosférico con mucha vorticidad relativa, como un ciclón tropical, LR se puede generalizar como

Ecuación del radio Rossby

donde ζ es la componente vertical de la vorticidad relativa, N es la frecuencia de Brunt-Väisälä, H es la profundidad del sistema y fo es el parámetro de Coriolis.

8.3 Ciclogénesis tropical »
8.3.2 Controles dinámicos de la ciclogénesis en el entorno de la vaguada monzónica

En la mayoría de las cuencas, la vaguada monzónica es la región más común de formación de ciclones tropicales, motivo por el cual comenzaremos con una descripción general de los mecanismos de control de la ciclogénesis tropical en el entorno de la vaguada monzónica. Una nueva perspectiva sobre la región tropical del Pacífico noroccidental consiste en separar el entorno tropical de gran escala en una región de vaguada monzónica y una zona de ZCIT, separadas por una zona de confluencia (fig. 3.42). La región de vaguada monzónica se caracteriza por vientos estacionales del oeste casi ecuatoriales y un aumento en el régimen de lluvia. La vorticidad en la troposfera inferior en la región de vaguada monzónica es producto de la circulación ciclónica que resulta de la entrada de los vientos monzónicos del oeste. Esto contrasta con la zona de la ZCIT, que está dominada por los alisios del este, los cuales convergen en la vaguada convectiva de la ZCIT en los niveles bajos. La zona de transición entre los vientos monzónicos del oeste casi ecuatoriales y los alisios del este de la ZCIT se conoce como la zona de confluencia. En este contexto, denominaremos región monzónica a esta combinación de estructuras (vaguada monzónica, zona de confluencia y ZCIT).

8.3 Ciclogénesis tropical »
8.3.2 Controles dinámicos de la ciclogénesis en el entorno de la vaguada monzónica »
8.3.2.1 Mecanismos alternativos de ciclogénesis en la vaguada monzónica

En tiempos recientes, se han identificado tres posibles vías hacia la ciclogénesis tropical en la región monzónica del Pacífico noroccidental44: dos de ellas son mecanismos diferentes de descomposición de la vaguada monzónica18 y la tercera son los giros monzónicos45. Las imágenes satelitales muestran un ejemplo de la descomposición de la vaguada monzónica y la ciclogénesis tropical subsiguiente (fig. 8.19).

Descomposición observada de la vaguada monzónica continua
y la formación de tres ciclones tropicales a lo largo de una semana.
Fig. 8.19. Descomposición observada de la vaguada monzónica continua (arriba) y la formación de tres ciclones tropicales (tercer panel) a lo largo de una semana19. La flecha verde marca la probable posición de la zona de confluencia.

Un modelo simple de vorticidad potencial (VP) para la célula de Hadley brinda abundante evidencia de que la fuente continua de VP asociada con la convección en la ZCIT tiene el efecto de desestabilizar y descomponer periódicamente la ZCIT18 a través de una combinación de inestabilidad barotrópica y baroclínica. Junto a la descomposición asociada de la vaguada monzónica, el mecanismo barotrópico de inestabilidad de la ZCIT puede producir dos resultados: la formación de un grupo de varios ciclones tropicales o la renovada organización simétrica y el desarrollo de un solo ciclón tropical más grande19 (fig. 8.20). Como permite apreciar la figura, la forma de la banda de VP inicial empleada para describir la ZCIT, así como la existencia de otro ciclón, contribuye a determinar el mecanismo de descomposición que se produce. La existencia de un vórtice ciclónico adicional en la ZCIT acelera su descomposición.

Simulaciones de la descomposición barotrópica de la ZCIT
Fig. 8.20. Simulaciones de la descomposición barotrópica de la ZCIT19 considerando la descomposición de la ZCIT convectiva aislada (dos paneles superiores); y la descomposición acelerada de la ZCIT convectiva frente a un ciclón tropical existente (dos paneles inferiores). El panel superior de cada pareja presenta la profundidad equivalente y el panel inferior la vorticidad potencial. La descomposición de la vaguada monzónica representada en la figura 8.19 es un ejemplo real de este fenómeno.

Un giro monzónico es una circulación simétrica cerrada en el nivel de 850 hPa que tiene un alcance horizontal de 25 grados de latitud y persiste durante al menos dos semanas.45 Esta circulación está acompañada por abundante precipitación convectiva alrededor del borde sudsudeste del giro. La escala y la estructura del giro son similares a las del segundo mecanismo de descomposición barotrópica de la vaguada monzónica y ciclogénesis que acabamos de describir (fig. 8.20b). Si bien no podemos todavía afirmar si el giro representa esta descomposición del monzón u otra vía hacia la ciclogénesis, dos estudios44,46 de la frecuencia de las diferentes vías hacia la ciclogénesis en el régimen monzónico sugieren que el giro es un mecanismo poco frecuente.

8.3 Ciclogénesis tropical »
8.3.2 Controles dinámicos de la ciclogénesis en el entorno de la vaguada monzónica »
8.3.2.2 Ondas ecuatoriales

Cuando se forman dos ciclones tropicales a ambos lados del ecuador,47 la estructura de flujo que crean recuerda la estructura de las ondas de Rossby ecuatoriales48,49 (fig. 8.21, sección 4.1.2).

Imagen IR realzada tomada a las 0600 UTC del 11 de noviembre de 2007 de dos ciclones tropicales «gemelos» en los hemisferios norte y sur que sugieren la génesis de ondas de Rossby ecuatoriales
Fig. 8.21. Imagen IR realzada tomada a las 0600 UTC del 11 de noviembre de 2007 de dos ciclones tropicales «gemelos» en los hemisferios norte y sur que sugieren la génesis de ondas de Rossby ecuatoriales.

Si bien el caso ilustrado en la figura 8.21 ofrece evidencia de que las ondas de Rossby ecuatorialesondas de Rossby ecuatoriales pueden iniciar la ciclogénesis, hay quien insiste que las ondas mixtas de Rossby-gravedadondas mixtas de Rossby-gravedad, cuya longitud de onda es menor, son también importantes (figuras 8.22 y 9.34).50

Durante el proceso de ciclogénesis tropical provocado por una onda ecuatorial, se forma una región de convección activa en el lado noroeste de una vaguada de onda casi ecuatorial (o en la región de convergencia máxima en los niveles inferiores, en el caso de las ondas mixtas de Rossby-gravedad). Esta región convectiva se aleja del ecuador y puede llegar a convertirse en una tormenta tropical (figuras 8.21 y 8.22). La eventual formación de una depresión tropical se atribuye a la intensificación del bombeo de Ekman51 en la depresión en fase de evolución (lo cual es coherente con el desarrollo CISK o CISK «gratuito»).52,53,54

Imagen IR realzada tomada a las 0600 UTC del 11 de noviembre de 2007 de dos ciclones tropicales «gemelos» en los hemisferios norte y sur que sugieren la génesis de ondas de Rossby ecuatoriales
Fig. 8.22. Imagen satelital de ondas mixtas de Rossby-gravedad en el ecuador a las 0530 UTC del 31 de octubre de 2007 que ilustra el impacto de la convección en la estructura de la onda. La animación (abajo) muestra el desplazamiento hacia el norte del centro de convección más occidental de la onda al este de Somalia identificada como el ciclón tropical 05A, en fase de debilitamiento.

Se han realizado estudios numéricos con modelos barotrópicos para examinar la evolución no lineal de la actividad de ondas sobre el Pacífico noroccidental en relación con el flujo confluente de fondo (recuerde la zona de confluencia que se muestra en la fig. 8.19). Si se generan continuamente ondas con longitudes aproximadas de 2000 km corriente arriba (hacia el este en pleno trópico), su energía se acumulará en la zona de confluencia monzónica. Esto provoca una contracción en la escala de las ondas de Rossby cortas que conduce a la formación de un vórtice incipiente cuya escala espacial puede permitir que se convierta en un ciclón tropical. Este proceso puede incluso generar una secuencia de formación de vórtices en el extremo de confluencia de la región monzónica del Pacífico noroccidental.

El Pacífico noroccidental no es el único lugar donde se producen ondas ecuatoriales: el crecimiento preferencial de las ondas también se observa en el Pacífico oriental, donde la ZCIT es dinámicamente inestable y la convección es muy activa.17 Se han propuesto dos hipótesis para explicar el mantenimiento del gradiente de VP meridional medio en esta zona: la generación de VP forzada por la convección o la advección de vorticidad absoluta a través del ecuador impulsada por un fuerte gradiente de presión que atraviesa el ecuador en la región de la ZCIT.55 En el segundo escenario, la convección es una consecuencia de la inestabilidad dinámica, y no el agente impulsor, lo cual es coherente con el retardo temporal entre el calentamiento por convección y el pico en el gradiente de VP.56

Un estudio idealizado de la evolución de una onda de Rossby tras su advección en el flujo hacia el este a través de una cadena montañosa que representaba las Sierras Madre Oriental y Occidental de México, reveló un mecanismo inesperado para la ciclogénesis tropical. La interacción dio lugar al desarrollo de una vaguada a sotavento de las montañas y de un máximo de vorticidad secundaria que se propagó corriente abajo con un período de aproximadamente 5 días.21 Tanto la vaguada a sotavento como el máximo de vorticidad secundaria son ubicaciones potenciales de ciclogénesis tropical.57 Por tanto, en términos de la génesis, es posible que el desarrollo de esta vaguada a sotavento desempeñe un rol similar al de la zona de confluencia monzónica en el Pacífico noroccidental.

Si bien se ha relacionado la estacionalidad de la ciclogénesis tropical con el potencial de convección en la región bajo estudio, son los factores dinámicos los que contribuyen al potencial de ciclogénesis diario.42 Las regiones donde se observa la ciclogénesis tropical están relacionadas con zonas de crecimiento preferencial de ondas (junto al ecuador o al «ecuador dinámico» asociado con la ZCIT) o la región monzónica. El rasgo dinámico unificador de estas regiones es la inversión del signo del gradiente meridional de la VP a gran escala. Esta inversión del gradiente de VP satisface la condición de Charney-Stern de inestabilidad dinámica.58

8.3 Ciclogénesis tropical »
8.3.2 Controles dinámicos de la ciclogénesis en el entorno de la vaguada monzónica »
8.3.2.3 Ciclogénesis tropical asociada con la vaguada tropical de la alta troposfera

En las zonas de confluencia de la región monzónica, la ciclogénesis puede iniciarse por acción de las ondas tropicales que se propagan a la región. El proceso de ciclogénesis puede deberse a la interacción entre una onda tropical y una vaguada tropical de la alta troposfera (Tropical Upper Tropospheric Trough, TUTT). La TUTT, una depresión mesosinóptica fría en altura que se ha vinculado a la ciclogénesis en el Pacífico noroccidental y el Atlántico Norte, se puede identificar en las imágenes satelitales como una región despejada con pequeñas células convectivas muy dispersas. La existencia de una onda ecuatorial17,21,50,57 o tropical y la posible interacción con la TUTT59,60 intensifican la convergencia en los niveles inferiores a nivel local y, por tanto, la convección húmeda, creando un ambiente propicio para la ciclogénesis tropical (fig. 8.23). También se ha planteado la hipótesis de que los ciclones tropicales son un mecanismo para la formación de las células de TUTT y que dicha formación se debe al acondicionamiento provocado por la cizalladura ambiental a gran escala. En este caso, la TUTT no sería un agente impulsor de la ciclogénesis tropical, sino su consecuencia.

Aporte de la vaguada tropical de la alta troposfera (<I>Tropical Upper Tropospheric Trough</I>, TUTT) a la ciclogénesis tropical.
Fig. 8.23. Aporte de la vaguada tropical de la alta troposfera (Tropical Upper Tropospheric Trough, TUTT) a la ciclogénesis tropical. La TUTT fuerza el ascenso en la región del ciclón tropical en fase de desarrollo y aporta muy poca cizalladura vertical del viento, de modo que aumenta la convección de la tormenta y el flujo saliente de la tormenta en altura. Esto puede intensificar el desarrollo del ciclón tropical.

8.3 Ciclogénesis tropical »
Sección especial 8-5 ¡Vivieron para contarla!

El origen de esta historia no es del todo claro, pero según una versión del cuento, un día un grupo de pilotos, entre los cuales se encontraba el Teniente Coronel Joe Duckworth, estaban comparando la capacidad de sus aeronaves. Es ese entonces, Duckworth estaba asignado al entrenamiento de pilotos de aeronaves AT-6 durante condiciones meteorológicas adversas. Duckworth insistió que su aeronave podía sobrevivir un huracán. Sus compañeros lo desafiaron, y él y el navegante Ralph O'Hair volaron en un huracán en el golfo de México. ¡Fue el primer vuelo intencional en un ciclón tropical!

De acuerdo con los datos del National Weather Service, Duckworth y O’Hair deben haberse metido en la primera tormenta registrada de 1943 (no se comenzó a asignar nombres a las tormentas hasta 1950). Esta tormenta tocó tierra en Texas como un huracán de categoría 2.

La tradición iniciada por Duckworth y O’Hair continúa hasta el presente: el 53º Escuadrón de Reconocimiento Meteorológico de las Reservas de la Fuerza Aérea (que se conoce como «Cazahuracanes») y el NOAA Corps siguen efectuando vuelos operativos y de investigación en los huracanes.

8.3 Ciclogénesis tropical »
8.3.3 Factores de mesoescala que influyen en la ciclogénesis tropical

En esta sección examinaremos las características de mesoescala en el ambiente que pueden generar el vórtice incipiente de un ciclón tropical y mantenerlo hasta que se produzca ciclogénesis. Entre los factores de mesoescala que influyen en la formación de los ciclones tropicales se incluyen los efectos que contribuyen a la creación del vórtice o la perturbación incipiente (o que la limitan) y a la eventual sobrevivencia de dicho vórtice.

Hace mucho tiempo que comprendemos que las depresiones monzónicas,61 las ondas tropicales africanas21 y los ciclones subtropicales62 generan las perturbaciones originales a partir de las cuales se puede formar un ciclón tropical, si se dan las condiciones termodinámicas adecuadas. Aunque está ampliamente reconocido que la región tropical del océano Pacífico oriental es una región muy activa para la ciclogénesis tropical, las explicaciones de muchas de las vías hacia la ciclogénesis tropical en esta región solo han surgido en la última década.

8.3 Ciclogénesis tropical »
8.3.3 Factores de mesoescala que influyen en la ciclogénesis tropical »
8.3.3.1 Ondas tropicales africanas

Las ondas tropicales africanas (fig. 8.24) inician la ciclogénesis tropical que ocurre en las aguas oceánicas del Pacífico Norte y del Atlántico Norte. Dichas ondas, que se forman sobre el continente africano durante la estación del monzón, son perturbaciones ondulares bien definidas con un período de aproximadamente 3 a 5 días y una escala espacial de unos 1000 km. Ocurren como ondas con una amplitud máxima que se acerca a la del chorro africano del este y una amplitud máxima en los niveles inferiores al norte de dicho chorro. Se desplazan hacia el oeste a velocidades de 7 a 8 m s−1.

Representación esquemática de una onda tropical africana que ilustra la estructura de «V invertida»; isobaras en superficie (líneas de trazos oscuras); líneas de corriente en 700 hPa (líneas rojas); regiones de convergencia y divergencia en la superficie; e inclinación hacia el este de la onda con la altura (líneas blancas con eje de vaguada en niveles medios al este del eje de vaguada en superficie).
Representación esquemática de una onda tropical africana que ilustra la estructura de «V invertida»; isobaras en superficie (líneas de trazos oscuras); líneas de corriente en 700 hPa (líneas rojas); regiones de convergencia y divergencia en la superficie; e inclinación hacia el este de la onda con la altura (líneas blancas con eje de vaguada en niveles medios al este del eje de vaguada en superficie).
Fig. 8.24. (a) Representación esquemática de una onda tropical africana sobre el Caribe que ilustra la estructura de «V invertida»; isobaras en superficie (líneas de trazos oscuras); líneas de corriente en 700 hPa (líneas rojas); regiones de convergencia y divergencia en la superficie; e inclinación hacia el este de la onda con la altura (líneas blancas con eje de vaguada en niveles medios al este del eje de vaguada en superficie). (b) Imágenes IR realzadas de ondas y SCM entre las 1200 UTC del 5 de septiembre y las 0000 UTC del 13 de septiembre de 2006.

Los sistemas convectivos de mesoescala se desplazan con y a través de las ondas tropicales africanas de escala sinóptica (fig. 8.24b). Algunos ciclones tropicales, como Alberto (2000), comienzan como sistemas de onda tropical africana y SCM que se forman cerca de las montañas de las regiones orientales de África (las montañas de Darfur y los altiplanos etíopes) y pasan por ciclos de regeneración de la convección a medida que viajan hacia el oeste. Unos cuantos de estos sistemas evolucionan hasta convertirse en ciclones tropicales cerca de la costa africana, como sucedió con Cindy (1999) y Helene (2006), por ejemplo (la figura 8.24b muestra imágenes de Helene). El patrón de remolino de nubes fotografiado a las 1200 UTC del 8 de septiembre y a las 1800 UTC del 10 de septiembre (fig. 8.24b) indica la existencia de un vórtice convectivo de mesoescala, una estructura que a veces se forma en la región estratiforme de los SCM en fase de disipación. Los vórtices precursores de Helene parecen ampliarse sobre el continente dentro de la estructura de la onda tropical africana, un vórtice intenso emerge del continente y la ciclogénesis tropical comienza poco después. Las observaciones apoyan la idea de que la convección de mesoescala es una fuente de vorticidad potencial para la ciclogénesis tropical. La interacción entre la vorticidad asociada con las ondas tropicales africanas y la vorticidad de mesoescala asociada con los SCM se está estudiando con el fin de diferenciar las ondas tropicales africanas fuertes de las débiles y determinar lo que implica para la ciclogénesis tropical. Estudiaremos los factores de mesoescala que influyen en la ciclogénesis tropical en la sección 8.3.3.3.

Si bien las ondas tropicales africanas tienden a debilitarse y perder su convección en el Atlántico central, a menudo renuevan su fuerza a medida que pasan por el Caribe, y adquieren suficiente energía para terminar su viaje hasta el Pacífico oriental. Es más, durante la estación de 1991, en el Pacífico oriental los ciclones tropicales se formaron preferentemente corriente abajo de las zonas de inercia inestable (como el Caribe), lo cual es coherente con el constante sucederse de ondas ecuatoriales a través de los trópicos del hemisferio occidental56.

Las ondas tropicales se forman en un ambiente similar al primer mecanismo de ciclogénesis de «formación de múltiples tormentas» ilustrado en la figura 8.20 (paneles superiores), lo cual nos permite confiar que este modelo barotrópico capta la importante física de ciclogénesis en esta región, de modo que el mecanismo de ciclogénesis de formación de tormentas múltiples parece existir en el monzón africano. Debido a que encontramos estructuras de VP y convección muy similares en otras regiones monzónicas,63 calculamos que África no debe ser una región exclusiva para la formación de ondas tropicales.18 Esto sugiere que también pueden generarse perturbaciones similares en el monzón australiano. En fin, ¿son las ondas tropicales un fenómeno africano, o bien un fenómeno mundial?

En un estudio realizado para evaluar el potencial de formación de ondas tropicales en Australia en comparación con África63 se identificó un pico de 2 a 6 días en la varianza del monzón africano (radiación de onda larga saliente y vientos en los niveles bajos de la atmósfera) coherente con la actividad de ondas tropicales,64 pero no se encontró ningún pico correspondiente en los datos australianos, incluso aplicando los criterios de manera menos estricta.

¿A qué puede deberse la falta de actividad de ondas tropicales en Australia? (Escriba su respuesta en el campo siguiente.)

Explicación

Hasta la fecha se han propuesto tres posibles razones para la inexistencia de ondas tropicales en Australia:63,65 (1) la región del monzón australiano (gradiente de VP) tiene una amplitud equivalente a tan solo el 60 % de la amplitud de la región africana; (2) la falta de accidentes topográficos en Australia, que puede llevar a un chorro del este más flojo; (3) o bien la estabilidad del patrón de flujo australiano, que amortigua las ondas.

Por el momento, parece que África es una fuente exclusiva de ondas tropicales.

8.3 Ciclogénesis tropical »
8.3.3 Factores de mesoescala que influyen en la ciclogénesis tropical »
8.3.3.2 Desarrollo a partir de una tormenta subtropical

Sorprendentemente, el rol de las tormentas subtropicales en la ciclogénesis tropical apenas se reconocía antes del decenio pasado, cuando una serie de estudios examinaron esta forma de génesis para los ciclones tropicales del Atlántico Norte.42,66,67,68 La relativamente frecuente tendencia de utilizar el ciclón subtropical como una categoría genérica para clasificar cualquier tormenta de naturaleza ambigua, hasta el punto de asignarles nombres como el que en español vendría siendo «neutrocán» (neutercane), ilustra la lentitud con que se llegó a reconocer esta posibilidad. Como resultado de los impactos de los ciclones subtropicales del Atlántico en 2002, el Centro Nacional de Huracanes (CNH) de EE.UU. comenzó a asignar a dichas tormentas nombres de la misma lista empleada para los ciclones tropicales.

Para que una tormenta subtropical dé lugar a la formación de un ciclón tropical, es preciso que se cree un intenso ciclón de núcleo cálido a partir de un vórtice poco profundo de nivel medio (de núcleo frío en la troposfera inferior).16,66,67,69 El proceso de «transición tropical» que transforma el ciclón subtropical en un ciclón tropical (fig. 8.25) comienza cuando una vaguada profunda de núcleo frío (signo + negro) en los vientos superiores del oeste se aproxima a una zona baroclínica en niveles bajos, ya sea un frente de superficie sobre aguas cálidas o un intenso gradiente de TSM con agua caliente en el lado del ecuador (por ejemplo: la Corriente del Golfo). Si la vaguada en altura se separa de los vientos del oeste (una onda de Rossby rompiente)68 y se transforma en una depresión aislada en altura, su escala y velocidad de movimiento son más favorables para la formación de una tormenta subtropical. Si la depresión aislada en altura crece baroclínicamente, es posible que cerca de la superficie se forme un reflejo de la anomalía de VP en altura (signo + gris). La onda baroclínica resultante en los niveles bajos puede organizar la convección prevaleciente y concentrarla sobre aguas cálidas (TSM superior a 26 °C).

Representación esquemática de las ondas de perturbación de VP en altura y en los niveles bajos durante el crecimiento baroclínico a partir de un sistema subtropical con calentamiento por convección entre las capas que modifican el sistema por reorganización diabática de la VP.
Fig. 8.25. Representación esquemática de las ondas de perturbación de VP en altura y en los niveles bajos durante el crecimiento baroclínico a partir de un sistema subtropical con calentamiento por convección entre las capas que modifican el sistema por reorganización diabática de la VP. Adaptación de la figura 47 de Guishard (2006)69. Se basa en los resultados de Guishard69 y Davis y Bosart.72,73

Para generar el flujo entrante en la superficie e incrementar los flujos superficiales necesarios para el desarrollo posterior, el vórtice en niveles medios debe desarrollarse hacia abajo hasta la superficie.70,54. En un ambiente inestable, el ascenso en el vórtice de nivel medio puede forzar la convección. El resultante calentamiento por convección conduce a la generación diabática de VP ciclónica por debajo del nivel de calentamiento máximo, lo cual va formando el vórtice hacia abajo hasta la superficie.67 Los vientos de giro ciclónico en la superficie generan flujos superficiales que aumentan la θe del aire que penetra el núcleo casi saturado del sistema en fase de desarrollo; esto intensifica la convección y permite el crecimiento del sistema hasta que se vuelva autosostenible y pueda desarrollarse de forma independiente de su entorno.

La necesidad de introducir humedad en la región del vórtice incipiente en los niveles medios sugiere la necesidad de condiciones de escasa cizalladura vertical del viento en la región de génesis: un flujo mínimo relativo al vórtice crea condiciones que producen una humectación local más eficiente, fomentan un desarrollo más rápido de la perturbación inicial y minimizan la probabilidad de que algún factor ambiental adverso destruya el sistema.16,67 Por tanto, la evolución de una tormenta subtropical hasta que se transforme en un ciclón tropical requiere poca cizalladura vertical del viento en un entorno convectivo y húmedo, cuando existe un máximo de vorticidad relativa. Esto significa que las condiciones necesarias pero no suficientes para la ciclogénesis tropical71 se deben satisfacer incluso en este mecanismo de ciclogénesis inusual.

8.3 Ciclogénesis tropical »
8.3.3 Factores de mesoescala que influyen en la ciclogénesis tropical »
8.3.3.3 Desarrollo a partir de un SCM

Los sistemas convectivos de mesoescala (SCM) son concentraciones organizadas de convección. Como parte del desarrollo de las condiciones en la región monzónica, se observa un aumento en la organización de los SCM durante las 72 horas previas a la ciclogénesis, lo cual apoya la hipótesis de interacción mutua entre los vórtices de mesoescala y el flujo a gran escala.16,46,74 El ciclón tropical Oliver (1993) representa el primer caso documentado de ciclogénesis producto de la acumulación de vorticidad de mesoescala.16 Oliver surgió de la evolución de un grupo de mesovórtices débiles que se fusionaron para transformarse en dos SCM (figuras 8.26a y b). Posteriormente, uno de estos SCM desarrolló una estructura de ojo (fig. 8.26c) y se separó del otro sistema, que se transformó en la banda de lluvia del ciclón tropical (fig. 8.26d). A medida que estos procesos ocurrían, la vorticidad relativa en los niveles bajos de la vaguada monzónica de gran escala se intensificó por medio de procesos diabáticos. Esto provocó la reducción del radio de deformación de Rossby (fig. 8.18) del ambiente general de la ciclogénesis, concentrando aún más los efectos del calentamiento por convección a nivel local.

Desarrollo del ciclón tropical Oliver a partir de la fusión de dos sistemas convectivos de mesoescala.
Fig. 8.26. Desarrollo del ciclón tropical Oliver a partir de la fusión de dos sistemas convectivos de mesoescala (Simpson et al., 1997).16

8.3 Ciclogénesis tropical »
8.3.4 Sobrevivencia y evolución del vórtice

Independientemente de cómo se forme, el vórtice incipiente debe conservar su coherencia hasta que se encuentre en un ambiente propicio para la ciclogénesis tropical y para que la tormenta se intensifique. Por tanto, la respuesta del vórtice de mesoescala incipiente frente al forzamiento ambiental también determinará la probabilidad de que produzca la ciclogénesis.

Un ciclón tropical incipiente con convección débil será más susceptible a debilitarse, incluso en regiones de cizalladura vertical del viento muy baja. La cizalladura inclinará el vórtice en la vertical, suprimiendo el movimiento vertical en la región de convección y debilitando la tormenta.75,76 Sin embargo, si este vórtice experimenta solo un breve período de cizalladura vertical del viento, puede recuperarse de la inclinación inducida por la cizalladura desarrollando asimetrías de vórtice.76,77,78 El hecho de que el ciclón tropical recupere la estructura de tormenta simétrica es sensible al gradiente radial de la vorticidad de la tormenta.

Es frecuente observar que una fuerte cizalladura vertical del viento (>10-15 m s−1 en la región de 850-200 hPa) debilita un ciclón tropical en fase de desarrollo al suprimir la convección en su núcleo. Sin embargo, a veces incluso una tormenta débil puede organizarse en oposición a la cizalladura, de modo que puede persistir e incluso intensificarse en una región de fuerte cizalladura vertical del viento.66,79,80,81 Con toda probabilidad, el ciclón que se convirtió en huracán Danny (1997) se benefició de condiciones de cizalladura vertical moderada (5-11 m s−1 en la capa de 850 a 200 hPa).80 La cizalladura fomentó la cizalladura descendente de la convección en Danny, aumentando la vorticidad ciclónica en esa región (fig. 8.27). Esta vorticidad ciclónica que acababa de producirse se organizó para formar un vórtice en los niveles inferiores y luego asimiló la vorticidad asociada con la tormenta original para transformarse en el «Danny» primario (fig. 8.27). El aumento en la evaporación provocado por la intensificación del vórtice de superficie intensificó la convección y llevó a la intensificación de Danny hasta que se convirtió en un huracán.

Representación idealizada del modelo (izquierda) e imágenes satelitales (derecha) del desarrollo del huracán Danny (1997) desde una tormenta tropical débil (arriba) hasta un huracán marginal (abajo).
Fig. 8.27. Representación idealizada del modelo (izquierda) e imágenes satelitales (derecha) del desarrollo de huracán Danny (1997) desde una tormenta tropical débil (arriba) hasta un huracán marginal (abajo).

El caso de Danny (1997) sugiere que el entorno termodinámico original era incapaz de soportar la formación de ciclones tropicales. Aunque fue perjudicial para el vórtice original, la cizalladura junto con el vórtice logró modificar el entorno termodinámico (generando convección, convergencia y humectación de la atmósfera), de modo que cuando el vórtice de Danny volvió a formarse pudo intensificarse (encontrará más detalles sobre este proceso en la sección 8.4.1.2). Esto nos permite apreciar que hay cizalladura «positiva» y cizalladura «negativa» para el desarrollo de un ciclón tropical. Que se trate de un caso u otro depende de la intensidad y el tamaño de la tormenta que encuentran, así como de las temperaturas y la humedad atmosférica.

Tratemos de pronosticar el desarrollo de una tormenta a partir de nuestra comprensión del impacto de la cizalladura y otros factores ambientales. (Escriba su respuesta en el campo siguiente.)

Dada la información de cizalladura vertical del viento y TSM para los ciclones tropicales que se muestran a continuación, ¿qué cree que sucederá en las próximas 36 horas? Haga un pronóstico para cada tormenta:

a. La tormenta se intensificará.
b. Esencialmente, la intensidad de la tormenta no cambiará.
c. La tormenta se debilitará.
Karen a las 0600 UTC
Tormenta 1:

TSM = 26,5 °C


Magnitud de la cizalladura = 15 m s−1 (650 hPa)


La flecha indica la dirección de la cizalladura.
Ericka antes
Tormenta 2:


TSM = 28 °C


Magnitud de la cizalladura = 10 m s−1 (650 hPa)


La flecha indica la dirección de la cizalladura.

Explicación

Debería poder utilizar el material que hemos estudiado hasta ahora para definir algunas reglas simples que guíen sus pronósticos de la próxima etapa de desarrollo de estas dos tormentas. Por ejemplo:

(i) en general, la existencia de una fuerte cizalladura vertical del viento no ayuda al desarrollo de la tormenta;
(ii) la cizalladura vertical del viento puede contribuir a la intensificación de la tormenta si la TSM es alta y no hay otros factores negativos (como aire seco) que reduzcan la velocidad de intensificación.

Los pronósticos correctos para estas tormentas:

Karen a las 1800 UTC
La respuesta correcta para la tormenta 1 es (c):


La tormenta se debilitará.



¿Por qué? En esta situación la combinación de cizalladura fuerte y TSM fría (para una región tropical) tiene un efecto adverso sobre la intensificación.

Esta imagen satelital muestra la misma tormenta 36 horas más tarde. Claramente, está desorganizada y ha perdido la mayor parte de la convección activa alrededor del ojo (aquí vemos la capa de cirros).
La respuesta correcta para la tormenta 2 es (a):


la tormenta se intensificará.



¿Por qué? Si bien la cizalladura es más débil que para la tormenta 1, sigue siendo relativamente fuerte. Por tanto, la TSM más alta aporta una fuente de humedad lo suficientemente alta para que la tormenta pueda oponer resistencia a la cizalladura, aumentar su convección e intensificarse.



Esta imagen satelital muestra la misma tormenta 72 horas más tarde. La tormenta ha desarrollado una estructura simétrica con un ojo despejado rodeado completamente por una pared de nubes.
Erica después

Como demostró el caso de huracán Danny que acabamos de presentar, la convección húmeda puede contribuir a reducir los impactos de la cizalladura vertical del viento. Sin embargo, como veremos más adelante, no toda la convección húmeda es igual, y la convección no es siempre un elemento positivo para la tormenta.

Inhibición de la convección por la estabilización de la capa límite superficial por las corrientes descendentes frescas.
Fig. 8.28. Inhibición de la convección por la estabilización de la capa límite superficial por las corrientes descendentes frescas.

La distribución espacial de la convección en el vórtice puede influir fuertemente en las primeras etapas de la evolución de un ciclón tropical.82 El desarrollo de la convección en un ambiente subsaturado produce el arrastre y la incorporación de aire seco que provoca la evaporación de la lluvia en la corriente descendente e introduce el aire fresco y seco de la corriente descendente en la capa límite superficial debajo de la convección. Es evidente que esto deseca y estabiliza la capa límite superficial a nivel local70 y suprime el desarrollo de más convección (fig. 8.28). Una región con un alto nivel de humedad relativa en la troposfera media apoyará la convección «buena», ya que las corrientes descendentes convectivas húmedas en este entorno mantienen húmeda la capa límite superficial y, por tanto, facilitan la continuación de la convección en el núcleo de la tormenta que está desarrollándose. Si se corta la convección en la pared del ojo, es posible que se establezca un anillo de convección «periférica» externa.67,82 Este anillo externo de convección activa acelera la rotación del viento tangencial y el gradiente de presión radial asociado a buena distancia del radio de vientos máximos y reduce el gradiente de presión radial más cerca del centro de la tormenta, debilitando el flujo afluente hacia el núcleo en los niveles bajos. La circulación secundaria (entrante, ascendente y saliente) de la tormenta ahora alimenta esta convección externa y produce subsidencia en la cercanía de la antigua pared del ojo. La subsidencia debilita la convección en la pared del ojo, suprime la acumulación de humedad en la troposfera media en la zona del núcleo y debilita los vientos máximos en la superficie. El anillo de convección periférica ahora predomina y determina la ubicación de la convección subsiguiente.82 Si la pared del ojo original se desmorona por completo, es posible que el anillo de convección periférica se contraiga para formar una nueva pared del ojo. La conservación del momento angular absoluto sugiere que en algún momento la tormenta debería volver a intensificarse por medio de este proceso.34,83

Es común observar un aumento en la actividad eléctrica en las bandas de lluvia y la pared del ojo de las tormentas tropicales más débiles,37 un ejemplo de lo cual se observa en la figura 8.29. Pese a que la magnitud de la cizalladura vertical del viento que afectaba el huracán Bertha (1996) era casi el doble la que experimentó la tormenta tropical Alberto (1994), a medida que se debilitaba después de tocar tierra Alberto produjo muchísimas más descargas eléctricas. Esta distribución de la convección (y de los rayos asociados) es coherente con el desarrollo de profundas circulaciones divergentes en las tormentas75 y la mayor perturbación que sufre la tormenta debilitada.

Demostración del impacto de la cizalladura vertical del viento en ciclones tropicales de diferente intensidad. La figura muestra la distribución de relámpagos alrededor de (a) el huracán Bertha (1996) y (b) la tormenta tropical Alberto (1994) en su fase de debilitamiento.
Fig. 8.29. Demostración del impacto de la cizalladura vertical del viento en la distribución de las descargas eléctricas en dos ciclones tropicales de distinta intensidad. La figura muestra los relámpagos alrededor de (a) el huracán Bertha (1996) y (b) la tormenta tropical Alberto (1994) en su fase de debilitamiento. Las imágenes han sido giradas para que el vector cizalladura vertical del viento promedio para el área señale hacia arriba. Adaptado de Corbosiero y Molinari (2002).38

8.3 Ciclogénesis tropical »
8.3.5 Resumen de los posibles mecanismos de ciclogénesis tropical

En los últimos 10 a 15 años, se ha llegado a reconocer la existencia de una gama mucho más amplia de posibles factores causantes de la ciclogénesis tropical. La figura 8.30 muestra los mecanismos identificados en tiempos recientes como factores que contribuyen a la ciclogénesis tropical en cada una de las cuencas oceánicas afectadas.

Mapa de fuentes reconocidas de ciclogénesis tropical
Mapa de fuentes reconocidas de ciclogénesis tropical
Fig. 8.30. Fuentes reconocidas de ciclogénesis tropical identificadas para cada cuenca oceánica.

Entre los impactos a gran escala en la ciclogénesis tropical que ahora comprendemos más cabalmente, cabe mencionar la aclaración del rol positivo de la cizalladura en el desarrollo baroclínico de las perturbaciones precursoras subtropicales y el aumento de la organización convectiva por medio de la evolución de la oscilación de Madden-Julian (MJO) intraestacional en toda la cuenca.84,85

Se ha demostrado que la intensificación de la vaguada monzónica tanto por la convección activa como por la persistencia de las ondas tropicales hasta el Pacífico noroccidental aumenta la probabilidad de ciclogénesis. Además, las observaciones satelitales han permitido confirmar el rol de las ondas ecuatoriales de Rossby y las ondas mixtas de Rossby-gravedad como perturbaciones precursoras de la ciclogénesis tropical

Todos estos mecanismos de ciclogénesis tropical transmiten un mensaje general: cada componente del parámetro de ciclogénesis de Gray41 juega un papel físico en el preacondicionamiento del ambiente y, por tanto, modula la frecuencia de formación de las tormentas.

Se han mejorado los pronósticos operativos de ciclogénesis tropical en dos frentes: los modelos de pronóstico diario y los pronósticos estacionales de la actividad de ciclones tropicales, expresados en términos de número de tormentas y huracanes o días de tormenta.

Pronóstico de ciclones tropicales en entornos operativos

Lea sobre el pronóstico de ciclones tropicales en entornos operativos en la sección 9.5. ¡Escuche las palabras de algunos pronosticadores expertos de ciclones tropicales! Aprenderá cómo preparan sus pronósticos, cuál fue su inspiración para la carrera y qué formación recibieron (capítulo 9, sección especial 2).

8.4 Intensidad

Cuando un ciclón tropical amenaza la costa, nuestro instinto natural es preguntarnos primero si atacará directamente la zona donde vivimos y después qué intensidad va a tener. Ambas interrogantes se pueden resumir en términos de cómo nos afectar´ personalmente.

En esta sección examinaremos (i) el concepto de intensidad potencial (IP) y su relación con la intensidad real, (ii) cómo el entorno modula la intensidad de la tormenta, (iii) los impactos del núcleo interno en la intensidad de la tormenta y (iv) la estimación satelital de la intensidad de los ciclones tropicales.

8.4 Intensidad »
8.4.1 Intensidad potencial (IP)

En 1948, Palmén86 explicó el límite inferior de 26-27 °C en la TSM para la formación de tormentas tropicales en términos de la temperatura potencial (θe) equivalente necesaria en la capa límite superficial para mantener la convección profunda en los trópicos. Este análisis aumentó nuestra comprensión del límite inferior de TSM para la ciclogénesis tropical que ya se había determinado de forma empírica. ¿Pero qué intensidad máxima puede alcanzar un ciclón tropical?

Dos teorías predominan como alternativas para explicar los límites en la intensidad de los ciclones tropicales, es decir, su intensidad potencial (IP). La intensidad potencial es la velocidad máxima posible de los vientos de superficie o la presión central mínima que una tormenta individual puede alcanzar dadas las limitaciones impuestas por la termodinámica de su entorno. A continuación consideraremos los aspectos fundamentales de estas dos teorías de la intensidad potencial.

8.4 Intensidad »
8.4.1 Intensidad potencial (IP) »
8.4.1.1 Primeras teorías sobre la intensidad potencial: CISK

En 1958, Banner Miller desarrolló un modelo teórico de la intensidad de los huracanes87 en el cual la intensidad máxima de un ciclón tropical se relaciona con (i) la TSM en el centro de la tormenta, (ii) la humedad relativa el aire de superficie en la tormenta, (iii) los gradientes térmicos en el ambiente de la tormenta y (iv) la temperatura potencial en la cima de la tormenta y su altura por encima de la superficie. Miller razonó que la temperatura y humedad de superficie (y, por tanto, hasta las temperaturas potenciales equivalentes, θe, del aire de superficie) determinan las temperaturas que se alcanzan en la convección en altura y, por tanto, las temperaturas potenciales en la cima de la pared del ojo. Miller calculó la caída de la presión hidrostática provocada por las anomalías de temperatura potencial asociadas con la convección de la pared del ojo y llegó a la conclusión de que se debe incluir el calentamiento por subsidencia en el ojo para alcanzar el rango de presiones centrales mínimas observado.

El modelo de huracán maduro de Miller es coherente con la teoría de inestabilidad condicional de segundo orden (Conditional Instability of the Second Kind, CISK) del mantenimiento y la intensificación de los ciclones tropicales propuesta simultáneamente por dos grupos a comienzos de la década de 1960.52,53 La «perspectiva CISK» sostiene que la convergencia friccional del aire cálido y húmedo (θe alta) de la capa límite superficial en el ciclón tropical determina la cantidad de calor latente que se libera en la convección de la pared del ojo (fig. 8.31). Desde esta perspectiva, la convergencia en la capa límite superficial suministra toda la humedad necesaria para la convección y la condensación de agua en las nubes. En este proceso se libera el calor latente que se convierte en energía mecánica, que se manifiesta en forma de los vientos del ciclón tropical. Sin embargo, en CISK la fricción desempeña dos roles: (1) la desaceleración de los vientos en la superficie (a una velocidad por debajo del balance del viento gradiente) causa (2) la convergencia friccional que transporta el aire húmedo de la capa límite. Por tanto, para que la tormenta se intensifique, la liberación de calor latente debe proveer más energía mecánica de la que se pierde por desaceleración friccional al crear la convergencia. Esto significa que si la energía liberada del calor latente equilibra la energía que se pierde por fricción superficial, la tormenta podrá mantener su intensidad actual. Si la energía mecánica generada por la liberación del calor latente es mayor que la energía perdida por fricción superficial, el ciclón tropical se intensificará.54

Un componente importante de la teoría CISK es que depende de la existencia de una perturbación incipiente para crear el flujo entrante convergente. Aunque existen muchas perturbaciones tropicales, solo unas cuantas se convierten en ciclones tropicales.42 El éxito de una perturbación específica depende de su entorno.71,88

Representación esquemática del proceso CISK, parte 1
Representación esquemática del proceso CISK, parte 2
Fig. 8.31. Representación esquemática de la inestabilidad condicional de segundo orden (Conditional Instability of the Second Kind, CISK): (a) dado un ciclón incipiente en los niveles inferiores con una capa límite superficial húmeda, la convergencia friccional de la humedad y el ascenso forzado impulsan la convección; (b) el calentamiento latente liberado por convección reduce la presión en la superficie, intensifica el ciclón en los niveles inferiores y aumenta la convergencia de humedad y convección en una secuencia de retroalimentación positiva.

8.4 Intensidad »
8.4.1 Intensidad potencial (IP) »
8.4.1.2 WISHE: una teoría de intensidad potencial basada en el ciclo de Carnot

Una perspectiva alternativa de los ciclones tropicales consiste en considerarlos como sistemas cerrados, como en un «motor de Carnot»89,90 (fig. 8.32) y no en términos de la «chimenea» convectiva húmeda impulsada por la fricción que postula la teoría CISK. En teoría, un motor de Carnotg es un sistema cerrado en el cual la energía térmica se convierte en energía mecánica. Al igual que en la teoría CISK, la teoría WISHE de intensidad de los ciclones tropicales depende de la existencia de una perturbación incipiente de amplitud finita.14

Representación esquemática del flujo de energía en un ciclón tropical idealizado como modelo de motor de Carnot.
Fig. 8.32. Representación esquemática del flujo de energía en un ciclón tropical idealizado como modelo de motor de Carnot. El aire entrante de la capa límite superficial atmosférica (derecha a izquierda abajo) fluye isotérmicamente, asciende adiabáticamente en la convección de la pared del ojo, fluye hacia afuera isotérmicamente y se distribuye a gran distancia a una altura cerca de la tropopausa, y finalmente desciende, lejos de la tormenta.

Los cuatro «segmentos» del ciclo de Carnot (fig. 8.32) son: (1) flujo entrante isotérmico del aire cerca de la superficieh (A-B); (2) ascenso adiabático húmedo en la convección de la pared del ojo y flujo saliente justo debajo de la tropopausa (B-C); (3) descenso del aire enfriado en el entorno lejos del centro del ciclón tropical (C-D). Para cerrar el sistema, (4) se supone que el aire enfriado regresa adiabáticamente al entorno del ciclón tropical (D-A).

El flujo a lo largo de los segmentos B-C y D-A sigue superficies de momento angular constante, aunque el modelo supone que las temperaturas potenciales equivalentes (temperatura potencial equivalente de saturación constante ) saturadas y constantes de las superficies de momento angular encima de la capa límite superficial equivalen a la θe del aire en la capa límite. Las variaciones de humedad y los efectos de la fricción causan la divergencia de estas superficies en la misma capa límite.

Si bien en esta representación conceptual del modelo (fig. 8.32) el «ciclón tropical de ciclo de Carnot» aparece como un sistema cerrado, las observaciones no apoyan el vínculo entre el segmento que desciende lejos del centro de la tormenta y el flujo entrante en la capa límite superficial (D-A). Los ciclones tropicales existen en un sistema fluido complejo (la atmósfera) y no son sistemas realmente aislados. Además, un flujo de calor descendente a través de la cima de la capa límite superficial también calienta el ciclón. Este proceso no figura en ninguno de los modelos de intensidad potencial (IP) que hemos descrito. A pesar de las muchas hipótesis simplificadoras que incluye, la teoría de intensidad potencial basada en el ciclo de Carnot produce un cálculo razonable del límite superior de la intensidad de los ciclones tropicales en un entorno dado, aunque no de la intensidad real en ningún momento en particular.

Consideremos ahora los primeros dos segmentos del ciclo de Carnot: el flujo entrante y el transporte de aire hacia arriba en la pared del ojo y hacia afuera cerca de la tropopausa. Se supone que el flujo entrante en la capa límite atmosférica es isotérmico, pese a que el aire está humectándose por efecto de la evaporación de la superficie marina y que la presión en la superficie está bajando (porque la necesidad de la existencia de una perturbación incipiente que mencionamos en la sección 8.3 implica que el aire ya fluye hacia el centro de un sistema de baja presión). Esto significa que se debe añadir calor al aire entrante, ya que de otra forma la acción de la expansión adiabática seca (debida a la caída de la presión en la superficie) y del enfriamiento evaporativo reducirían la temperatura ambiente en la superficie. En una formulación estricta del modelo de Carnot, el calor agregado para mantener el aire en la superficie en condiciones isotérmicas puede provenir del calor sensible en la superficie oceánica (el agua cálida calienta el aire por conducción) y la liberación de calor ocasionada por la desaceleración friccional del viento a medida que sopla sobre la superficie oceánica.

El aire transportado por ascenso adiabático húmedo desde la superficie hasta la cima de la pared del ojo tiene la misma temperatura potencial equivalente de saturación, temperatura potencial equivalente de saturación constante (una aproximación de la energía estática húmeda). Como resultado de esto, podemos calcular la diferencia de temperatura entre el aire en la superficie y la cima del ciclón tropical si conocemos (i) el valor de temperatura potencial equivalente de saturación constante para el aire de la capa límite superficial directamente debajo de la pared del ojo y (ii) la altura de la tropopausa (la altura máxima de la capa de corriente saliente). Esto nos da las características de la corriente adiabática húmeda saliente del modelo de motor de Carnot (fig. 8.32). Como veremos a continuación, esta diferencia de temperatura entre la superficie y la tropopausa es lo que indica cuánta energía podemos obtener del sistema.

A medida que el aire asciende, fluye con una buena aproximación a lo largo de superficies de momento angular constante, de modo que este modelo supone implícitamente que las superficies de momento angular tienen valores de temperatura potencial equivalente de saturación constante constantes. El momento angular se calcula a partir de una combinación de la velocidad del viento y la distancia del centro del sistema de coordenadas (que en este caso es el centro del ciclón tropical), y los vientos de un ciclón tropical rotan más despacio cuanto mayor la altura encima de la superficie y la distancia del centro. Esto significa que las superficies de momento angular constante deben inclinarse hacia afuera con la altura, lo cual coincide con la representación esquemática de la figura 8.32 y con la estructura inclinada de la pared del ojo evidente en la fotografía del huracán Iván de 2004 (fig. 8.33).

Fotografía de la inclinación de la pared del ojo del huracán Iván (2004) tomada por Jenni Evans.
Fig. 8.33. Fotografía de la inclinación de la pared del ojo del huracán Iván (2004). Jenni Evans tomó esta fotografía desde una aeronave WC-130 de NOAA durante una misión que cruzó Iván la noche anterior a su llegada a tierra en la costa del golfo de México.

Encontrará una explicación de los motivos de la inclinación de las superficies constantes de momento angular absoluto de un ciclón tropical y el vínculo con la estructura de la pared del ojo en la sección especial 8-6.

Como hemos visto, la fuente de energía de un ciclón tropical en el ciclo de Carnot teórico es el océano subyacente. La evaporación, el flujo de calor sensible y el calor de la fricción se combinan para mantener un flujo entrante isotérmico y paulatinamente más húmedo en la capa límite superficial para alimentar la convección profunda de la pared del ojo. En la perspectiva CISK tradicional sobre la profundización de los ciclones tropicales,52,53,87 la convergencia friccional del aire húmedo de la capa límite superficial (el «combustible» para la liberación de calor latente en la pared del ojo) y la subsidencia en el ojo se combinan para crear y mantener el núcleo cálido del ciclón tropical, lo cual reduce la presión en la superficie. Desde la perspectiva del ciclo de Carnot, el aire asciende casi al ritmo del gradiente adiabático saturado en la pared del ojo, conservando la Aproximación de la energía estática húmeda a la vez que se va desecando paulatinamente debido a la lluvia.70,90 El resultado neto son temperaturas mucho más frías en la capa de flujo saliente (justo debajo de la tropopausa) en comparación con las temperaturas del flujo entrante en la capa límite, que se suponen iguales a la TSM (fig. 8.32). Esta diferencia de temperatura entre la superficie oceánica y la tropopausa suministra la energía termodinámica que impulsa el sistema.

Para determinar la fracción de energía térmica que se puede convertir en energía mecánica, calculamos la eficiencia ε del motor de Carnot del ciclón tropical. Utilizamos valores típicos de TSM y temperatura de la tropopausa (fig. 8.32) para solucionar la ecuación en términos de ε:

Ecuaciones del viento horizontal            (6)

Esto muestra que aproximadamente un tercio de la energía térmica disponible se puede convertir en energía mecánica.

¿Cómo se transfiere esto a los vientos del ciclón tropical? Dada la caída de la presión central debajo del ojo (que se puede obtener solucionando la ecuación del modelo de ciclo de Carnot) y suponiendo tanto una distancia hasta un ambiente no perturbado como una presión ambiental (parámetros del modelo que se deben asignar), es posible calcular la distribución del viento gradiente para el campo de viento tridimensional.89,90 Tales cálculos brindan valores del viento razonables para los ciclones tropicales muy intensos observados.

Tres aplicaciones de la IP ilustran su utilidad para comprender la evolución y los impactos de los verdaderos ciclones tropicales: (i) inferir la máxima intensidad posible para un ciclón tropical observado en cualquier lugar del mundo (fig. 8.34); (ii) generar un límite superior para una comprobación empírica de los pronósticos SHIPS de la intensidad real de una tormenta mediante su comparación con la intensidad potencial (vea la sección 9.5.3); y (iii) estudiar la capacidad del ambiente de regresar a las condiciones que existían antes del paso de un ciclón tropical.91

Mapa de la distribución climatológica de la intensidad potencial en febrero.Mapa de la distribución climatológica de la intensidad potencial en septiembre.
Fig. 8.34. Mapas de la presión de superficie media mínima sostenible, una medida de la intensidad potencial IP, en febrero (arriba) y septiembre (abajo).

g Nuestra discusión del modelo de ciclo de Carnot para ciclones tropicales será descriptiva. Para una explicación matemática más completa de esta teoría, remitimos al lector a los estudios originales.89,90

h Cabe recordar que los análisis recientes13 han llegado a la conclusión de que la capa límite superficial de los ciclones tropicales no es isotérmica. Aún no se ha estudiado el impacto de este resultado (a través de cambios en las propiedades del flujo entrante) para este modelo de IP.

8.4 Intensidad »
Sección especial 8-6 Superficies inclinadas de momento angular constante y su relación con la pared del ojo

Esta sección es muy teórica; es recomendable tener conocimientos de meteorología dinámica.

En meteorología, es normal hacer referencia a cantidades específicas.i Esto se debe a que no definimos las parcelas individuales de la atmósfera y, por tanto, no nos preocupan la masa u otras propiedades de una parcela, sino las propiedades de la atmósfera en general. Teniendo presente esta aclaración, vamos a considerar el momento angular absoluto, recordando siempre que se trata del momento angular absoluto específico.

Recuerde que el momento angular absoluto (específico), Ecuación, se define como

Ecuación,      (E8-6.1)

donde Ecuación es el vector posición (relativo al eje) y Ecuación es la velocidad absoluta de la parcela cuyo momento angular estamos calculando.

Si nos interesa únicamente la rotación acimutal en torno al eje vertical, solo necesitamos la componente vertical del momento angular relativo:Ecuación

Ecuación,      (E8-6.2)

donde M es ahora la magnitud de este componente vertical del momento angular absoluto, r es la distancia radial escalar hasta el lugar donde el viento giratorio tiene la velocidad v y fo es el valor del parámetro de Coriolis en el centro de la tormenta. Como Ecuación (la velocidad rotacional del viento decrece con la altura), Ecuación, el momento angular decrece a medida que subimos manteniendo un radio constante respecto del centro de la tormenta.  El aporte del segundo término, Ecuación, al momento angular da Ecuación, que aumenta a medida que aumenta el radio, porque fo es constante y r2 aumenta rápidamente con el radio. Los vientos crecen y después decrecen con el radio, de modo que dentro del radio de vientos máximos y es pequeño para radios grandes (porque la reducción en los vientos y el aumento en los radios se oponen).

Si combinamos esta información en M(r,z) terminamos con superficies de momento angular absoluto constante inclinadas hacia afuera y hacia arriba. Debido a que un fluido fluye a lo largo de una superficie de momento angular absoluto constante en un sistema adiabático, esto confirma que el ascenso se da casi al ritmo del gradiente adiabático saturado. Ahora que hemos establecido que (i) la pared inclinada del ojo es una superficie de momento angular constante y (ii) para nuestro ciclón tropical simétrico aislado el aire que fluye sobre esta superficie debe seguir el ritmo del gradiente adiabático saturado, podemos volver a nuestro examen de los demás aspectos de la teoría del ciclo de Carnot.

i Una cantidad específica es una cantidad normalizada por unidad de masa. Por ejemplo, la masa se representa por la densidad inversa, α, que equivale a volumen por unidad de masa.

8.4 Intensidad »
8.4.2 Factores ambientales que limitan la intensidad de los ciclones tropicales

Todas las condiciones que se presuponen en los modelos conceptuales CISK y WISHE de los ciclones tropicales (aguas oceánicas cálidas,86 temperaturas de flujo saliente mucho más frías,87 convergencia en la capa límite superficial y humedad relativa alta con fuerte convección relacionada52,53) existen en cada tormenta tropical. Dada esa igualdad, ¿por qué no se intensifican todos los ciclones tropicales hasta tener vientos de 100 m s−1? ¡Porque la realidad no refleja la situación ideal! El ambiente de gran escala cambia por el efecto de otros sistemas atmosféricos.

Las variaciones en los mismos factores ambientales que controlan la intensificación también pueden limitar la intensidad de una tormenta: un nivel insuficiente de humedad, una TSM más fría o una tropopausa más cálida, una entrada de aire seco, una región de fuerte baroclinicidad, todos estos son factores que pueden inhibir la intensificación. La intensidad potencial solo se puede alcanzar cuando estos factores se combinan de manera favorable. Y aunque estas características ambientales pueden inhibir la intensificación, si se llevan al extremo opuesto, por ejemplo, ausencia de cizalladura vertical del viento y presencia de aguas calientes, no necesariamente se crea un ambiente ideal para que una tormenta alcance su IP.

¡La intensidad real de un ciclón tropical que sale rápidamente de los trópicos puede incluso llegar a exceder su IP! Con toda probabilidad estas tormentas están pasando por la transición extratropical (sección 8.5). Como para estas tormentas el entorno está cambiando muy rápidamente, no logran modificar su intensidad lo suficiente respecto del ambiente actual, de modo que la intensidad actual nos da más información sobre dónde la tormenta acaba de estar que sobre donde se encuentra ahora.

La figura 8.35 proviene de un estudio92 de la distribución observada entre intensidad y TSM. El período de 20 años elegido abarca predominantemente la era de las observaciones satelitales (1967-1986). El rango de TSM trazado va de 15 a 35 °C. Como el análisis representado en la figura 8.35 incluye los datos de todos los momentos para cada tormenta del conjunto de datos, debemos interpretar estos resultados en términos del ciclo de vida de la tormenta.

Intensidad (m/s) en función de la TSM (°C) para las cuencas (a) del Atlántico Norte, (b) del Pacífico noroccidental, (c) australiana, (d) del Índico Norte y (e) del Índico Sur. Se incluyen todas las observaciones de tormentas para el período de 20 años de 1967 a 1986.
Fig. 8.35. Intensidad (m s−1) en función de la TSM (°C) para las cuencas (a) del Atlántico Norte, (b) del Pacífico noroccidental, (c) australiana, (d) del Índico Norte y (e) del Índico Sur. Se incluyen todas las observaciones de tormentas para el período de 20 años de 1967 a 1986. La figura proviene de Evans (1993).92

La figura 8.35 nos permite llegar a tres conclusiones:

  1. Las distribuciones de intensidad de las cuencas en las cuales no se realizan vuelos de reconocimiento regulares (paneles c, d y e) ponen el énfasis en valores de intensidad clave (lo cual probablemente refleja cierto grado de dependencia de los algoritmos satelitales para estimar la intensidad).
  2. La intensidad de la tormenta aumenta drásticamente con TSM «tropicales» por encima de ~25 °C
  3. Para las cuencas en las cuales se realizan vuelos de reconocimiento (paneles a y b) se nota una distribución de intensidad uniforme a través del rango de TSM observado relevante. Esto significa que las tormentas más intensas se limitan a un rango menor de TSM más calientes.

¿Qué factores pueden hacer que las aguas cálidas casi ecuatoriales dejen de ser favorables para el desarrollo de un ciclón tropical? ¿Qué impediría la intensificación de una tormenta que está en un ambiente de TSM alta, sin tierra firme o aire seco y en ausencia de cizalladura vertical? Sugerencia 1: la velocidad del viento justo en el suelo debe ser muy baja. Sugerencia 2: las temperaturas cálidas de la superficie oceánica no se extienden hasta el fondo del océano.

(Escriba su respuesta en el campo siguiente.)

Explicación

Las aguas cálidas cercanas al ecuador no son favorables para el desarrollo de un ciclón tropical porque esta es también una región de desaparición del parámetro de Coriolis es muy pequeño o nulo y el signo de vorticidad ciclónica potencial cambia. Como resultado, es difícil crear una perturbación ciclónica incipiente balanceada que se intensifique hasta convertirse en un ciclón tropical. Se dan pocas excepciones en la cuales se ha formado una tormenta a menos de 5 grados de latitud, como por ejemplo, huracán Iván (2004). Normalmente, mientras más cerca del ecuador, más pequeño («enano») es el ciclón.61

Encontrará más información sobre este tema en la sección 4.1.1.2.

¿Y por qué la cizalladura vertical del viento puede limitar la intensidad de la tormenta? Dados los vientos ambientales flojos cerca de la superficie, se necesita un poco de cizalladura vertical del viento para que la tormenta pueda seguir desplazándose por advección.93,94 Sin esta advección ambiental, el movimiento de las tormentas sería relativamente lento. El efecto secundario de este movimiento lento sobre el agua es que la tormenta mezcla el agua oceánica más fría desde abajo de la termoclina. Es también posible que la lluvia de la tormenta contribuya levemente a este enfriamiento superficial del océano. Por tanto, cuando una tormenta permanece en el mismo lugar, enfría las aguas debajo de ella y, por tanto, limita su propia intensidad máxima.95 La cizalladura inherente en la advección de la tormenta puede atrasar la intensificación, pero si todos los demás factores son favorables, es posible que la tormenta alcance su IP.81

8.4 Intensidad »
8.4.3 Vínculos entre dinámica del núcleo interno, estructura del ciclón e intensidad

Como ya vimos, la clave para que una tormenta mantenga su intensidad actual o siga intensificándose es el mantenimiento de la convección profunda alrededor del núcleo. Para mantener la intensificación mediante el proceso WISHE (descrito en la sección 8.4.1.2) se requiere una capa límite superficial muy húmeda.82 Las corrientes descendentes convectivas subsaturadas bajan la humedad relativa (y, por tanto, la energía estática húmeda) en la capa límite,70 lo cual limita la energía que está a disposición de la tormenta. En esta situación, la evaporación tarda varias horas en recuperar la humedad de la capa límite superficial antes de que pueda reanudarse el proceso de intensificación. Estos argumentos se pueden extender fácilmente para comprender por qué las intrusiones de aire frío (de cuerpos terrestres secos, incluso desérticos, o de la capa de aire del Sahara, en el caso del océano Atlántico) tienen un impacto negativo en los ciclones tropicales en fase de desarrollo: el aire troposférico seco debilita la convección y crea corrientes descendentes subsaturadas que posteriormente enfrían la capa límite superficial y reducen su humedad relativa.

Cuando consideramos por qué no todos los ciclones tropicales se transforman en monstruos de 100 m s−1, dijimos que hace falta un nivel mínimo de cizalladura vertical del viento para que una tormenta mantenga su intensidad o se intensifique más. Si bien esto es cierto, la fuerte cizalladura vertical del viento que estimula el comienzo de la recurvatura de una tormenta es también el factor que causa la debilitación de la mayoría de las tormentas.96,97 Esta debilitación se puede comprender en términos de la reorganización de la tormenta a medida que se ajusta a este nuevo ambiente.75,98 El ciclón tropical es un vórtice fluido y por tanto no es independiente de su entorno: el ciclón y el entorno forman parte de un mismo sistema y, por tanto, no podemos considerar el ambiente como si pasara junto a la tormenta o la estuviera empujando. La cizalladura del viento ambiental causa la reorganización de la tormenta por convección inducida en el lado de cizalladura descendente de la tormenta que en un comienzo crea una asimetría. En última instancia, la tormenta puede (i) volver a intensificarse como tormenta tropical, habiendo generado suficiente convección como para conservar su estructura tropical en un entorno marcado por el régimen de cizalladura; o (ii) pasar por la transición extratropical (sección 8.5) y volver a intensificarse debido a la cizalladura; o bien (iii) disiparse.

Estos argumentos no se aplican de manera uniforme a todos los ciclones tropicales, sea cual sea su intensidad. Como vimos en la sección 8.2.3.2, la estabilidad inercial de un ciclón tropical aumenta a medida que incrementa la intensidad. Debido a que la estabilidad inercial es una medida de la resistencia de un ciclón tropical frente a los efectos de agentes externos, cuanto más intenso un ciclón tropical, tanto más resistente debería ser a los efectos ambientales adversos. Por ejemplo, una tormenta que rota con vientos máximos en la superficie de 50 m s−1 se vería menos perturbada por la fuerte cizalladura vertical del viento que una tormenta de 20 m s−1. De forma análoga, una tormenta cuyos vientos intensos se extienden a mayor distancia de su centro también será más resistente, ya que tendrá valores de estabilidad inercial más altos en una zona de radio mayor.99 Sin embargo, the estabilidad inercial del ciclón tropical baja drásticamente en altura (fig. 8.14), de modo que el ciclón tropical es susceptible al forzamiento ambiental de la troposfera superior.

Hay una excepción ambiental a esta explicación de la estabilidad inercial que brinda al ciclón tropical un mayor grado de protección contra los efectos ambientales adversos: la TSM. Como la superficie oceánica altera el ciclón tropical desde abajo, ningún grado de estabilidad inercial puede «proteger» al ciclón tropical de los efectos adversos de una TSM baja.

8.4 Intensidad »
8.4.4 Estimación de la intensidad y estructura de los ciclones tropicales por teledetección

La detección remota o teledetección es el método principal de observación de los ciclones tropicales, los cuales pasan la mayor parte de su existencia sobre el océano, fuera del alcance de la red de instrumentos en la superficie del suelo o del mar. Además de estimar la intensidad, las observaciones remotas permiten comprender el ambiente a gran escala y las zonas de inestabilidad en el interior de los ciclones tropicales, factores ambos que influyen en la intensidad de estas tormentas.100,101,102

Entre los instrumentos de teledetección cabe mencionar los radiómetros satelitales (IR, visible y microondas), los radares de precipitación y de nubes (terrestres, aerotransportados y satelitales), los dispersómetros satelitales y el radar de apertura sintética (RAS). La figura 8.36 ilustra los adelantos logrados recientemente en las observaciones de la estructura de los ciclones tropicales mediante el radar satelital y los instrumentos de microondas.

(a) el radar de precipitación, el generador de imágenes por microondas (<I>TRMM Microwave Imager</I>, TMI) y el radiómetro visible e infrarrojo (<I>Visible Infrared Scanner</I>, VIRS) de la misión de medición de la lluvia tropical (<I>Tropical Rainfall Measuring Mission</I>, TRMM); (b) reflectividad tridimensional del radar de precipitación del TRMM; (c) imagen IR del Aqua-EOS; y (d) perfil de reflectividad CloudSat correspondiente a la línea roja trazada en la imagen (c).
Fig. 8.36. Observaciones satelitales de ciclones tropicales: (a) el radar de precipitación, el generador de imágenes por microondas (TRMM Microwave Imager, TMI) y el radiómetro visible e infrarrojo (Visible Infrared Scanner, VIRS) de la misión de medición de la lluvia tropical (Tropical Rainfall Measuring Mission, TRMM); (b) reflectividad tridimensional del radar de precipitación del TRMM; (c) imagen IR del Aqua-EOS; y (d) perfil de reflectividad CloudSat correspondiente a la línea roja trazada en la imagen (c).

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8.4.4 Estimación de la intensidad y estructura de los ciclones tropicales por teledetección »
8.4.4.1 Estimaciones satelitales infrarrojas

El análisis de las imágenes de onda larga (IR) generadas por los satélites geoestacionarios es el método estándar empleado para estimar la intensidad de los ciclones tropicales, excepto en el Atlántico Norte y el Pacífico nororiental, donde los vuelos de reconocimiento constituyen la norma. Dada la frecuencia con que obtenemos imágenes IR de los satélites geoestacionarios (cada 15 a 30 minutos en modo normal y cada 5 minutos en modo de barrido rápido), la intensidad se puede actualizar continuamente para el pronóstico operativo.

En 1975, Vern Dvorak presentó un esquema de clasificación para estimar la intensidad de los ciclones tropicales a partir de las imágenes satelitales.103 La técnica de Dvorak, que se desarrolló sobre la base de datos empíricos, relaciona un índice numérico denominado intensidad actual (CI, por la sigla del inglés Current Intensity) con una estimación de los vientos máximos sostenidos (VMS)103 en la superficie (tabla 8.2).

Tabla 8.2. Resumen de las relaciones viento-presión de Dvorak para el Atlántico y el Pacífico noroccidental (tomado de Velden et al., 2005).104
Índice CI VMS (nudos) p. n. m. (hPa)
  Atlántico Pacífico occidental
1,0
25
   
1,5
25
   
2,0
30
1009
1000
2,5
35
1005
997
3,0
45
1000
991
3,5
55
994
984
4,0
65
987
976
4,5
77
979
966
5,0
90
970
954
5,5
102
960
941
6,0
115
948
927
6,5
127
935
914
7,0
140
921
898
7,5
155
906
879
8,0
170
890
858

La técnica IR mejorada de Dvorak emplea un realce especial denominado curva IR-BD, para identificar la convección intensa y los cambios en el patrón de la cima de las nubes en la zona del ojo. Esta técnica identifica cuatro tipos de patrones básicos de los ciclones tropicales:

  • patrón del ojo
  • patrón de banda curvada
  • patrón de cizalladura (o cortante)
  • patrón de nubosidad central densa

El patrón del ojo identifica el contraste de temperatura entre la parte más caliente del ojo y la convección circundante más fría dentro de 55 km (figura 8.37). Cuanto mayor el contraste de temperatura, tanto más intenso el sistema. El patrón de banda curvada se basa en la idea de que cuanto más apretadas estén las bandas de lluvia que envuelven el ciclón, tanto mayor la vorticidad del sistema. A menudo el patrón de banda curvada se puede observar más fácilmente en las imágenes visibles que en las imágenes IR. La nubosidad central densa es el área cubierta por los cirros que se extienden a partir de la pared del ojo y las bandas de lluvia de la tormenta tropical. El patrón de cizalladura (o cortante) examina la distancia del centro de bajo nivel a la nubosidad central densa con la idea de que una mayor interacción entre el centro de bajo nivel y la convección profunda indica un sistema más intenso. El aspecto de la nubosidad central densa se determina según el tamaño y la cantidad de bandas.

Ejemplo de la identificación del patrón de pared del ojo, el patrón subjetivo de banda curvada y el patrón de nubosidad central densa con la técnica de Dvorak.
Fig. 8.37. Ejemplo de la identificación del patrón de pared del ojo, el patrón de banda curvada y el patrón de nubosidad central densa, con la técnica de Dvorak.

El árbol de decisión de la figura 8.38 ilustra los siguientes pasos básicos de la técnica de Dvorak:

  1. Identificar el centro del sistema nuboso, que es el punto hacia el cual se dirige la espiral de las bandas nubosas. Es relativamente fácil localizar el centro cuando la circulación en los niveles inferiores está expuesta, pero en caso contrario el centro se identifica en relación con otras estructuras, como el flujo saliente de cirros, y la animación o extrapolación del sistema.
  2. Realizar dos estimaciones casi independientes de la intensidad del ciclón tropical. Asignar un número T (tropical) relacionado con la intensidad de la tormenta (fig. 8.39).
  3. Elegir la mejor estimación.
  4. Aplicar las reglas seleccionadas para determinar la intensidad final.
Pasos básicos de la técnica de Dvorak (de Velden et al., 2006).
Fig. 8.38. Pasos básicos de la técnica de Dvorak.
Patrones nubosos principales de Dvorak en relación con los números T y los rangos típicos de intensidad de los ciclones tropicales (Velden et al.)
Fig. 8.39. Patrones nubosos principales de Dvorak en relación con los números T y los rangos típicos de intensidad de los ciclones tropicales (tomado de Velden et al., 2006).105

La figura 8.40 muestra los cambios en la organización de las nubes en el área central y las bandas de lluvia a medida que ciclón tropical Indlala se intensificaba. Entre el 11 y el 12 de marzo, no se observaba el ojo en la imagen IR, pero la nubosidad central densa se expandió y la curvatura de las bandas se volvió más pronunciada. Entre el 13 y el 14 de marzo, la formación de un ojo pequeño (con temperaturas más calientes en relación con la pared del ojo), la expansión del área de nubes muy frías en las bandas alrededor del ojo y la mayor simetría del patrón de nubes frías indicaban el aumento en la intensidad de Indlala.

Realce IR-BD en imágenes del ciclón tropical Indlala (2001) con una presión central de (a) 994 hPa, (b) 984 hPa, (c) 967 hPa y (d) 927 hPa.
Fig. 8.40. Realce IR-BD en imágenes del ciclón tropical Indlala (2001) con una presión central estimada en (a) 994 hPa, (b) 984 hPa, (c) 967 hPa y (d) 927 hPa.

La técnica de Dvorak ha sido actualizada104 y automatizada106 con el uso de datos IR digitales y algoritmos objetivos basados en las relaciones empíricas originales, primero con la técnica objetiva de Dvorak (Objective Dvorak Technique, ODT), luego con la técnica objetiva avanzada de Dvorak (Advanced Objective Dvorak Technique, AODT) y, en 2006, con la técnica avanzada de Dvorak (Advanced Dvorak Technique, ADT). La figura 8.41 muestra un ejemplo de la comparación de las observaciones de la intensidad del huracán Iván (2004) realizadas por las aeronaves de reconocimiento con las versiones ODT y ADT.

Comparación de las estimaciones de intensidad del ciclón tropical Iván realizadas por las aeronaves de reconocimiento con las versiones ODT y ADT de la técnica de Dvorak. (de Olander y Velden, 2007)
Fig. 8.41. Estimaciones de intensidad de huracán Iván realizadas por las aeronaves de reconocimiento con las versiones ODT y ADT de la técnica de Dvorak.

El análisis IR también se utiliza para identificar los huracanes anulares de forma objetiva.107 Los huracanes anulares son muy intensos y constantes y suelen ser un 10 a 40 % más grandes que los huracanes normal en el Atlántico y el Pacífico oriental. En las imágenes IR, los huracanes anulares son marcadamente simétricos y tienen un gran ojo circular rodeado de un anillo de convección profunda casi uniforme, pero poca convección profunda fuera de dicho anillo.107

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8.4.4.2 Observaciones satelitales con microondas

Los radiómetros de microondas pueden detectar la estructura interna de los ciclones, como la posición del ojo, porque los hidrometeoros (gotitas o cristales de hielo) en el interior de la pared del ojo y las bandas de lluvia atenúan fuertemente las longitudes de onda de microondas. Por otra parte, las técnicas IR solo observan los topes de la nubes, de modo que una capa gruesa de cirros puede ocultar la estructura subyacente del ciclón tropical. Por ejemplo, en la figura 8.42, es difícil identificar el ojo del ciclón tropical Indlala a partir de las imágenes IR (paneles de arriba). Pero en las imágenes de microondas el canal de 85 GHz (paneles de abajo de la figura 8.42), el ojo es evidente, lo cual brinda una indicación confiable de la intensificación del ciclón tropical. Es más, en la imagen IR, la región de nubes frías a la derecha del ojo no está asociada con convección profunda; en la imagen de microondas adquiere un color azul. Desgraciadamente, los instrumentos de microondas están a bordo de sistemas satelitales en órbita terrestre baja que observan el mismo ciclón dos veces al día como máximo (sección 2.1.2.2). Con la expansión de la red de satélites en órbita terrestre baja, se ha vuelto más común contar con múltiples vistas diarias del mismo ciclón tropical. Debido a que muestran la estructura interna de los ciclones tropicales, la imágenes de microondas contribuyen a identificar los ciclones intensos, muchos de los cuales exhiben estructuras de pared del ojo concéntricas (por ejemplo, la figura 8SE3.2).83

Ciclón tropical Indlala (2007) observado por un instrumento IR geoestacionario en escala de gris y con realce IR-BD (izquierda y derecha superior) y por un sensor de microondas de 85 GHz en órbita polar (abajo).
Fig. 8.42. Ciclón tropical Indlala (2007) observado por un instrumento IR geoestacionario en escala de grises y con realce IR-BD (izquierda y derecha superior) y por un sensor de microondas de 85 GHz en órbita polar (abajo).

Una innovación reciente denominada transformación de imágenes de microondas integradas en CIMSS (Morphed Integrated Microwave Imagery at CIMSS, MIMIC) desarrollada por Anthony Wimmers y Chris Velden en CIMSS trata de «rellenar» el intervalo sin datos de microondas.108

MIMIC crea una secuencia de imágenes de microondas sintéticas del ciclón tropical para los períodos entre las observaciones satelitales realmente obtenidas por cuatro instrumentos de microondas en órbita terrestre baja: el SSM/I (canal de 85 GHz) de los DMSP 13 y 14, el TMI (canal de 89 GHz) del TRMM y el Aqua AMSR–E (canal de 85 GHz). Esta técnica se basa en la expectativa general de que axialmente los ciclones tropicales son aproximadamente simétricos en términos de la velocidad del viento. El movimiento de las estructuras es el resultado de la interpolación de las imágenes, la advección y la rotación a medida que se fusionan las imágenes empleadas en el proceso. Las imágenes de transformación se producen a intervalos de 15 minutos, de modo que coincidan con la rutina del instrumento IR geoestacionario, y están disponibles en tiempo real para las cinco cuencas oceánicas. La figura 8.43 es un ejemplo de una de estas imágenes generada para huracán Iván (2004).

 Imagen del huracán Iván tomada de una secuencia de microondas MIMIC (septiembre 2004) observada y generada mediante un proceso de transformación.
Fig. 8.43. Imagen del huracán Iván tomada de una secuencia de microondas MIMIC (septiembre 2004) observada y generada mediante un proceso de transformación.
Modelo conceptual del error de paralaje relativo. Las imágenes de arriba muestran el error provocado por las emisiones de gotitas líquidas en las imágenes satelitales de microondas de 37 GHz y la ubicación del ojo de tifón Jelawat (2000); las de abajo muestran lo mismo, pero para la dispersión por el hielo en el canal de 85 GHz. El círculo rojo representa la posición del ojo en 37 GHz y el amarillo su posición en 85 GHz.
Fig. 8.44. Modelo conceptual del error de paralaje relativo. Las imágenes de arriba muestran el error provocado por las emisiones de gotitas líquidas en las imágenes satelitales de microondas de 37 GHz y la ubicación del ojo de tifón Jelawat (2000); las de abajo muestran lo mismo, pero para la dispersión del hielo en el canal de 85 GHz. El círculo rojo representa la posición del ojo en 37 GHz y el amarillo su posición en 85 GHz.

Si bien las imágenes generadas con los instrumentos de microondas permiten identificar mucho mejor las estructuras de los ciclones tropicales, hay que tener presente un posible problema relacionado con la localización del ojo del ciclón, que es el efecto de paralaje. Se producen errores de paralaje cuando debido al ángulo de observación inclinado del satélite algunas estructuras aparecen desplazadas a mayor distancia de su posición real. La figura 8.44 ilustra la diferencia entre el error de paralaje que ocurre a la frecuencia de 85 GHz, que es sensible a la dispersión de hielo a gran altitud, y a la frecuencia de 37 GHz, que es sensible a las emisiones de las gotas líquidas a baja altitud. El error de paralaje en 37 GHz es de aproximadamente 5 km, mientras en 85 GHz es de 10 a 20 km. Esta última es la frecuencia preferida para observar la estructura de los ciclones tropicales y los cambios en su intensidad, porque ofrece una resolución más alta (compare los paneles b y d de la figura 8.44).

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8.4.4.3 Ciclos de sustitución de la pared del ojo

El fenómeno de paredes concéntricas del ojo o ciclo de sustitución de la pared del ojo109 se observa con frecuencia durante períodos de intensificación o debilitación de un ciclón tropical intenso (vientos de más de 50 m s−1, es decir, 180 km h−1). En general, la pared del ojo de un ciclón tropical se contrae a medida que cobra fuerza hasta alcanzar el umbral de ciclón tropical intenso. Una vez que la pared del ojo existente se contrae hasta su tamaño mínimo para ese umbral de intensidad, el ciclón tropical comienza a pasar por una fase de debilitación. Si todos los demás factores se mantienen iguales, el ciclón tropical se debilita al formarse una pared del ojo externa; esto extrae parte de la humedad y el momento de la pared del ojo existente, que se disipa. La pared del ojo externa se contrae gradualmente y el ciclón tropical vuelve a cobrar su intensidad original, o incluso se fortalece aún más. Por ejemplo, huracán mayor Iván se debilitó de categoría 5 a categoría 4 a medida que se acercaba a la isla de Jamaica desde el sudeste, en parte debido a un ciclo de sustitución de la pared del ojo. La imagen del radar de Kingston, Jamaica (fig. 8.45) muestra claramente dos paredes del ojo concéntricas. El caso del huracán Georges, ocurrido el 19 de septiembre de 1998, ilustra la fase de intensificación del ciclo de sustitución de la pared del ojo. La figura 8.46 muestra imágenes del huracán Georges tomadas por el TMI durante un período de intensificación en que las paredes concéntricas fueron sustituidas por una única pared.

Imagen de reflectividad radar de Kingston, Jamaica, tomada a las 1445 UTC del 10 de septiembre de 2004
Fig. 8.45. Imagen de reflectividad radar de Kingston, Jamaica, tomada a las 1445 UTC del 10 de septiembre de 2004 Imagen de reflectividad radar de Kingston, Jamaica, tomada a las 1445 UTC del 10 de septiembre de 2004. Note las dos paredes concéntricas que con toda probabilidad causaron la debilitación de Iván a corto plazo, de categoría 5 a categoría 4, con vientos sostenidos de 65 m s−1 (234 km h−1 o 125 nudos). Imagen cortesía del
Servicio Meteorológico Nacional de Jamaica).

Los ciclos de sustitución de la pared del ojo pueden tener una duración de tan solo 12 a 18 horas o de hasta 2 o 3 días (figuras 8.45 and 8.46). Algunos ciclones tropicales intensos pasan por múltiples ciclos de sustitución de la pared del ojo. En el Pacífico occidental se ha observado el porcentaje más alto de tormentas intensas con una estructura de pared del ojo doble, porque en muchos casos estos ciclones pueden viajar más lejos antes de dar con tierra firme, TSM frías u otras condiciones ambientales no favorables.

Distribución espacial de las tasas de lluvia en la superficie (mm/h) en huracán Georges medidas por el TRMM TMI, mejor trayectoria de la velocidad máxima sostenida del viento (en nudos, línea negra) y lluvia en categorías concéntricas alrededor del centro del ciclón (mm/h, barras verticales).
Fig. 8.46. Distribución espacial de las tasas de lluvia en la superficie (mm h−1) en huracán Georges medidas por el TRMM TMI, mejor trayectoria de la velocidad máxima sostenida del viento (en nudos, línea negra) y lluvia en categorías concéntricas alrededor del centro del ciclón (mm h−1, barras verticales).

Se están diseñando nuevos análisis satelitales para identificar en forma objetiva los ciclos de sustitución de la pared del ojo. Según explicó J. Kossin en una discusión personal, en su trabajo con algunos colegas intensificaron la relación señal/ruido de las imágenes y descubrieron que la imágenes IR contienen información sobre el comienzo de los ciclos de sustitución de la pared del ojo. Cuando se combina con los datos de imagen de microondas, la información IR se usa para crear un índice objetivo que permite calcular la probabilidad de que se forme una pared del ojo secundaria.

Ciclo de sustitución de la pared del ojo en tifón Sudal, en el Pacífico occidental, visto en una serie de imágenes SSM/I de 85 GHz con polarización H tomadas entre el 8 y el 13 de abril de 2004 (cortesía del Dr. Jeff Hawkins, NRL, Monterey, California).
Fig. 8.47. Ciclo de sustitución de la pared del ojo en tifón Sudal, en el Pacífico occidental, visto en una serie de imágenes SSM/I de 85 GHz con polarización H tomadas entre el 8 y el 13 de abril de 2004110 (cortesía del Dr. Jeff Hawkins, NRL, Monterey, California).

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8.4.4 Estimación de la intensidad y estructura de los ciclones tropicales por teledetección »
8.4.4.4 Vientos derivados por satélite

Es importante considerar la intensidad de los ciclones tropicales no solo en términos de la presión central o del radio de vientos máximos, sino también en términos de otros radios de velocidad del viento de importancia crítica para las personas que deben tomar decisiones. El ancho de las zonas de evacuación se basa en umbrales tales como el radio de vientos de temporal fuerte (vientos sostenidos de 1 minuto en la superficie de 17 a 24 m s−1, 34 a 47 nudos). Las estimaciones de la velocidad del viento también son críticas para pronosticar la marejada ciclónica. El tamaño de los ciclones tropicales varía desde el ciclón Tracy (1974), que tenía un radio de vientos de temporal fuerte de tan solo 48 km, hasta el supertifón Tip, cuyo radio de vientos de intensidad de temporal fuerte medía 1110 km.

Antes de que la tormenta llegue a tierra, los dispersómetros satelitales de microondas, que miden la retrodispersión de las pequeñas olas en la superficie oceánica y la relacionan con la velocidad del viento, observan la velocidad y dirección del viento cerca de la superficie. Los dispersómetros de microondas suelen producir los mejores resultados en entornos de vientos moderados y precipitación baja111 fuera de la región de vientos intensos y precipitación fuerte de la pared del ojo. Los sensores de microondas, como el TMI, estiman la velocidad del viento lejos de las regiones de precipitación fuerte. Aunque están limitados por la inexactitud en la asignación de la altura, los vientos derivados del movimiento de las nubes también brindan estimaciones del viento fuera de la zona de convección intensa.104 La figura 8.48 muestra ejemplos de vientos derivados por satélite en y alrededor de los ciclones tropicales.

Estimaciones satelitales del viento con dispersómetro, imágenes IR del movimiento del viento, imágenes visibles de barrido rápido y sensores de microondas activos y pasivos.
Fig. 8.48. Estimaciones satelitales del viento con dispersómetro, imágenes IR del movimiento del viento, imágenes visibles de barrido rápido y sensores de microondas activos y pasivos.

8.4 Intensidad »
8.4.4 Estimación de la intensidad y estructura de los ciclones tropicales por teledetección »
8.4.4.5 Intensidad de los ciclones tropicales y radio de la zona con vientos de 34 nudos

Las relaciones estadísticas entre las estimaciones de intensidad de los ciclones tropicales realizadas a partir de los reconocimientos aéreos y las imágenes satelitales infrarrojas indica que el radio de la zona con vientos de 34 nudos (17 m/s o 61,2 km h−1) se puede utilizar para estimar la intensidad de los ciclones tropicales. Se ha identificado una fuerte relación entre la intensidad del núcleo y el radio de la zona con vientos de 34 nudos.111 Tenga en cuenta que la relación entre el radio de la zona con vientos de 34 nudos y la intensidad no es pertinente en todas las situaciones, porque dicho radio también se ve afectado por la latitud y la cantidad de horas desde que el ciclón tropical alcanzó la intensidad de tormenta tropical.112 A medida que llegan a latitudes más altas, los ciclones tropicales tienden a agrandarse.113

8.4 Intensidad »
8.4.4 Estimación de la intensidad y estructura de los ciclones tropicales por teledetección »
8.4.4.6 Teledetección de estructuras dinámicas del núcleo interno

Aunque es frecuente observar que la pared del ojo es casi circular, a veces exhibe una forma poligonal. Tomando como base la dinámica teórica, las simulaciones numéricas y los experimentos en agua líquida,114,115,116 se había propuesto la hipótesis de que las estructuras poligonales estuvieran relacionadas con mesovórtices. Algunos estudios observacionales recientes117 muestran patrones de reflectividad de forma pentagonal (fig. 8.49a y c) asociados con los mesovórtices en el interior del ojo (fig. 8.49c) que confirman la existencia de estas estructuras. Estos mesovórtices de la pared del ojo son estructuras de vórtice profundas en la convección de la pared del ojo y, por tanto, su escala horizontal es mucho menor en comparación con el ojo. La velocidad del viento en los vórtices de la pared del ojo puede ser un 10 % mayor que en el resto de la pared del ojo. La adición de los flujos asociados con los mesovórtices al flujo en el ojo produce la forma poligonal observada en el patrón de nubes.

Imágenes de radar satelital y aerotransportado del huracán Isabel.
Fig. 8.49. Imágenes de radar satelital y aerotransportado del huracán Isabel. (a) Imagen de radar de precipitación del TRMM de las 0529 UTC del 12 de septiembre de 2003; (b) temp. de emisión del SSM/I en el canal de 85 GHz de las 2218 UTC e imagen visible de barrido superrápido del GOES de las 1745 UTC; y (c) reflectividad (dBZ) del radar de fuselaje inferior (5 cm) a bordo de una aeronave de NOAA mientras atravesaba el ojo a una altitud aproximada de 2 km. La imagen de radar fue tomada a las 1747 UTC, 2 minutos después de la imagen visible (b). La escala horizontal es de aproximadamente 1400 km en (b), 300 km en (c) y 180 km en (d). Los paneles b, c y d son de Montgomery et al. (2006)117

Durante el experimento de cambios en las bandas de lluvia y la intensidad de los huracanes (Hurricane Rainband and Intensity Change Experiment, RAINEX) de 2005 se realizaron observaciones directas en el núcleo interno de los huracanes Katrina, Rita y Ophelia para comprender cómo los cambios en el núcleo interno afectaron y fueron a su vez afectados por cambios en la intensidad. La figura 8.50 muestra varias estructuras interesantes nunca antes observadas, como filamentos de muy alta reflectividad oblicuos respecto de las paredes concéntricas del ojo y las bandas de lluvia. Dichas estructuras sienten los efectos de los vientos variables a medida que se desplazan a lo largo de la pared del ojo y brindan pistas sobre cómo la pared del ojo se transforma durante los cambios rápidos de intensidad. Su aspecto es similar a las estructuras previstas en los estudios teóricos y los modelos numéricos.113,114,118,119

Imagen compuesta de reflectividad radar del huracán Rita tomada por ELDORA el 22 de septiembre de 2005 durante el experimento de cambios en las bandas de lluvia y la intensidad de los huracanes (Hurricane Rainband and Intensity Change Experiment, RAINEX). Los pequeños aviones marcan la trayectoria de vuelo. (Imagen cortesía del Sr. Michael Bell y el Dr. Wen-Chau Lee).
Fig. 8.50. Imagen compuesta de reflectividad radar del huracán Rita tomada por ELDORA el 22 de septiembre de 2005 durante el experimento de cambios en las bandas de lluvia y la intensidad de los huracanes (Hurricane Rainband and Intensity Change Experiment, RAINEX). Los pequeños aviones marcan la trayectoria de vuelo. (Imagen cortesía del Sr. Michael Bell y el Dr. Wen-Chau Lee).

¿Cómo se ve afectada la intensidad de los ciclones tropicales por estos mesovórtices? Los modelos teóricos y la evidencia de las nuevas observaciones sugieren que los mesovórtices contribuyen con vorticidad ciclónica que se mezcla en el ojo. Este aumento en la vorticidad local acelera la rotación del ojo. Además, los mesovórtices en los niveles bajos crean una circulación secundaria que transfiere el aire del ojo a la pared del ojo y brinda potencia adicional al motor de calor del huracán.117 La formación de una pared del ojo con forma poligonal también se puede explicar por medio de la teoría de la asimetría de los vórtices.120,121 De forma análoga a las ondas de escala sinóptica, las ondas de Rossby en el vórtice transportan energía de onda, momento y calor dentro de la región de la pared del ojo. En los ciclones tropicales que se intensifican rápidamente, las ondas de Rossby en el vórtice, que giran en sentido contrario a este, crecen a la vez que quedan en el medio entre el máximo de vorticidad relativa de la pared del ojo y del centro de rotación. Las ondas de Rossby en el vórtice contribuyen a mezclar aire de θe alta en las corrientes ascendentes de la pared del ojo.

8.5 Transición extratropical (TE)

En términos generales, se considera que el movimiento de un ciclón tropical hacia el polo conducirá a la disipación del sistema a medida que interactúe con el ambiente hostil de fuerte cizalladura y aguas más frías (o tierra firme) que encuentra en las latitudes medias. La excepción a esta regla son los ciclones tropicales que pasan por una transición extratropical. El proceso por el cual un ciclón tropical se transforma en un ciclón extratropical se conoce como transición extratropical (TE). Típicamente, los ciclones tropicales se debilitan a medida que sus trayectorias recurvan hacia los polos,96,97 pero cuando uno de estos sistemas pasa a las regiones extratropicales, puede volver a intensificarse y transformarse en una intensa borrasca de latitudes medias con extensas regiones de lluvia intensa y áreas de vientos de temporal muy fuerte (e incluso de huracán) más extendidas que su precursor tropical.122 El vestigio del ciclón tropical también puede crear una región de mayor contraste térmico propicia para el desarrollo posterior de una intensa borrasca de latitudes medias. La rápida velocidad hacia adelante, el gran tamaño del área de vientos con fuerza de temporal y de la región de lluvias intensas, y la olas oceánicas extraordinariamente altas creadas por un evento de TE pueden persistir por mucho tiempo después de que el ciclón se haya dejado de considerar una «tormenta tropical».123

El movimiento de los ciclones extratropicales de origen tropical se ha seguido hasta latitudes por encima de 50 grados en el Atlántico Norte y el Pacífico noroccidental, y sabemos que algunas tormentas que comenzaron su ciclo de vida como tormentas tropicales han llegado a tocar tierra en Europa occidental y Alaska (fíjese, por ejemplo, en las figuras 8.1 y 8.51). Los sistemas en transición extratropical incorporan rastros de su pasado (evidente en sus características de θe y VP),124 de modo que transportan aire tropical caliente y húmedo a las latitudes altas. Esto puede amplificar el patrón de ondas planetarias en las latitudes medias,125 algo que puede causar (1) intensa ciclogénesis en las latitudes medias a gran distancia del episodio de TE, o bien (2) un ciclo de retroalimentación en el patrón de onda larga y modificar las interacciones entre otros ciclones tropicales y vaguadas. El impacto de este cambio en el patrón de onda larga en la TE varía: a veces aumenta o reduce la incidencia de las transiciones extratropicales, pero tras veces no.126

Mejor trayectoria extendida de tifón Tokage (2004), que se formó en el Pacífico Norte.
Fig. 8.51. Mejor trayectoria extendida de tifón Tokage (2004), que se formó en el Pacífico Norte.

El papel de la transición extratropical en la climatología de los ciclones tropicales se ha documentado en todas las cuencas que engendran estas tormentas. Hasta 1960, solo existían tres casos de estudio de la transición extratropical,127,128,129,130 aunque el tema mereció mayor interés a partir de 1950,3 posiblemente como resultado del impacto del huracán Hazel en el nordeste de EE.UU. y Canadá y de una serie de tifones que tocaron tierra en Japón. Durante la década de 1990 hubo una proliferación de estudios sobre el tema,131 lo cual ha ampliado este campo de investigación en todas las cuencas afectadas.

La probabilidad de que una tormenta individual pase por la transición extratropical depende de (i) la estructura e intensidad del ciclón tropical, (ii) su entorno termodinámico (forzamiento convectivo), (iii) la estructura de la vaguada de latitudes medias (especialmente el alcance espacial y la fuerza de la cizalladura vertical del viento con ella asociada) que interactúa con el ciclón tropical y (iv) la posición relativa del ciclón tropical en la vaguada.126,132

8.5 Transición extratropical (TE) »
8.5.1 Climatología mundial y mecanismos que conducen a la transición extratropical

Casi el 50 % de los ciclones tropicales que llegan a tierra en el Atlántico Norte pasan por la transición extratropical, siendo las regiones más vulnerables el nordeste de Estados Unidos y las Provincias Marítimas de Canadá (1 o 2 tormentas al año) y Europa occidental (cada 10 o 20 años).124 Diez tifones llegaron a tierra en Japón y cinco en China en 2004, lo cual ha subrayado la susceptibilidad de las naciones asiáticas de latitudes altas a los episodios de TE (sección especial 8-9). Aproximadamente el 27 % de los ciclones tropicales en el Pacífico noroccidental pasan por la transición extratropical;122 la estadística equivalente para las tormentas del Pacífico Sudoccidental y del Atlántico Norte es el 33 %133 y el 46 %,124 respectivamente. No obstante, la frecuencia anual de tormentas tropicales es mucho más alta en el Pacífico noroccidental que en el Atlántico Norte, de modo que la frecuencia más alta de eventos de TE se observa la cuenca del Pacífico noroccidental.134 La transición extratropical es un fenómeno relativamente raro en el océano Índico, dónde solo se observa en relación con el 10 % de las tormentas tropicales del océano Índico Sur.135

En cada una de estas cuencas oceánicas la probabilidad de transición extratropical aumenta con el transcurso de la temporada de tormentas; el pico de frecuencia de TE ocurre aproximadamente un mes después del pico de actividad de tormentas tropicales. Por ejemplo, en el Atlántico Norte, el pico climatológico de incidencia de TE se da en octubre, mientras el pico de formación de ciclones tropicales se da en septiembre.124 El 50 % de las tormentas de octubre pasan por la TE; la relación es del 48 % en septiembre y menos del 40 % en todos los demás meses. La TE es más probable junto a la costa occidental de Australia (océano Índico Sur oriental) en noviembre, abril y mayo, que son los meses de transición de la estación del monzón local.135 Finalmente, no hay fuertes indicaciones de TE en el océano Índico Sur occidental, junto a África, ni en el Índico Norte.

La transición extratropical ocurre en latitudes más bajas al comienzo y final de la temporada y en latitudes más altas durante el pico de la temporada; estos cambios en la TE reflejan el desplazamiento estacional del chorro de latitudes medias y la amplitud latitudinal de las aguas con TSM más alta.

La figura 8.52 presenta dos diagnósticos de los factores ambientales que conducen a la transición extratropical: TSM > 28 °C (condiciones favorables para los ciclones tropicales) y el índice de crecimiento baroclínico de Eady (un indicador del desarrollo de ciclones en las latitudes medias). El ciclo estacional aquí evidente destaca la importancia de considerar el ambiente en la región y el momento de la actividad de tormentas tropicales a la hora de deducir la probabilidad de que una tormenta pase por la TE. Sobre la base de este análisis (fig. 8.52), la situación más favorable para que una tormenta sobreviva la transición extratropical es la de una tormenta con un fuerte soporte «tropical» para el desarrollo o un fuerte apoyo para el desarrollo baroclínico, y a veces ambos.124

Ciclo anual de distribución geográfica de las regiones que apoyan el desarrollo de tormentas tropicales y baroclínicas en el hemisferio norte (a) y el hemisferio sur (b). El tono celeste (azul medio) identifica las regiones donde el índice de crecimiento baroclínico de Eady mensual medio del modo más inestable es más de 0,25 por día (0,5 por día); las regiones de TSM mensual media > 28 °C se marcan en rojo.
Fig. 8.52. Ciclo anual de distribución geográfica de las regiones que apoyan el desarrollo de tormentas tropicales y baroclínicas en el hemisferio norte (a) y el hemisferio sur (b). El tono celeste (medio) identifica las regiones donde el índice de crecimiento baroclínico de Eady mensual medio del modo más inestable es más de 0,25 por día (0,5 por día); las regiones de TSM mensual media > 28 °C se marcan en rojo. Estos diagnósticos se calcularon a partir de campos de 2,5×2,5 grados (reanálisis medio mensual de NCEP/NCAR para 1982–2001), de modo que probablemente se hayan subestimado los valores extremos. Adaptado de Evans y Hart (2003).36

La intersección de las trayectorias mensuales de ciclones tropicales con estos diagnósticos brinda una indicación de la probabilidad de incidencia de la TE.124 Si la trayectoria media de las tormentas se halla siempre en una de las zonas de desarrollo, ese mes la TE se verá favorecida. Por otra parte, si la trayectoria media de las tormentas indica que una tormenta atravesará una región no indicada como favorable para el desarrollo (las áreas blancas en la figura 8.52) en ningún período sustancial, la TE será menos probable. Finalmente, solo los ciclones tropicales intensos suelen completar la TE,124,136 porque tienen que sobrevivir el ambiente de fuerte cizalladura de latitudes medias hasta completar la transición.

La intensidad de un ciclón tropical que comienza el proceso de transición extratropical es un factor importante que contribuye a determinar si podrá sobrevivir la transición y volverá a intensificarse o si se disipará. Otro indicador importante de la probabilidad de que una tormenta sobreviva el proceso de TE es el lugar de su génesis.124 Aunque resulte sorprendente, las tormentas tropicales que se forman a latitudes más altas tienen menos probabilidad de pasar por la transición extratropical que las tormentas que se forman más cerca de los trópicos. Esta relación se ha vinculado89 a la intensidad de la tormenta en el momento de comenzar la TE. Las tormentas que se forman en pleno trópico suelen ser sistemas más fuertes cuando comienzan la transición.124

Todos estos análisis de la TE apoyan nuestra afirmación anterior de que la probabilidad de transición extratropical para una tormenta individual depende de (i) la estructura e intensidad del ciclón tropical, (ii) su entorno termodinámico (representado aquí por la TSM), (iii) la estructura de la vaguada de latitudes medias con la cual interactúa (representada aquí por el índice de crecimiento de Eady) y (iv) la posición del ciclón tropical respecto de esta vaguada125,126,132,136,137 (evidente en la estacionalidad de la latitud de TE; fig. 8.52).124

8.5 Transición extratropical (TE) »
8.5.2 Definiciones de comienzo y finalización de la TE

Los ciclones tropicales son sistemas atmosféricos compactos con estructuras nubosas relativamente simétricas y los vientos más intensos en proximidad del centro de la tormenta, cerca de la superficie. Los ciclones tropicales que pasan por la transición extratropical evolucionan a partir de esta estructura para transformarse en sistemas de movimiento muy rápido (>10 m s−1) que a menudo producen áreas muy amplias de vientos de temporal fuerte. En el proceso de TE, es frecuente que los vientos pico a poca altura bajen mucho del máximo de intensidad tropical y que los vientos máximos en la tormenta ahora ocurran en altura. En relación con la trayectoria de la tormenta, la estructura muy asimétrica de la tormenta produce vientos intensos hacia el ecuador y una extensa región de fuerte precipitación en el lado hacia el polo.122 Esto significa que para describir en detalle el comienzo y la finalización de la TE se deben incluir medidas de la simetría y la estructura del viento de la tormenta, ya sea de forma explícita o implícita.

Cuando una tormenta inicia el proceso de TE, se vuelve paulatinamente más asimétrica debido a la frontogénesis en los niveles bajos que suele ocurrir durante la interacción con una vaguada de latitudes medias. Este aumento en la asimetría es un indicador básico del comienzo de la transición, pero no garantiza que el sistema completará la transición,28,30,70 ya que muchos ciclones tropicales inician la transición extratropical, pero se disipan antes de finalizar su evolución en un ciclón de núcleo plenamente frío.

Las tormentas que se mantienen coherentes y se vuelven más y más asimétricas pueden pasar por la TE. La finalización del proceso de TE significa que el sistema tropical ha desarrollado las características de una borrasca de latitudes medias, especialmente el desarrollo de una estructura de viento térmico de núcleo frío (velocidad de viento geostrófico que aumenta con la altura).35,70 Klein et al. (2000)138 agregan otro requisito: que la tormenta vuelva a intensificarse (en términos de presión) una vez finalizada la TE. Esta limitación final no se aplica de manera uniforme. Por ejemplo, si una tormenta se desarrolla de la manera antes descrita, el Centro Nacional de Huracanes de EE.UU. la volverá a clasificar como tormenta «extratropical», sin requisito de reintensificación. En el contexto del pronóstico operativo, es importante reconocer la evolución de la estructura de la tormenta aparte de la evolución de la intensidad, porque esta estructura controla la distribución del tiempo significativo asociado con la tormenta.

Se han propuesto varios diagnósticos nuevos para caracterizar la TE. El análisis de los casos del Pacífico noroccidental brinda guía sobre las señales características en imágenes satelitales y los entornos típicos de los casos de TE.29,30 Se demostró que el espacio de fases del ciclón (EFC) es un diagnóstico útil para los casos de TE del Atlántico Norte.36 Los ambientes sinópticos de TE basados en el paso de la tormenta por el EFC coinciden bastante bien con los que se han presentado aquí. La combinación de estos enfoques (satelital y EFC) para diagnosticar la TE está adquiriendo siempre mayor frecuencia en los centros operativos del mundo. Finalmente, a menudo los modelos de predicción numérica no pronostican bien la TE, lo cual presenta serios retos para los centros de pronóstico encargados. Se ha sugerido que la EFC se use como métrica para evaluar la estructura de los pronósticos de tormenta.36

8.6 Climatología de los ciclones tropicales

Los ciclones tropicales son un elemento natural del sistema climático (sección 1.2) y se forman en las regiones tropicales de todas las cuencas oceánicas, quizás con la única excepción del Atlántico Sur (fig. 8.1), aunque incluso allí se han observado tormentas que, si bien poco frecuentes, exhiben características tropicales (sección especial 8-7). Otra zona que no suele considerarse un centro para el desarrollo de ciclones tropicales es el golfo de Omán, de modo que la entrada del ciclón tropical Gonu en esta región fue un evento completamente inesperado (sección especial 8-8).

8.6 Climatología de los ciclones tropicales »
8.6.1 Estacionalidad de la formación de los ciclones tropicales

Las condiciones ambientales favorables para la formación de los ciclones tropicales varían según la posición geográfica y la estación del año. En términos generales, las existencia de temperaturas altas de la superficie del mar y poca cizalladura vertical del viento constituyen dos condiciones necesarias pero no suficientes para la ciclogénesis tropical.41

La cizalladura del viento tiende a ser menor a principios del verano local y aumenta a medida que los océanos tropicales y subtropicales se calientan y que la célula de Hadley invernal se fortalece durante el verano y el otoño local (fig. 8.53). Esto significa que el ciclo estacional del hemisferio sur está fuera de fase respecto del hemisferio norte y que por lo general sigue las variaciones del monzón estacional (encontrará una explicación de los factores de gran escala que controlan la ciclogénesis tropical en la sección 8.3).

Diagnósticos mensuales de la cizalladura vertical del viento en el nivel de 850-200 hPa (1958-2002, en m s-1) y temperatura de la superficie del mar (1977-2006, en °C).  °C)
Fig. 8.53. Diagnósticos mensuales de la cizalladura vertical del viento en el nivel de 850-200 hPa (1958-2002, en m s−1) y temperatura de la superficie del mar (1977-2006, en °C). (a) Cizalladura en julio y (b) TSM en septiembre para el hemisferio norte; (c) cizalladura en diciembre y (d) TSM en febrero para el hemisferio sur. Los valores de cizalladura del viento se dan en bandas de 10 m s−1 a partir de <10 m s−1, en púrpura, y luego sucesivamente en violeta, azul, azul verdoso, verde, naranja, rojo y rosado, para los vientos de >70 m s−1. El esquema de colores de la TSM sigue el mismo orden con incrementos de 3 °C entre 3 y 30 °C. Los datos de cizalladura y TSM provienen del análisis ERA-40.

Si bien es cierto que los ciclones tropicales son un fenómeno común en la mayoría de las regiones tropicales del mundo, el Pacífico noroccidental es la única cuenca oceánica en la cual se han observado en todos los meses del año (fig. 8.54). Con la formación de la tormenta tropical Ana en abril de 2003 y la temporada del Atlántico de 2005, que concluyó con la tormenta tropical Zeta (para la cual se emitieron alertas hasta el 6 de enero de 2006), podemos decir que se han observado ciclones tropicales en el Atlántico Norte todos los meses del año menos febrero y marzo. La «temporada de huracanes» del Atlántico Norte, que se define sobre la base de estadísticas a largo plazo, abarca el período entre el 1º de junio y el 30 de noviembre. En el Pacífico nororiental, dicha temporada comienza el 15 de mayo y también se extiende hasta el 30 de noviembre. En el océano Índico Norte, los ciclones tropicales tienden a ocurrir en los meses de transición del monzón temprano (mayo-junio) y tarde (octubre-noviembre) en la estación de lluvias, cuando las condiciones de gran escala para la ciclogénesis son más favorables. En el hemisferio sur, la estación de ciclones tropicales suele extenderse de noviembre a abril, aunque se han observado tormentas temprano (octubre) y tarde (mayo) en la temporada.

Ciclo anual medio de formación de ciclones tropicales en cada cuenca oceánica.
Fig. 8.54. Ciclo anual medio de formación de ciclones tropicales en cada cuenca oceánica. Los valores de la abscisa abarcan los 13 meses entre diciembre y enero del año siguiente; las ordenadas representan la cantidad de tormentas ocurridas cada 100 años. Para cada día, la gráfica muestra la cantidad de años que existía un ciclón (normalizado a 100 años). La línea azul representa todos los ciclones tropicales (vientos en la superficie por encima de 17 m s−1 o 34 nudos); el sombreado representa los ciclones tropicales de fuerza de huracán (vientos en la superficie por encima de 33 m s−1 o 64 nudos). El tiempo de promedio para calcular la velocidad media del viento en la superficie varía según la cuenca (sección especial 8-3).

8.6 Climatología de los ciclones tropicales »
Sección especial 8-7 Ciclón tropical Catarina en el Atlántico Sur (2004)

Nunca se había observado un ciclón tropical en el Atlántico Sur desde el comienzo de la era satelital, hace más de 40 años, hasta el 28 de marzo de 2004, cuando «ciclón tropical Catarina» tocó tierra en Brasil. Como el Atlántico Sur no se consideraba una región favorable para la formación de los ciclones tropicales, no existía una lista de nombres aprobada por la OMM para esa cuenca. Por eso Catarina heredó el nombre del estado Brasilero de Santa Catarina, donde finalmente tocó tierra. Este rarísimo ciclón tropical dejó su huella: al menos dos personas fallecieron, 11 desaparecieron y 75 resultaron gravemente lesionadas. Aproximadamente 32 000 casas sufrieron daños y casi 400 de ellas quedaron completamente destruidas, para un costo total de 350 millones de USD.

Ciclón tropical Catarina el 26 de marzo de 2004. En ese momento, los vientos de Catarina en la superficie se estimaban en 35 m s-1 (70 nudos; categoría 1 en la escala Saffir-Simpson).
Fig. 8SE7.1. Imagen MODIS del ciclón tropical Catarina el 26 de marzo de 2004. En ese momento, los vientos de Catarina en la superficie se estimaban en 35 m s−1 (categoría 1 en la escala Saffir-Simpson).

¿Por qué fue tan sorprendente Catarina?

Antes de Catarina, se pensaba que las TSM más frías del Atlántico Sur y la fuerte cizalladura vertical del viento impedían la formación de los ciclones tropicales. Normalmente, las aguas más cálidas que se registran en esta región se acercan a 26 °C, una temperatura que se considera el mínimo necesario para la formación de los ciclones tropicales en el clima actual, pero Catarina nació como una tormenta subtropical. En el Atlántico Norte, los ciclones subtropicales se forman sobre aguas más frías y son precursores de la ciclogénesis tropical una o dos veces cada temporada.23

Es decir, las tormentas que se forman lejos del ecuador bajo las condiciones propicias pueden transformarse en ciclones tropicales. Otro aspecto enigmático de Catarina se explica con la teoría: si la tropopausa y la superficie son frías, es aún posible alcanzar la intensidad de huracán.17 Por tanto, la formación e intensificación de Catarina se puede explicar a partir de nuestra comprensión actual de los ciclones tropicales.

¿Cómo sabemos que Catarina alcanzó el nivel de huracán (al menos 33 m s−1)? La información más completa acerca de Catarina proviene del TMI del TRMM,139 que detectó el núcleo cálido del sistema, un rasgo típico de los ciclones tropicales, y la estructura en bandas espirales (fig. 8SE7.2); QuikSCAT detectó los vientos en la superficie (fig. 8SE7.3).

Imagen de microondas en la banda de 85 GHz del ciclón tropical Catarina tomada con el TMI a las 0501 UTC del 28 de marzo de 2004.
Fig. 8SE7.2. Imagen de microondas en la banda de 85 GHz del ciclón tropical Catarina tomada por el TMI a las 0501 UTC del 28 de marzo de 2004.
Sección especial 10-7 (3) Barrido QuikSCAT del ciclón tropical Catarina a las 0845 UTC del 26 de marzo de 2004
Fig. 8SE7.3. Barrido QuikSCAT del ciclón tropical Catarina a las 0845 UTC del 26 de marzo de 2004, cuando aún se intensificaba. Los puntos verdes indican vientos que pueden ser inexactos debido a la interferencia de la lluvia en la medición (1 nudo = 0,51 m s−1).

8.6 Climatología de los ciclones tropicales »
Sección especial 8-8 Ciclón tropical Gonu (2007)

¿Dónde en el mundo podemos considerarnos a salvo de los ciclones tropicales? ¿Quizás en los desiertos del Medio Oriente? Parece que no, ¡incluso aquí se ha sentido el impacto de los ciclones tropicales! Cuando el ciclón tropical Gonuj entró en el golfo de Omán, era una tormenta ciclónica severa (sección especial 8-3) con vientos máximos sostenidos de 1 minuto de 43 m s−1 (153 km h−1 u 83 nudos). A medida que la tormenta atravesaba el golfo hacia la costa de Irán, se debilitó hasta convertirse en una tormenta tropical con vientos de aproximadamente 23 m s−1 (83 km h−1 o 45 nudos) cuando llegó a tierra el 7 de junio de 2007.

Trayectoria y velocidad del viento de supertormenta ciclónica Gonu (2007)
Fig. 8SE8.1. Trayectoria y velocidad del viento de supertormenta ciclónica Gonu (2007)

Pese a que tocó tierra en Irán, los efectos de Gonu se sintieron principalmente en Omán, cuya capital, Muscat, fue azotada por vientos muy intensos y las olas asociadas, así como lluvias torrenciales. La intensificación de la lluvia de la tormenta inducida por la topografía agravó las inundaciones en Muscat. Gonu solo provocó tres muertes en Irán, pero fue responsable de 25 muertes en Omán, donde aproximadamente el mismo número de personas desaparecieron.

j En las Islas Maldivas, gonu es el nombre de un bolso hecho con hojas de palmera.

8.6 Climatología de los ciclones tropicales »
8.6.2 Variabilidad intraestacional

La variación de las condiciones necesarias para la ciclogénesis tropical puede conducir a la concentración de los eventos de formación de ciclones tropicales en algún período de la temporada de tormentas. Varios factores provocan estas variaciones intraestacionales en la frecuencia de la ciclogénesis tropical; algunos de ellos, como la oscilación de 30 a 60 días en la lluvia tropical que también se conoce como la oscilación de Madden-Julian, u OMJ,84,85 son fenómenos que abarcan todos los trópicos, mientras otros son moduladores regionales de la ciclogénesis, como la capa de aire del Sahara en el Atlántico Norte.

8.6 Climatología de los ciclones tropicales »
8.6.2 Variabilidad intraestacional »
8.6.2.1 Modulación intraestacional por la oscilación de Madden-Julian (OMJ)

Cuando la fase «activa» de la OMJ atraviesa una región, intensifica la actividad convectiva a nivel local;140,141 a la inversa, la fase «inactiva» de la OMJ suprime la actividad convectiva. En el período de máxima intensidad de la OMJ, la ciclogénesis tropical se vuelve probable; la figura 8.55 muestra las fases de una OMJ y los puntos de origen de las perturbaciones que luego se convirtieron en ciclones tropicales.

Puntos de origen de los sistemas tropicales que se transformaron en ciclones tropicales (círculos rojos) en relación con las fases de la OMJ.
Fig. 8.55. Puntos de origen de los sistemas tropicales que se transformaron en ciclones tropicales (círculos rojos) en relación con las fases de la OMJ. El ciclo de la OMJ se identifica por medio de las anomalías de velocidad potencial (105 × m2 s−1) en 200 hPa; el color verde representa el período de máxima intensidad y el pardo el de menor actividad. La modulación del potencial de ciclogénesis tropical por la OMJ coincide con los períodos de tres semanas de actividad y tres de inactividad de la ciclogénesis tropical propuestos mucho antes.41

¿Cree que la OMJ simplemente aumenta o reduce la probabilidad de que una perturbación incipiente alcance un nivel adecuado de convección como para intensificarse más,50,142,143 o bien que se trata de un asunto más complejo?

(Escriba su respuesta en el campo siguiente.)

Explicación

Se han propuesto varias hipótesis para explicar cómo y por qué la oscilación de Madden-Julian modula la ciclogénesis tropical. Una hipótesis propone que la convección más organizada extrae humedad de las nubes y humedece la troposfera libre. La presencia de humedad por encima de la capa límite superficial crea un ambiente propicio para mantener la convección profunda y formar complejos convectivos más grandes. Estos complejos convectivos organizados están asociados a máximos de VP en la troposfera inferior, lo cual reduce el radio de Rossby local cuando existe actividad convectiva, uno de los mecanismos para la ciclogénesis tropical144 que examinamos en la (sección 8.3.1). Según otra teoría,145 el motivo por el cual la ciclogénesis es más probable en el Pacífico occidental no es que la OMJ sea un control inherente de la ciclogénesis, sino que el aumento de la actividad convectiva en general durante la fase activa de la OMJ produce muchos más sistemas «germen» capaces de permitir el desarrollo de una tormenta tropical. Sin embargo, otro estudio contradice esta hipótesis, ya que determinó que no hay diferencia en la fracción de sistemas que desarrollan tormentas tropicales a partir de agrupamientos convectivos durante las fases «favorables» [convección activa] y «desfavorables» [convección suprimida] de la OMJ.140 Como la gran mayoría de los ciclones tropicales en la región australiana se forman cerca del eje del monzón del verano australiano,15 se ha relacionado la modulación de este fenómeno por la OMJ con la actividad de ciclones tropicales en esa región.

Se ha atribuido a la convección profunda en el Pacífico oriental la función de mantener la inversión del gradiente de VP63 asociado con el movimiento de las ondas de Rossby y las ondas mixtas de Rossby-gravedad alejadas del ecuador (fig. 8.20a) hacia la zona de confluencia del Pacífico, un proceso que en la actualidad se considera una fuente potencial de ciclogénesis tropical (fig. 8.30a). El mantenimiento del ecuador dinámico por medio de la convección destaca la importancia potencial de la convección como agente modulador del entorno dinámico de ciclogénesis, no solamente como trazador estacional. Debido a que la OMJ es un fuerte agente modulador de la convección tropical, también se la ha relacionado con la modulación de los controles dinámicos de ciclogénesis tropical.

La modulación de ondas tropicales (del este) sobre el Pacífico oriental cerca del ecuador por la OMJ influye en las variaciones intraestacionales en la ciclogénesis tropical en la región.56,143,146 Con tal de que estas ondas tropicales conserven su coherencia al pasar de África al Pacífico nororiental, la probabilidad de que se formen ciclones tropicales depende más del momento en que ocurre que de la fuerza inicial. Para producir ciclogénesis, la onda tropical debe interactuar con el ciclo activo de convección de la OMJ en las regiones de inestabilidad dinámica sobre aguas tropicales cálidas. A medida que la OMJ pasa sobre la región, los lugares favorables para la ciclogénesis se desplazan hacia el este y el norte, moviéndose con la convección profunda en la ZCIT.147 La necesidad de que existan todos estos factores complementarios explica en parte por qué en el Pacífico oriental la ciclogénesis queda suprimida durante las fases «desfavorables» de la OMJ.147

Un estudio del sistema onda tropical-OMJ confirmó que la dinámica barotrópica es un factor importante que contribuye al acoplamiento de la fase de convección activa de la OMJ con un aumento potencial en la ciclogénesis tropical en el Pacífico y el Atlántico tropical.148,149,150 Se cree que el chorro anómalo del oeste asociado con la fase del oeste de la OMJ sea un elemento esencial en la formación barotrópica de las perturbaciones incipientes en todo el Pacífico tropical.

La idea es que la fase de convección activa de la OMJ puede crear un ambiente de gran escala en el Pacífico noroccidental propicio para la ciclogénesis tropical incluso en ausencia de factores contribuyentes, como las ondas tropicales, corriente arriba.148

8.6 Climatología de los ciclones tropicales »
8.6.2 Variabilidad intraestacional »
8.6.2.2 Modulación intraestacional por la capa de aire del Sahara

Otro agente modulador del desarrollo de los ciclones tropicales de gran escala en el Atlántico oriental es la capa de aire del Sahara, que fue identificada por vez primera en la década de 1970.151 A partir de fines de primavera hasta comienzos de otoño, la intensificación de la radiación solar durante la estación caliente causa una mezcla profunda sobre el desierto del Sahara que a su vez crea una capa límite superficial seca y bien mezclada capaz de extenderse hasta el nivel de 500 hPa. En su extremo sur, este aire de la capa límite superficial del Sahara está delimitado por el chorro africano del este, que tiene una amplitud pico de 10 a 25 m s−1 cerca de 700 hPa (fig. 8.56). Las tormentas de arena que se levantan en este ambiente seco introducen partículas que quedan suspendidas a través de toda la capa (fig. 2.40). Cuando esta capa límite superficial del desierto se desplaza sobre el océano Atlántico (algo que a menudo ocurre en relación con el movimiento de las ondas tropicales africanas), queda encima de una capa marina húmeda y se transforma en la capa de aire del Sahara. Por lo tanto, la capa de aire del Sahara es una capa de aire muy seco y bien mezclado en altura embebido en el entorno marino del Atlántico (figura 5.20).

Representación esquemática de la capa de aire del Sahara
Fig. 8.56. Representación esquemática de la capa de aire del Sahara y su efecto en la ciclogénesis tropical, tal como lo describen Dunion y Velden152 y Karyampudi y Pierce.153 Se muestran el chorro africano del este (CAE) en el límite sur de la capa de aire del Sahara y una onda tropical africana. La sección transversal es un modelo conceptual de la capa de aire del Sahara, el chorro africano del este y los sistemas atmosféricos convectivos, basado en el programa de estudio en el campo JET 2000.

La existencia de una relación entre la capa de aire del Sahara y la ciclogénesis tropical no es sorprendente, ya que aquélla es más prevalente en la región de desarrollo principal (RDP) de la ciclogénesis tropical del Atlántico, junto a la costa occidental del continente africano.151,154,155 La convección activa puede persistir en sus límites sur y oeste, pero el nivel bajo de humedad relativa en la capa de aire del Sahara suprime la convección en otros lugares. A medida que una capa de aire del Sahara sale de la costa occidental de África, el chorro africano del este en 700 hPa también se extiende sobre el mar debido al gradiente de temperatura meridional entre el aire de la capa de aire del Sahara y el aire tropical al sur.153 La vorticidad por cizalladura ciclónica al sur de este chorro en los niveles medios acompañada de una perturbación en los niveles medios (la onda tropical) puede generar un flujo transversal respecto del campo de vorticidad y conducir a la advección de la vorticidad ciclónica y la intensificación de una perturbación cercana en la superficie al sur del chorro hacia el este en los niveles medios (fig. 8.56). El acoplamiento de la perturbaciones de los niveles medio y bajo puede llevar a la formación de una depresión tropical.

No obstante, esta relación positiva entre la capa de aire del Sahara y la formación de los ciclones tropicales no existe en todos lados. Una fuerte invasión de aire del Sahara puede debilitar cualquier perturbación en el flujo de nivel medio generando un chorro del este más intenso en los niveles medios, lo cual crea un flujo de orientación más zonal en los niveles medios que tiene el efecto de eliminar este mecanismo de ciclogénesis tropical. A veces, la capa de aire del Sahara puede debilitar o limitar la intensificación, como ocurrió con Erin en 2001, por ejemplo (fig. 2.41). Es lógico que se haya atribuido la exageración del pronóstico de ciclogénesis por parte de los modelos numéricos operativos para el Atlántico Norte a una representación inadecuada de la capa de aire seco del Sahara en altura y del chorro que la acompaña.156 A comienzos la década de 2000 comenzaron a utilizarse un algoritmo especial de extracción de datos satelitales152 (sección 2.8 y una serie de mediciones específicas en el campo que han aumentado nuestro conocimiento de la estructura de la capa de aire del Sahara y su papel modulador de la ciclogénesis tropical157 (fig. 2.41).

Aunque es posible que la capa de aire del Sahara inhiba el desarrollo de las ondas tropicales africanas que forman tormentas tropicales,152 se ha sugerido que las ondas tropicales sirven para transportar el polvo del Sahara158 y que, por tanto, es posible que participen en su propia destrucción. También se ha asociado la lluvia en el Sahel occidental con la actividad de ciclones tropicales en el Atlántico Norte.31,159 Aún queda por ver si la capa de aire del Sahara participa en la modulación intraestacional de la actividad de tormentas en el Atlántico relacionada con la lluvia en el Sahel occidental, o bien si la lluvia en el Sahel no es sino un sustituto de la frecuencia de génesis de las ondas tropicales.

8.6 Climatología de los ciclones tropicales »
8.6.3 Variabilidad interanual

Antes de considerar la variabilidad interanual, es importante comprender la diferencia entre la actividad anual de ciclones (frecuencia e intensidad) y la gravedad del impacto de los ciclones (frecuencia de llegada a tierra, muertes y daños). Por ejemplo, en 2004 las temporadas de tormentas tropicales del Pacífico noroccidental y del Atlántico no fueron de excepcionalmente activas. Sin embargo, diez ciclones tocaron tierra en el Japón, y en Florida (EE.UU.) tres llegaron a tierra, y además se sintieron los efectos de una cuarta tormenta que pasó sobre el estado contiguo de Alabama (sección especial 8–9). Por otra parte, huracán Andrew (1992), un huracán de categoría 5, llegó a tierra cerca de Miami durante una estación de escasa actividad. Es decir, los parámetros comúnmente empleados para evaluar la actividad no son necesariamente buenos indicadores de los impactos, que pueden verse afectados por otros efectos moduladores de la ciclogénesis tropical y las trayectorias de las tormentas menos definidos. Por ejemplo, una posible explicación del impacto de la temporada del Atlántico Norte de 2004 es que la accón rectora a gran escala y una vaguada ecuatorial160 permitieron la formación de tormentas en latitudes bajas en el Atlántico oriental y luego el desarrollo de trayectorias hacia el oeste que permanecieron insólitamente cerca del ecuador antes de virar hacia el polo a medida que se aproximaban o entraban en el golfo de México.

A escalas temporales interanuales, la variabilidad en los ciclones tropicales puede ser producto de patrones globales de variación en la atmósfera o en el sistema atmósfera-océano, como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS)92,161,162 o la oscilación cuasi-bienal (OCB)162,163,164,165 del viento en la estratosfera inferior. El régimen de lluvia en el Sahel occidental también se ha asociado a variaciones en la frecuencia e intensidad estacional de los ciclones tropicales del Atlántico.166,167

El gran nivel de actividad de la temporada de 2005 en la cuenca del Atlántico Norte se atribuyó a temperaturas del agua extraordinariamente altas,168,169 pero lo cierto es que se registraron temperaturas similares en el Atlántico y el golfo de México en 2006 (fig. 8.57), que fue un año típico en cuanto a la actividad de ciclones tropicales. Es más, pese a que en 2004 y 2006 vimos patrones de TSM muy similares en el Atlántico (fig. 8.57a,c), el año 2004 fue relativamente activo, con 15 tormentas con nombre, 9 de las cuales se convirtieron en huracanes.

Imagen compuesta de reflectividad radar del huracán Rita tomada por ELDORA el 22 de septiembre de 2005 durante el experimento de cambios en las bandas de lluvia y la intensidad de los huracanes (Hurricane Rainband and Intensity Change Experiment, RAINEX). Los pequeños aviones marcan la trayectoria de vuelo. (Imagen cortesía del Sr. Michael Bell y el Dr. Wen-Chau Lee).
Fig. 8.57. Mapas globales de NOAA de interpolación óptima de la TSM para el período de mayo a noviembre inclusive en los años (a) 2004, (b) 2005 y (c) 2006.

Un mayor grado de comprensión de los agentes moduladores interanuales de la actividad de ciclones tropicales ha inspirado la producción de pronósticos de la probable gravedad de las temporadas.161,170,171,172,173 Aunque estos pronósticos demuestran cierta habilidad, en su mayoría no han logrado identificar los cambios de actividad que pueden estar asociados con la variabilidad multidecenal o, posiblemente, con el cambio climático global.160,174 Para dar contexto a tales diferencias en la actividad de ciclones tropicales, es preciso contar con más datos históricos sobre estas tormentas175 y las variaciones de los factores ambientales que modulan la ciclogénesis.176 Como los métodos de observación convencionales no son capaces de generar estos datos, utilizamos datos históricos alternativos para vislumbrar la actividad de ciclones tropicales en épocas remotas. Las variaciones de los ciclones tropicales a escalas temporales decenales se explican en las secciones 8.6.4 4.3.2.

8.6 Climatología de los ciclones tropicales »
8.6.3 Variabilidad interanual »
8.6.3.1 Modulación interanual por El Niño-Oscilación del Sur (ENOS)

La variación en la actividad anual de ciclones tropicales a nivel de cuenca oceánica puede ser resultado de varios tipos de forzamiento espacial y temporal.41,161,162 Uno de los factores dominantes cuyo efecto sobre la actividad de ciclones tropicales dura varios años es el fenómeno denominado El Niño-Oscilación del Sur (ENOS).

Actividad de ciclones tropicales en el Atlántico (arriba) y el Pacífico oriental (abajo) el año antes, durante y después de El Niño.
Fig. 8.58. Actividad de ciclones tropicales en el Atlántico (arriba) y el Pacífico oriental (abajo) el año antes, durante y después de El Niño.

Los cambios atmosféricos y oceánicos a gran escala que acompañan un evento cálido (El Niño) o un evento frío (La Niña) producen el desplazamiento de las regiones tropicales que más favorecen la ciclogénesis tropical (fig. 8.58). Por ejemplo, cuando durante un evento cálido se suprime la convección en el continente marítimo y la zona de convección profunda se extiende hasta las regiones centrales de las cuencas de los océanos Pacífico e Índico, ocurren cambios en los patrones de cizalladura vertical del viento y TSM a través de los trópicos. El resultado son TSM más bajas y cizalladura vertical del viento más fuerte en las regiones tropicales del Pacífico occidental y del Atlántico, así como TSM más altas y cizalladura vertical del viento menor en el Pacífico central, el Pacífico nororiental y el océano Índico central. Por consiguiente, la actividad de ciclones tropicales en el Pacífico central, el Pacífico nororiental y el océano Índico central suele intensificarse durante los eventos cálidos y los ciclones tropicales son menos prevalentes en las regiones centrales de la cuencas oceánicas en los años neutros o de eventos fríos. Lo opuesto es cierto para el Pacífico occidental y el Atlántico Norte: los eventos fríos son más favorables para la ciclogénesis tropical y, por tanto, suelen estar acompañados por temporadas de ciclones tropicales más activas que los años neutros o de evento cálido.161,162,167,173

Es preciso considerar la variabilidad interanual y ENOS con cierto cuidado. Aunque en 1992 se produjo un evento cálido (parte de un evento cálido de varios años de duración), también fue el año en que un huracán de categoría 5 tocó a tierra en Miami, Florida. El huracán Andrew fue la primera tormenta de una temporada relativamente tranquila que además comenzó tarde, y aun así fue el huracán más devastador para Estados Unidos en casi veinte años. Esto demuestra que las relaciones entre la actividad estacional y la frecuencia de llegada a tierra, la intensidad de las tormentas y sus impactos son débiles.

8.6 Climatología de los ciclones tropicales »
8.6.3 Variabilidad interanual »
8.6.3.2 Modulación interanual por la oscilación cuasi-bienal (OCB)

Otro agente modulador de la actividad interanual de los ciclones tropicales cuyos efectos abarcan más de un año es la oscilación cuasi-bienal del viento zonal estratosférico (figura 8.59, capítulo 4).162,163,164,165 Como ocurre con ENOS, los efectos de la OCB en la actividad de ciclones tropicales dependen de la región.

El viento zonal estratosférico en 10-50 hPa (arriba) y la variación típica cuando los vientos del oeste en 30 hPa se fortalecen (líneas serpenteantes en la región gris) y la actividad de huracanes en el Atlántico se intensifica.
Fig. 8.59. El viento zonal estratosférico en 10-50 hPa (arriba) y la variación típica cuando los vientos del oeste en 30 hPa se fortalecen (líneas serpenteantes en la región gris) y la actividad de huracanes en el Atlántico se intensifica. La actividad de huracanes se reduce durante la fase de vientos del este de la OCB (abajo, región blanca). El panel inferior fue adaptado de Gray (1984).162

En vínculo entre las fases de la OCB y la actividad de ciclones tropicales en el Pacífico noroccidental y el Atlántico Norte161,171,177 radica en los cambios asociados en la cizalladura vertical del viento local. Las fases de la OCB relacionadas con una temporada de huracanes más (o menos) activa producen una mayor (menor) cizalladura vertical del viento en la estratosfera baja. En el Pacífico noroccidental esta reducción (aumento) en la cizalladura vertical del viento ocurre en la fase del este (del oeste) de la OCB y está vinculada con un mayor (menor) grado de actividad estacional de ciclones tropicales.164 Una OCB del oeste (anomalía del oeste en el viento zonal ecuatorial a 30 hPa ) durante la temporada de huracanes del Atlántico suele producir una temporada más activa de lo normal; en contraste, una OCB del este suprime la actividad de temporada con efectos similares a los eventos cálidos.

8.6 Climatología de los ciclones tropicales »
8.6.4 Ciclos multidecenales e influencias climáticas a largo plazo

Aunque los cambios en el clima tropical a muy largo plazo (varios siglos) se han estudiado durante décadas, no fue sino hasta tiempos recientes que se logró reconocer la variabilidad de los ciclones tropicales a escalas temporales de más de unos pocos años.178,179,180,181 Las variaciones del fenómeno ENOS a escalas temporales decenales se ha analizado a partir de datos de presión en la superficie y TSM que abarcan hasta mediados del siglo XIX, e incluso antes.182,183 Estos datos se han recuperado de archivos de observación, como los diarios de a bordo184 o conjuntos de datos históricos alternativos.175 Se ha propuesto la hipótesis de que estas variaciones de ENOS tienen efectos para la actividad de tifones y ciclones tropicales en las cuencas del Pacífico y posiblemente del océano Índico. Podemos utilizar ciertos registros a largo plazo de la actividad de ciclones tropicales, como los datos de llegada a tierra mantenidos por seis siglos en China,181 para someter esta relación a prueba.

Se han sugerido tres posibles mecanismos físicos para explicar la modulación decenal de ENOS: (i) un mecanismo acoplado de oscilación interna en el Pacífico ecuatorial;185 (ii) un forzamiento tropical por variabilidad de las latitudes medias;185 o (iii) el enlentecimiento de la circulación termohalina global, lo cual provocaría fluctuaciones decenales de la TSM en el Pacífico.186 Aún no queda del todo claro si uno de estos mecanismos, u otro que aún no se ha considerado, explica este fenómeno.33,34

El tercer mecanismo propuesto para la variabilidad interdecenal de ENOS está relacionado con el concepto de cinta transportadora oceánica o circulación termohalina, que vincula las corrientes oceánicas globales (figura 3.21a).187 Las corrientes oceánicas superficiales son impulsadas por la formación de «agua profunda» que baja hasta el fondo de los océanos Atlántico Norte y Austral (figura 3.21b).

La correspondencia entre las lluvias monzónicas (sequía) en la región del Sahel de África occidental, los cambios en la circulación del Atlántico tropical188 y una mayor (menor) incidencia de huracanes intensos en el Atlántico159,166,189 aporta evidencia del vínculo entre la actividad de ondas tropicales africanas y la actividad intensa de huracanes en la cuenca a escalas temporales de varias décadas. La relación entre las variaciones en la cantidad de ondas tropicales y la cantidad total de ciclones tropicales en el Atlántico Norte durante una temporada dada es tenue. Parecería más bien que las fluctuaciones en la actividad de ondas tropicales contribuyen a variaciones en la frecuencia de huracanes intensos (vientos máximos de más de 50 m s−1, lo cual corresponde a las categorías Saffir-Simpson 3 a 5).190 Eso refleja el recorrido más largo sobre aguas oceánicas cálidas de las tormentas que alcanzan esos niveles de intensidad.

Se han asociado las variaciones multidecenales en la actividad de huracanes del Atlántico con los cambios a largo plazo de las temperaturas del océano y la cizalladura vertical del viento horizontal en la cuenca oceánica.180 Estas variaciones acopladas se han denominado oscilaciones multidecenales (o multidecadales) del Atlántico (OMA)oscilaciones multidecenales (o multidecadales) del Atlántico (OMA), que también se han relacionado con variaciones de escala decenal en la cinta transportadora oceánica. Cuando la cinta transportadora oceánica se acelera, el Atlántico tropical es más cálido que la media climática y se produce un aumento en la actividad de huracanes. Según esta teoría, las fases cálidas (frías) del Atlántico tropical corresponden a un transporte de aguas por las corrientes oceánicas globales más rápido (más lento) que la media climática.

Como las temperaturas oceánicas y la cizalladura vertical del viento se han vinculado estrechamente a la probabilidad de ciclogénesis tropical, no debería resultar sorprendente la existencia de un vínculo entre estos campos ambientales y la variabilidad de los huracanes. El ciclo periódico de la «cinta transportadora» del océano187 se ha relacionado con las variaciones de las temperaturas del océano Atlántico y las sequías que ocurren en África occidental,191,192 lo cual parece apoyar el argumento de que las fluctuaciones multidecenales de las corrientes oceánicas son la fuente de los cambios de temperatura en la superficie oceánica, de las variaciones que resultan en la lluvia monzónica en África occidental y, en consecuencia, de la frecuencia de las ondas tropicales. Aunque parecería una explicación definitiva, ¡hay pocos casos tan simples en la ciencia!

Algunos estudios recientes han dado lugar a dudas sobre el efecto de modulación multidecenal de los océanos para los huracanes del Atlántico, y han elegido una explicación alternativa del calentamiento oceánico del siglo XX. En este escenario, el cambio climático global combinado con el enfriamiento y luego el calentamiento provocado por la variación temporal de aerosoles de sulfato a lo largo del siglo XX controló la evolución de las temperaturas del océano Atlántico.193 Esta interpretación de las variaciones de la TSM en el Atlántico relacionada con el cambio global (no con la OMA) abre interrogantes fundamentales: ¿cuál es el rol de los ciclones tropicales en el clima? ¿Cuáles son los mecanismos mediante los cuales las variaciones del estado básico del clima influyen en los ciclones tropicales? ¿Pueden los cambios en las características de los ciclones tropicales provocar retroalimentaciones que luego afectan la evolución del estado básico del clima?

Las teorías de la influencia del calentamiento global han sugerido aumentos en las intensidades de los ciclones tropicales relacionados con el calentamiento continuo esperado. Se pueden utilizar los nuevos conjuntos de datos112,194 creados para someter estas teorías a prueba, y quizás esto pueda aclarar el asunto del forzamiento dominante de las variaciones multidecenales de ciclones tropicales. Mientras tanto, la comunidad que estudia los ciclones tropicales ha preparado una declaración de consenso sobre lo que se considera nuestro entendimiento actual del calentamiento global. Cabe esperar la revisión de esta declaración a medida que los estudios científicos relacionados con el tema se desarrollan.

8.6 Climatología de los ciclones tropicales »
8.6.5 Pronóstico estacional de la actividad de ciclones tropicales

La primera metodología sistemática de pronóstico estacional basada en estadísticas para la actividad de ciclones tropicales se remonta a finales de la década de 1970172 y se centraba en la región australiana. No fue sino hasta 1984 que un grupo de científicos de Colorado State University comenzó a publicar pronósticos regulares de la actividad anual de ciclones tropicales para la cuenca del Atlántico Norte.162,170

Tabla 8.3. Lista de las organizaciones que actualmente emiten pronósticos estacionales de la actividad de ciclones tropicales. La tabla incluye la organización, su(s) cuenca(s) de interés, el tipo de modelado que emplea y la dirección del sitio web de sus productos de pronóstico. (Adaptado de Camargo et al (2007).195
Organización Cuencas Tipo Sitio web
Universidad de la Ciudad de Hong Kong, China (City U) Pacífico noroccidental Estadístico http://www.cityu.edu.hk/
Colorado State University, EE.UU. (CSU) Atlántico Estadístico http://hurricane.atmos.colostate.edu
Instituto de Meteorología de la República de Cuba (INSMET) Atlántico Estadístico http://www.insmet.cu
Centro Europeo de Predicción Meteorológica a Plazo Medio (CEPPM/ECMWF) Todas las cuencas Dinámico http://www.ecmwf.int (solo agencias colaboradoras)
International Research Institute for Climate and Society (IRI) Todas menos el O. Índico Dinámico http://iri.columbia.edu/forecast/tc_fcst/
Macquarie University, Australia Australia/Pacífico sudoccidental Estadístico http://www.iges.org/ellfb/past.html
Servicio Meteorológico Nacional, México (SMN) Pacífico noroccidental Estadístico http://smn.cna.gob.mx
Centro Climático Nacional, China Pacífico noroccidental Estadístico http://bcc.cma.gov.cn
Perspectivas de huracanes de NOAA Atlántico
Pacífico noroccidental
Pacífico nororiental
Estadístico http://www.cpc.noaa.gov/index.php http://www.cpc.noaa.gov/index.php http://www.prh.noaa.gov/hnl/cphc/
Tropical Storm Risk (TSR) Atlántico
Pacífico noroccidental Región
australiana
Estadístico http://www.tropicalstormrisk.com/

Las primeras predicciones estadísticas de actividad estacional de huracanes para el Atlántico Norte dependían principalmente de las fases de ENOS (antes de la temporada o prevista para el pico de la estación) y la OCB, así como la presión al nivel del mar en el Caribe. Por ejemplo, se pronostican más ciclones tropicales para eventos fríos («anti-ENOS»), la fase oeste de la OCB162 o una presión al nivel del mar en el Caribe por debajo de lo normal,196 especialmente si los tres factores coinciden. Estas relaciones con la actividad estacional de ciclones tropicales (que se define por el número total de tormentas con nombre, días con tormentas con nombre, huracanes y días con huracanes) se explicaban en términos de cambios en la atmósfera del Atlántico tropical y de circulaciones oceánicas que modificaban las condiciones necesarias para la ciclogénesis tropical (sección 8.3.1).

En la actualidad contamos con varios modelos estadísticos capaces de predecir la actividad de ciclones tropicales a nivel de cuenca en todo el mundo (tabla 8.3). Es interesante observar que incluso las organizaciones que generan pronósticos para la misma cuenca emplean predictores distintos para el mismo predictando. Por ejemplo, mientras el Instituto de Meteorología de la República de Cuba usa la OCB como predictor de la actividad de huracanes en el Atlántico Norte,197 ni CSU ni NOAA usan este predictor en sus modelos.180,198

Una innovación reciente en las predicciones estacionales de ciclones tropicales son los pronóstico con base dinámica.199 Para utilizar este enfoque, se ejecutan los modelos de pronóstico globales para toda la temporada y se cuenta el número de vórtices similares a un ciclón tropical pronosticados por estos modelos. Se pueden identificar varias características de estas tormentas modeladas y también se pueden emitir predicciones para estas cantidades. Un ejemplo de esto es la energía ciclónica acumulada (ACE, por la sigla del inglés accumulated cyclone energy), una medida de la energía del viento definida como la suma de los cuadrados de las velocidades máximas sostenidas del viento en superficie (en nudos) medidas cada seis horas para todos los sistemas con nombre mientras sean al menos de fuerza de tormenta tropical.

Para que sea útil, un modelo de pronóstico estacional debe demostrar habilidad frente a una predicción basal sin habilidad.200 El pronóstico sin habilidad más comúnmente empleado en los modelos de pronóstico meteorológico operativos es una combinación de climatología y persistencia (denominado CLIPER). Las evaluaciones de varios modelos de pronóstico estadístico estacionales disponibles demostró que tenían habilidad en comparación con el modelo de referencia CLIPER.195,201 Esto significa que dichos modelos proporcionan información útil sobre la probabilidad de que se produzca más o menos actividad en la temporada entrante.

8.6 Climatología de los ciclones tropicales »
Sección especial 8-9 Estaciones de ciclones tropicales extremas en el mundo

De vez en cuando, una temporada de ciclones tropicales llega a llamar la atención hasta de la gente menos interesada en los trópicos. Los mapas siguientes muestran algunas temporadas recientes que han captado la imaginación de muchas personas en todo el mundo.

En 2006, parecía que se formaban ciclones tropicales constantemente en el Pacífico nororiental. Este mapa presenta la temporada entera, desde Aletta hasta Sergio.
Fig. 8SE9.1. En 2006, parecía que se formaban ciclones tropicales constantemente en el Pacífico nororiental. Este mapa presenta la temporada entera, desde Aletta hasta Sergio.
Trayectorias de todos los ciclones tropicales de la región australiana durante la temporada activa de huracanes de 2005/2006Montaje de imágenes satelitales de ciclones tropicales severos Glenda, Monica y Larry.
Fig. 8SE9.2. Arriba: trayectorias de todos los ciclones tropicales de la región australiana en 2005/2006. Abajo: montaje de imágenes satelitales de ciclones tropicales severos Glenda, Monica y Larry. Estas tres tormentas afectaron Australia en el mismo mes, aunque solo dos de ellas estuvieron activas en un momento dado (esta imagen artificial fue creada para compararlas). Montaje creado por C. Velden y T. Olander (CIMSS/University of Wisconsin).
La temporada de 2006/2007 en el océano Índico Sur fue extremadamente activa.Imagen IR realzada de los ciclones tropicales el 22 de febrero de 2007.
Fig. 8SE9.3. La temporada de ciclones tropicales de 2006/2007 en el océano Índico Sur fue extremadamente activa. Aunque Madagascar resultó particularmente afectado, otras partes de África sudoccidental también sintieron su impacto. (Abajo) Imagen IR realzada de los ciclones tropicales el 22 de febrero de 2007.
Con la formación de treinta ciclones tropicales (incluidos 16 tifones y cinco supertifones), la temporada de 2004 en el Pacífico noroccidental mereció el apelativo de activa, incluso en esta región tropical muy activa.
Fig. 8SE9.4. Con la formación de treinta ciclones tropicales (incluidos 16 tifones y cinco supertifones), la temporada de 2004 en el Pacífico noroccidental mereció el apelativo de activa, incluso en esta región tropical muy activa. Climatológicamente, en el Pacífico noroccidental se forman 25 sistemas con nombre, 16 de los cuales son tifones o supertifones. Para el Japón, la temporada fue particularmente devastadora: diez tifones tocaron tierra en Japón ese año (muchos estaban pasando o ya habían pasado por la transición extratropical).
La temporada de huracanes del Atlántico de 2004 fue muy activa
La temporada de huracanes del Atlántico de 2005 fue muy activa
El mapa de trayectorias observadas en 1933 no se registra ninguna trayectoria en el tercio oriental de la cuenca del Atlántico.
Fig. 8SE9.5. Las temporadas de huracanes del Atlántico de 2004 (arriba) y 2005 (centro) fueron muy activas (vea la tabla, a continuación) y se recuerdan por el hecho de que múltiples ciclones tropicales tocaron tierra en el Caribe, América Central y América del Norte. Pero, ¿son temporadas sin precedentes? Las estadísticas de la temporada de huracanes de 1933 (tabla 8SE9.1) muestran que en ese entonces también hubo un nivel anormalmente alto de actividad. Es más, en el mapa de trayectorias observadas en 1933 (abajo) no se registra ninguna trayectoria en el tercio oriental de la cuenca del Atlántico, y es posible que hubiera otras tormentas en esta región que simplemente no se observaron. Los datos y las estadísticas de trayectorias provienen de la base de datos HURDAT de NOAA.
Tabla 8SE9.1. Comparación de las temporadas de huracanes del Atlántico Norte de 2004, 2005 y 1933
Climatología 2004 2005 1933
Tormentas con nombre 10 16 28 21
Tormentas tropicales 4 5 12 11
Huracanes 6 9 15 10
Tormentas subtropicales 1–2 1 1 0

8.7 Movimiento de los ciclones tropicales

Hace más de un siglo que sabemos que los ciclones tropicales se mueven en respuesta a los demás sistemas atmosféricos en su entorno.202,203 Desde esta perspectiva, es como si los ciclones tropicales se movieran de forma pasiva, como «corchos flotantes» empujados por los sistemas atmosféricos a su alrededor. No cabe duda de que la acción rectora del ambiente (advección) es el factor predominante en el movimiento de los ciclones tropicales. La advección de la tormenta por su entorno se puede aproximar mediante el viento promedio calculado a través de una capa profunda de la atmósfera.204,205,206 Para calcular este viento a partir de datos de nivel de presión estándar, es preciso ponderar cada nivel según la masa de la capa que representa. Para el movimiento de los ciclones tropicales, se utiliza principalmente el promedio de los niveles de 850 a 200 hPa, pero se ha demostrado que la elección de la capa a promediar para calcular la advección está levemente relacionada con la intensidad de la tormenta207 y a menudo una capa menos profunda (digamos 850 a 500 hPa) puede estimar la corriente rectora mejor para una tormenta más débil. La advección es claramente un aspecto importante, pero el éxito limitado que se ha obtenido con este enfoque de pronóstico nos ha obligado a considerar otros mecanismos que también contribuyen al movimiento de las tormentas tropicales.

Como el enfoque más directo para estudiar el movimiento de las tormentas consiste en considerar el movimiento causado por el flujo promediado a través de una capa profunda, comenzaremos este estudio con la ecuación de vorticidad potencial barotrópica no divergente. La limitación barotrópica implica suponer que la estructura horizontal de la atmósfera es igual en todos los niveles verticales, de forma que se puede representar por el flujo medio de capa profunda. Por lo tanto, la vorticidad potencial barotrópica se reduce a la componente vertical de la vorticidad absoluta Balance del viento térmico.

La ecuación de vorticidad potencial (VP) barotrópica no divergente se escribe así:

 Ecuación     (9)

donde las variables tienen su significado normal (dado en el apéndice A and y la sección especial 3-1 ). La ecuación (9) significa que la vorticidad absoluta se conserva al seguir el flujo. Ergo, la vorticidad relativa Ecuación en un lugar fijo en la Tierra cambia con el tiempo La vorticidad relativa en un lugar fijo en la Tierra cambia con el tiempo debido a la advección de la vorticidad absoluta Ecuación.

Un análisis de escala de la ecuación (9)208 demuestra que el término más importante es la advección de la vorticidad relativa, Ecuación. Sin embargo, las observaciones indican que si no se toma en cuenta la advección de la vorticidad terrestre , se produce un error en el movimiento de varios metros por segundo y cierto desplazamiento en la dirección de la acción rectora. A lo largo de un pronóstico de 24 horas o más, este error se va acumulando, de forma que también debemos considerar este término, Ecuación, conocido como efecto β, porque β es la variación norte-sur del parámetro de Coriolis.Ecuación

 Ecuación     (10)

8.7 Movimiento de los ciclones tropicales »
8.7.1 El «efecto β» y el efecto «β» ambiental

Además del movimiento de vórtice causado por la acción rectora del flujo a gran escala, la interacción entre el vórtice y el gradiente de vorticidad de fondo de la Tierra,208,209 que se conoce como el efecto-βk o la propagación por los giros β, contribuye al movimiento de los ciclones tropicales. Este componente de propagación del vórtice del movimiento suele ser menor que la acción rectora (a menudo solo a razón de un par de metros por segundo en la velocidad hacia adelante), pero a veces su impacto en la dirección de la tormenta puede alterar sustancialmente su evolución, porque el cambio de dirección puede provocar la interacción de la tormenta con otros fenómenos (otros sistemas atmosféricos, anomalías de TSM, etc.).

Al considerar cómo el movimiento observado de un ciclón tropical difiere del movimiento esperado si las estructuras atmosféricas circundantes estuviesen simplemente empujándolo, es necesario comprender los giros β.l Muchos autores han derivado análisis matemáticos directos que demuestran la física de la formación de los giros β y su impacto en el movimiento de los ciclones tropicales; aquí se incluye un breve resumen de dichos resultados.

  • La propagación (el movimiento que no es producto de la advección) de un ciclón tropical no podría ocurrir sin la variación norte-sur del parámetro de Coriolis.
  • Los vientos giratorios de un ciclón tropical combinados con la variación norte-sur del parámetro de Coriolis inducen asimetrías de vorticidad relativa en el ciclón tropical (fig. 8.60) que denominamos giros β.
  • Debido a que la vorticidad relativa se calcula tomando los gradientes espaciales del vector viento, los cambios de vorticidad deben provocar cambios en el viento. Por tanto, debe haber vientos relacionados con los giros β.
  • El viento del giro β produce un flujo neto a través del centro del ciclón tropical. Por lo general, la deriva β ocurre hacia el noroeste a pocos kilómetros por hora; la velocidad y dirección vienen determinadas por el tamaño y la intensidad del vórtice.210
  • En los estudios de modelado numérico, en un comienzo los giros β se forman en el radio de vientos máximos (RMÁX) del ciclón tropical y tienen una orientación tal que el giro β ciclónico está al este respecto del centro del ciclón, mientras el giro β anticiclónico está a su oeste. Esto es así en ambos hemisferios.
  • Conforme la simulación numérica evoluciona, los giros β se alejan del centro de la tormenta y rotan en sentido ciclónico debido a los vientos rotacionales de la tormenta.
  • Esta posición y orientación final de los giros β produce vientos asociados que causan la propagación del ciclón tropical hacia el polo y hacia el oeste en ambos hemisferios.
  • En la atmósfera real no podemos observar esta evolución de los giros β. En realidad, el desarrollo de los giros β ocurre junto a la evolución del ciclón tropical y su entorno.

Sabemos que el entorno del ciclón tropical varía tanto en la horizontal como en la vertical, por lo cual resulta importante estudiar el movimiento con flujos ambientales más realistas. Los gradientes de vorticidad ambiental cambian la estructura de los giros β y, por tanto, alteran la propagación del ciclón tropical en comparación con la acción rectora.

Representación esquemática de los giros ß producidos por un ciclón tropical en un ambiente tranquilo (es decir, sin flujo ambiental). Los giros se ilustran para ciclones tropicales de los hemisferios norte y sur.
Fig. 8.60. Representación esquemática de los giros β producidos por un ciclón tropical en un ambiente tranquilo (es decir, sin flujo ambiental). Los giros se ilustran para ciclones tropicales de los hemisferios norte y sur.

La simple dinámica barotrópica que acabamos de describir permite comprender la evolución de los «giros β ambientales» en entornos que varían poco en la vertical.177,211,212,213 El impacto causado en los giros β el cambio provocado por el gradiente de vorticidad relativa se ilustra en la figura 8.61.

Representación esquemática del ciclón tropical asimétrico (hemisferios norte y sur calculados sumando el vórtice simétrico y los giros ß.  giros β.
Fig. 8.61. Representación esquemática del ciclón tropical asimétrico (hemisferios norte y sur) calculado para un ciclón tropical simétrico en un entorno más realista con un gradiente de vorticidad relativa diferente de cero, lo cual produce giros β que incluyen los efectos de Coriolis y la vorticidad relativa.

k Es interesante observar que es posible considerar el gradiente de vorticidad de la Tierra como una representación de un segundo vórtice de escala mucho mayor que el ciclón tropical. De esta forma, los resultados que presentamos esta sección se pueden extender tanto al entorno de escala sinóptica como a la interacción de Fujiwhara entre dos o más ciclones tropicales.

l Estos argumentos son muy similares al modelo conceptual usado para explicar la evolución de las ondas de Rossby. Es más, se ha usado la dispersión de las ondas de Rossby para explicar la evolución de los giros β, aunque el tratamiento tradicional de las ondas de Rossby considera un flujo de fondo puramente zonal que produce una propagación hacia el oeste. Aquí es la retroalimentación del vórtice lo que produce el movimiento adicional hacia el polo.

8.7 Movimiento de los ciclones tropicales »
8.7.2 Interacción entre vórtices: el efecto Fujiwhara

Hace más de un siglo que sabemos que los vórtices se desplazan en respuesta a otros vórtices, incluso en ambientes que en lo demás pueden considerarse tranquilos.202,203 En términos dinámicos, se trata de la acción rectora y del efecto β que un vórtice ejerce sobre otro. Algunos estudios observacionales40,214 para el período de 1945 a 1981 han documentado en promedio una interacción entre tormentas binarias 1,5 veces al año en el Pacífico noroccidental y una vez cada tres años214 en el Atlántico Norte. Ocurrió una interacción binaria cuando entre los centros de los ciclones tropicales mediaba una distancia crítica de separación menor de 1300 a 1400 km, que dependía del tamaño de los sistemas en interacción.40,215 En el 70 % de estos casos, uno de los ciclones describió una órbita alrededor del otro en sentido ciclónico a una velocidad orbital que variaba inversamente con la distancia de separación. El movimiento observado de estos ciclones tropicales es una combinación de la rotación en torno al otro vórtice y la acción rectora que ejerce el entorno. Podemos visualizar la rotación mutua entre los dos ciclones tropicales restando el movimiento medio de las dos tormentas del movimiento individual de cada una de ellas (fig. 8.62).

Un análisis exhaustivo de diez casos de interacción entre ciclones tropicales ha creado un marco para describir las interacciones entre las tormentas binarias.216 Si consideramos la trayectoria del par de vórtices relativa al centroide, podemos separar las interacciones entre las dos tormentas en cuatro componentes: i) aproximación y captura, ii) órbita mutua, iii) fusión y iv) escape (fig. 8.62).

Trayectoria relativa al centroide de la interacción entre un par de ciclones tropicales que ilustra las cuatro etapas de interacción entre tormentas: i) aproximación (A) y captura (C); ii) órbita mutua (O); iii) fusión (F) o iv) escape (E) después de la liberación (L).
Trayectoria relativa al centroide de la interacción entre un par de ciclones tropicales que ilustra las cuatro etapas de interacción entre tormentas: i) aproximación (A) y captura (C); ii) órbita mutua (O); iii) fusión (F) o iv) escape (E) después de la liberación (L).
Fig. 8.62. Trayectoria relativa al centroide de la interacción entre un par de ciclones tropicales en el hemisferio norte (a) y sur (b) que ilustra las cuatro etapas de interacción entre tormentas: i) aproximación (A) y captura (C); ii) órbita mutua (O); y iii) fusión (F) o iv) escape (E) después de la liberación (L).

8.7 Movimiento de los ciclones tropicales »
8.7.3 Otros factores que afectan el movimiento de los ciclones tropicales

En nuestra discusión de la estructura de los ciclones tropicales, consideramos varias medidas empleadas para describir la estructura radial del campo rotacional del viento (fig. 8.13)33 como (1) la intensidad (vientos máximos en la superficie), (2) la fuerza (viento promedio en un anillo externo a la pared del ojo) y (3) el tamaño.

La fuerza es una medida de la variación de la rotación del viento con el radio, o sea, la forma del perfil. Sabemos intuitivamente que una tormenta cuyos vientos intensos se extienden a gran distancia va a ser más devastadora que otra en la cual la intensidad de los vientos baja rápidamente con la distancia. Dichos vientos intensos corresponden a un mayor grado de estabilidad inercial (sección 8.2.3.2) y, por tanto, son indicativos de un ciclón tropical que es más resistente a los efectos ambientales.99 En casos extremos, como supertifón Tip de 1979 (sección especial 8-3),27 esto puede significar que la tormenta genera su propia corriente rectora y los sistemas atmosféricos a su alrededor no predominan sobre su movimiento. Sin embargo, estas situaciones son muy poco frecuentes. Más común es el aumento en la estabilidad inercial que sigue cuando el aumento en la intensidad minimiza el impacto sobre la tormenta de la fuerte cizalladura vertical u horizontal del viento.

La relación entre el movimiento y la fuerza de un ciclón tropical suele ser más estrecha cuando se evalúa la fuerza a un radio de 3 a 5 grados de latitud (es decir, aproximadamente 300 a 500 km).206,207 Es más, la velocidad de propagación del ciclón tropical aumenta y su dirección210 tiene una componente más pronunciada hacia el oeste a medida que aumenta la fuerza de la tormenta. El tamaño de un ciclón tropical también está relacionado con su velocidad de propagación, aunque no con su dirección de propagación: los ciclones tropicales más grandes exhiben velocidades de propagación mayores que las tormentas más pequeñas.98,210,217,218

Entonces, eso significa que las tormentas más intensas también deben desplazarse más rápido, ¿verdad?¡NO! La relación entre la intensidad de la tormenta y su movimiento es débil e indirecta. Un estudio de los ciclones tropicales en la región australiana demostró que la intensidad de los ciclones tropicales está vinculada con la capa sobre la cual los vientos ambientales desplazan la tormenta,207 aunque no se ha identificado ningún vínculo importante entre la propagación y la intensidad de los ciclones tropicales.210

Finalmente, la variación vertical tanto en el ciclón tropical como en su entorno significa que su movimiento no es estrictamente lo que podría anticiparse a partir de la dinámica barotrópica. La cizalladura vertical del viento puede alterar la distribución de la convección en el ciclón tropical. Esto puede producir un efecto de retroalimentación que altera la estructura de la tormenta y, en consecuencia, en su movimiento.

En resumen, un ciclón tropical se mueve gracias a una combinación de la advección por acción de los vientos troposféricos medios de su entorno y la propagación provocada por los gradientes de vorticidad de la Tierra y su entorno (lo cual incluye cualquier otro ciclón tropical en interacciones de Fujiwhara), así como por las variaciones en el movimiento debidas a la cizalladura horizontal y vertical del viento. La estructura del ciclón tropical (su tamaño y estabilidad inercial) influyen en cómo la tormenta responde frente a todos estos factores que contribuyen a sus movimientos: las tormentas más grandes tendrán un componente de propagación del movimiento más grande; las tormentas más fuertes mostrarán una desviación mayor entre la dirección de la advección y su movimiento; y la altura de la troposfera elegida para calcular la advección ambiental de la tormenta guarda poca relación con la intensidad de la tormenta.

8.8 Impactos ambientales y sociales

Los ciclones tropicales son los sistema atmosféricos tropicales más peligrosos y nos amenazan con fenómenos tales como vientos intensos, marejada ciclónica, olas impulsadas por el viento, lluvias fuertes e inundaciones, tornados y rayos, entre otros.219,220,221 El impacto de los ciclones tropicales se puede categorizar en términos de impacto directo o indirecto (secundario).222 Los impactos directos incluyen erosión costera por la marejada ciclónica y destrucción de infraestructura por acción del viento. Algunos ejemplos de los impactos indirectos son las enfermedades asociadas con la contaminación del agua, los aumentos en el precio de petróleo causados por los daños que sufren las plataformas marinas y el cierre de las refinerías, y los incendios provocados por la caída de líneas de alta tensión. Las pérdidas económicas causadas por daños en cultivos y zonas pesqueras donde la población depende de estas actividades para su sustento, el estrés posterior al desastre40 y los aumentos en el costo del seguro constituyen efectos indirectos a largo plazo. Los ciclones tropicales siguen siendo amenazas importantes para la sociedad, especialmente con el crecimiento acelerado de las poblaciones costeras, una tendencia constante en muchos lugares del mundo.137

8.8 Impactos ambientales y sociales »
8.8.1 Marejada ciclónica y olas impulsadas por el viento

«La evidencia disponible indica que siempre que un ciclón tropical provoca una alta tasa de mortalidad, la causa predominante de muerte es el ahogamiento, no la acción del viento o de los objetos arrastrados por el viento, ni los colapsos estructurales.» Rappaport y Fernandez-Partagas (1995)

A nivel mundial, la marejada ciclónica es el peligro directo de los ciclones tropicales que provoca más pérdida de vidas.220,223 La marejada ciclónica es la acumulación de un gran domo o cúpula de agua de 75 a 150 km de anchura que invade la costa cerca del lugar donde el huracán llega a tierra. En su punto de mayor profundidad puede medir hasta 5 metros (fig. 8.63). La mayor pérdida de vidas documentada a causa de un ciclón tropical ocurrió en noviembre de 1970, cuando más 300 000 personas fallecieron en las inundaciones costeras provocadas por un ciclón que arremetió contra Bangladesh (sección especial 8-10).

Modelo conceptual de la marejada ciclónica
Fotografía un buque depositado sobre tierra firme por la marejada ciclónica
Fig. 8.63. Modelo conceptual de la marejada ciclónica y fotografía un buque depositado sobre tierra firme por la marejada ciclónica.

8.8 Impactos ambientales y sociales »
Sección especial 8-10 Las tormentas más mortíferas: los ciclones de Bangladesh de 1970 y 1991

El desastre de 1970, el ciclón Bhola

Imagínese, si puede, levantarse una mañana para descubrir que fallecieron entre 300 000 y quizás hasta 500 000 de sus compatriotas. Esto ocurrió de verdad, y no en una época remota. Este desastre inconcebible ocurrió el 12 de noviembre de 1970, cuando la tormenta que ahora conocemos como ciclón Bhola tocó tierra in Bangladesh.

El ciclón mortífero Bhola se formó sobre el golfo de Bengala central el 8 de noviembre de 1970
Fig. 8SE10.1. El ciclón se formó sobre el golfo de Bengala central el 8 de noviembre de 1970. A medida que viajaba hacia el norte se intensificó hasta que alcanzó su pico con vientos sostenidos de 10 minutos de 50 m s−1 (185 km h−1; categoría 3 en la escala Saffir-Simpson) y una presión central mínima de 966 hPa, el 12 de noviembre de 1970.

La noche del 12 de noviembre de 1970, la tormenta tocó tierra en la costa de Pakistán Oriental (el Bangladesh actual). Muchas de las islas junto a la costa fueron arrasadas por la marejada ciclónica. La ciudad de Tazumuddin (en el distrito de Bhola de Bangladesh) sufrió las pérdidas más fuertes: la tormenta mató a más del 45 % de la población de 167 000 personas. La combinación de la lluvia intensificada por la topografía montañosa y la marejada ciclónica es mortífera en las áreas bajas del norte del golfo de Bengala.

Mapas físicos de la región del océano Índico Norte que muestran la posición de Bangladesh en la región del delta circundada por terreno de montaña.
Mapas físicos de la región del océano Índico Norte que muestran la posición de Bangladesh en la región del delta circundada por terreno de montaña.
Fig. 8SE10.2. Mapas físico y político de la región del océano Índico Norte (vista amplia arriba, detalle abajo) que muestran la posición de Bangladesh en la región de un delta circundado por terreno de montaña.

El desastre de 1991, el ciclón de Chittagong

Ciclón tropical 02B a las 1900 UTC, del 29 de abril de 1991.
Fig. 8SE10.3. Ciclón tropical 02B a las 1900 UTC, del 29 de abril de 1991.

El ciclón tropical 02B llegó a tierra en Chittagong, Bangladesh el 29 de abril de 1991 aproximadamente a las 1900 UTC. El saldo oficial para esta tormenta fue de 138 000 víctimas. Lo daños se estimaron en más de 1500 millones de USD de 1991. La región costera fue completamente destrozada por el viento que alcanzó valores medios de un minuto en la superficie de más de 72 m/s (260 km h−1). La región costera fue completamente destrozada por el viento que alcanzó valores medios de un minuto en la superficie de más de 72 m s−1 (260 km h−1), una presión mínima de 898 hPa (categoría 5 en la escala Saffir-Simpson) y una marejada ciclónica que alcanzó 6,1 metros. Sin embargo, como demostró la tormenta Bhola en 1970, el saldo mortal hubiera podido ser mucho mayor. La evacuación de entre 2 y 3 millones de residentes de las zonas costeras logró mitigar el número de muertes, pese a que en 1991 la tormenta fue el desastre natural más grande a nivel mundial. La importancia de la evacuación y la disponibilidad de lugares donde refugiarse fue demostrada de forma aún más drástica cuando una potente tormenta de categoría 4, el ciclón Sidr, tocó tierra el 15 de noviembre de 2007. El saldo de víctimas se calculó en poco más de 3000 personas, una cantidad pequeña comparada con los cientos de miles de muertes provocadas por los ciclones anteriores. Aunque los daños fueron muy costosos y la destrucción afectó a casi 9 millones de personas, la mejor planificación redujo las muertes en dos órdenes de magnitud.225

El éxito relativo que se ha logrado en Bangladesh contrasta enormemente con las fuertes pérdidas de vida que ocurrieron en Burma (Myanmar) debido a la marejada ciclónica y las inundaciones provocadas por ciclón Nargis en mayo de 2008. El 21 de julio, el saldo oficial indicaba que 84 530 personas habían fallecido; el saldo extraoficial es considerablemente más alto.

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8.8.2 Inundaciones y deslizamientos

Los ciclones tropicales son uno de los fenómenos más prolíficos en cuanto a producción de lluvia y la reacción de la superficie del suelo a las lluvias fuertes es uno de sus aspectos más mortíferos. La lluvia de los ciclones tropicales provoca inundaciones repentinas, inundaciones fluviales, inundaciones urbanas y deslizamientos. Uno de los huracanes más mortales de la última década fue Mitch (1998), que mató a más de 10 000 personas cuando una semana de lluvia provocó deslizamientos que sepultaron pueblos enteros (sección especial 8–4.

Los huracanes no son los únicos sistemas que causan inundaciones importantes. Una tormenta tropical débil también puede causar muertes y daños catastróficos. Un ejemplo reciente es la tormenta tropical Allison (2001), que produjo más de 915 mm de lluvia en cinco días, causó 22 muertes, dañó más de 48 000 casas y provocó daños por un total de más de 5000 millones de USD en Texas y los estados vecinos.

(a) Trayectoria de tormentas tropicales Isidore y Lili (2002); (b) inundaciones en Maggotty, sudoeste de Jamaica, 30 de septiembre de 2002.
Fig. 8.65. Trayectoria de tormentas tropicales Isidore y Lili (2002) (izquierda); inundaciones en Maggotty, sudoeste de Jamaica, 30 de septiembre de 2002 (derecha).

La cantidad, el alcance y el impacto de las inundaciones causadas por una tormenta tropical depende de los siguientes factores:

  • Precipitación antecedente: El suelo saturado presenta un mayor potencial de inundación que el suelo seco. Un ejemplo de esto es el caso que ocurrió en Jamaica en 2002. La isla estuvo sometida a lluvias fuertes a medida que el ojo de la tormenta tropical Isidore pasaba al sur entre el 17 y el 24 de septiembre. Apenas tres días más tarde, la tormenta tropical Lili pasó al norte y provocó más lluvias fuertes entre el 27 y el 30 de septiembre (fig. 8.65). Las dos tormentas marcaron muchos récords de lluvia; muchos lugares recibieron más del 600 % de la lluvia normal para septiembre. Otro ejemplo se dio en América Central, donde Mitch (1998) arremetió casi al final de la temporada de lluvias, cuando el suelo estaba saturado.
  • Velocidad de movimiento del ciclón: Cuanto más lento el movimiento, tanto más fuertes las posibles inundaciones.
  • Intensificación orográfica: El levantamiento adicional del aire húmedo por terreno alto produce más precipitación.
  • Intensificación por forzamiento sinóptico: La interacción del ciclón con sistemas sinópticos de latitudes medias a veces puede intensificar la baja presión y aumentar la precipitación. Un ejemplo excelente es huracán Agnes (1972), cuya interacción con una vaguada de latitudes medias provocó inundaciones fluviales en una gran zona del nordeste de EE.UU. (fig. 8.66). Los daños materiales causados por las inundaciones provocadas por Agnes en el interior alcanzaron un valor de 3500 millones de USD, en comparación con los 10 millones provocados por su llegada a tierra en Florida.
  • Hidrología: Las cuencas fluviales estrechas se inundan más fácilmente que las cuencas más anchas y planas. La confluencia de varios ríos también puede empeorar las inundaciones. Bangladesh es uno de los lugares más vulnerables a las inundaciones porque es el lugar de confluencia de varios ríos importantes en la boca del golfo de Bengala.
  • Uso del suelo: Los entornos urbanos son más susceptibles a las inundaciones repentinas porque producen más escorrentía y canalización, lo cual acelera el movimiento del agua en la superficie. Las laderas desnudas son más susceptibles a deslizamientos, porque no cuentan con la acción estabilizadora del suelo de las raíces de las plantas.
  • Otros factores geográficos: Las inundaciones también se ven afectadas por el tipo de suelo. Los suelos de infiltración lenta producen más escorrentía e inundaciones.
Interacciones entre Agnes y una vaguada de latitudes medias. «A» marca el máximo de lluvia a lo largo del frente al norte de Agnes y «B» marca el máximo de lluvia en el cuadrante delantero derecho de Agnes. (b) Foto de zonas inundadas en Pensilvania (EE.UU.), a más de 1500 km de distancia de donde Agnes tocó tierra.
Fig. 8.66. (a) Interacciones entre Agnes y una vaguada de latitudes medias. «A» marca el máximo de lluvia a lo largo del frente al norte de Agnes y «B» marca el máximo de lluvia en el cuadrante delantero derecho de Agnes. (b) Foto de zonas inundadas en Pensilvania (EE.UU.), a más de 1500 km de distancia de donde Agnes tocó tierra.

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8.8.3 Vientos intensos y tornados

Debido al impacto devastador y mortal de los vientos intensos (fig. 8.67), la velocidad del viento es un parámetro esencial en la definición de las tormentas tropicales. La escala de Saffir fue creada para brindar una guía que permitiera juzgar el efecto de los vientos intensos (sección especial 8-3).

Tabla clavada en el tronco de una palmera por el viento de un ciclón tropical.
Fig. 8.67. Tabla clavada en el tronco de una palmera por el viento de un ciclón tropical.

Además de los vientos intensos asociados con la llegada a tierra de un ciclón tropical, se generan vientos muy intensos en los tornados que a veces acompañan las tormentas tropicales. Cuando un ciclón tropical llega a tierra, la velocidad de los vientos en la superficie baja más rápidamente que la de los vientos en altura, lo cual crea la cizalladura vertical del viento que permite la formación de tornados. En el hemisferio norte, la mayoría de los tornados se forman en el cuadrante delantero derecho del ciclón; en el hemisferio sur, esto ocurre en el cuadrante delantero izquierdo. La mayoría de los tornados se observan en las bandas de lluvia externas,226 donde la cizalladura vertical del viento es favorable. Los tornados en el núcleo interno intenso son el producto de mesovórtices de la pared del ojo.227

En EE.UU., los huracanes en fase de recurvatura hacia el nordeste tenían mayores probabilidades de producir tornados que los huracanes que se desplazaban hacia el oeste, posiblemente por la intensificación de la cizalladura en los niveles bajos causada por una vaguada en el nivel de 500 hPa.228

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8.8.4 Rayos

Los rayos provocados por las tormentas tropicales constituyen un pequeño porcentaje de las descargas atmosféricas a nivel mundial. Las tormenta tropicales suelen producir las descargas eléctricas en las bandas de lluvia convectiva externas.229,230,231 Con frecuencia, la mayor densidad de relámpagos se registra en el lado oriental de la tormenta (figura 8.68, por ejemplo).

Relámpagos y reflectividad radar del huracán Charley (2004). La mayor cantidad de relámpagos ocurre en las bandas de lluvia al nordeste del ojo, sobre Florida central. (Cortesía de NOAA/NWS en Melbourne, Florida).
Fig. 8.68. Relámpagos y reflectividad radar de huracán Charley (2004). La mayor cantidad de relámpagos ocurre en las bandas de lluvia al nordeste del ojo, sobre Florida central. (Cortesía de NOAA/NWS en Melbourne, Florida).

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8.8.5 Impactos de la transición extratropical

Como vimos en la sección 8.5, los ciclones que pasan por la transición extratropical pueden debilitarse inicialmente a medida que pasan a la región extratropical, pero son capaces de volver a intensificarse y transformarse en borrascas de latitudes medias que a veces son más intensas que cuando eran ciclones tropicales (como, por ejemplo, huracán Irene, en 1999) y a menudo se desplazan a velocidades de 15 a 20 m s−1 (54 a 72 km h−1). Estos intensos fenómenos meteorológicos pueden persistir por mucho tiempo después de que el ciclón se haya dejado de considerar una «tormenta tropical». El vestigio del ciclón tropical también puede constituir una fuente de mayor contraste térmico propicia para el desarrollo posterior de una tormenta intensa de latitudes medias. La gran velocidad de desplazamiento, la amplia zona de vientos de temporal fuerte, la zona asimétrica de precipitación intensa y las alturas de olas oceánicas potencialmente extremas asociadas con los eventos de transición extratropical constituyen grandes retos de pronóstico (sección 8.8.1).

Debido a la estructura cambiante de un sistema en transición extratropical en comparación con el ciclón tropical original que lo engendró, el área de vientos destructivos es mucho mayor y suele estar confinada a la derecha del ciclón en el hemisferio norte (a la izquierda en el HS) cuando se mira la tormenta hacia su dirección de movimiento. La región de lluvias es también más grande y se halla en el lado opuesto respecto de los vientos más intensos.

8.8 Impactos ambientales y sociales »
8.8.6 Mitigación de riesgos

Las catástrofes como las provocadas por los ciclones de Bangladesh, ciclón tropical Nargis y huracán Katrina subrayan la necesidad de tomar medidas de mitigación que consideren los aspectos tanto físicos como sociales de los ciclones tropicales. La mitigación de riesgos es un esfuerzo multifacético que implica planificación a largo plazo (educación, reglamentos de construcción y zonificación) y a corto plazo (respuesta al eventos inmediato y el período posterior). La mitigación de los impactos de los ciclones tropicales incluye mejorar los pronósticos de estas tormentas, comprender la fuente y distribución de la vulnerabilidad social, entender el impacto a largo plazo de los cambios en el ambiente costero (como la destrucción de las marismas), actualizar los mapas de llanuras aluviales, estudiar y/o revisar los planes de uso del suelo y los códigos de construcción y crear sistemas de alerta diseñados para alcanzar todos los segmentos de la población. Uno de los retos de la mitigación de los efectos de los ciclones tropicales es el hecho de que el ámbito de responsabilidad de los distintos aspectos involucrados (alertas, educación, zonificación, recuperación, etc.) está distribuido a través de una multitud de niveles y departamentos gubernamentales que varían de país en país y región en región: no hay una estrategia única que se pueda aplicar a todas las situaciones relacionadas con los ciclones tropicales.

El éxito de los esfuerzos de mitigación mediante la educación del público sobre los riesgos de las tormentas tropicales quedó claro cuando el ciclón Sidr, una tormenta de categoría 4, tocó tierra en Bangladesh el 15 de noviembre de 2007. En contraste con los cientos de miles de muertes que habían sido la norma durante ciclones de magnitud similar en el pasado, solo fallecieron unos cuantos miles de personas.232 Desgraciadamente, los esfuerzos por mitigar la mortalidad en la marejada ciclónica han producido resultados poco uniformes en la zona del golfo de Bengala, como demuestra la tremenda pérdida de vidas que ocurrió cuando el ciclón tropical Nargis llegó a tierra en Burma (Myanmar) el 2 de mayo de 2008 (sección especial 8–10). En los EE.UU., las campañas de educación del público sobre las inundaciones en el interior comenzaron con la conciencia de que entre 1970 y 1999 las inundaciones de agua dulce provocadas por los ciclones tropicales habían sido la causa principal de muerte en relación con los huracanes en el país.233

La evacuación oportuna antes de la llegada de la marejada ciclónica ha logrado reducir la pérdida de vidas causada por los ciclones tropicales. Sin embargo, la evacuación es un problema complejo para el personal de las instituciones públicas y la población general. ¿Se le ocurren algunos de los asuntos que hay que considerar? Por ejemplo, ¿en qué situaciones no sería posible o aconsejable proceder con una evacuación?

(Escriba su respuesta en el campo siguiente.)

Explicación

Entre otros, las evacuaciones implican los siguientes aspectos: En las islas pequeñas, los residentes deben refugiarse en el lugar, a diferencia de las regiones continentales, donde los residentes de las zonas costeras pueden irse a buena distancia en el interior. Las evacuaciones son costosas y si la tormenta no produce ningún impacto, esa pérdida es irrecuperable. No es aconsejable evacuar una zona si el tiempo disponible es mayor que el tiempo de llegada anticipado por el pronóstico o si es imposible pasar por las rutas de evacuación. A menudo los límites trazados en los mapas de evacuación no reconocen la diferencia entre lo que constituye mera molestia (agua estancada poco profunda) y peligro mortal (agua que se mueve, que puede causar ahogamiento). La evaluación de esas diferencias podría reducir el número evacuaciones innecesarias. La incertidumbre inherente en el pronóstico hace que las decisiones en torno a las evacuaciones sean aún más difíciles.

Los boletines de alerta y las órdenes de evacuación son las estrategias de mitigación empleadas inmediatamente antes de que un ciclón tropical choque con un determinado lugar. Para que un sistema de alerta sea eficaz, requiere la integración de tecnologías de vigilancia, así como planes, procedimientos y personal de evacuación. Sorensen234 estudió el funcionamiento de varios sistemas de alerta a lo largo de veinte años e identificó varios factores importantes que determinan la respuesta deseada frente a un boletín de alerta o una orden de evacuación. La respuesta se vio afectada más a menudo por señales o indicaciones físicas (p. ej., imágenes del tamaño y la intensidad de la tormenta); la proximidad al peligro; la experiencia con los peligrosm y factores sociales (p. ej., cuando un vecino en quien confiamos decide evacuar). La mitigación se debe concebir como un proceso en constante fase de ajuste y mejora.

m Por ejemplo, la experiencia con huracán Camille convenció a algunos residentes en la costa a escapar frente de la llegada del huracán Katrina, a diferencia de otros que optaron por quedarse porque habían sobrevivido a Camille).

Temas de enfoque

Temas de enfoque »
Lista de temas de enfoque

Sección especial 1: Ciclón tropical Ingrid, 3 al 16 de marzo de 2005

Sección especial 2: Los ciclones tropicales más intensos

Sección especial 3: Huracán Mitch (1988): tormenta devastadora en América Central

Sección especial 4: Catarina, un descomunal ciclón tropical en el Atlántico Sur (2004)

Sección especial 5: Ciclón tropical severo Gonu (2007)

Sección especial 6: Estaciones de ciclones tropicales más activas en el mundo

Sección especial 7: Las tormentas más mortíferas

Temas de enfoque »
Enfoque operativo

Por qué pronosticamos los ciclones tropicales

Distribución y observación mundial de los ciclones tropicales

Estructura de los ciclones tropicales

Ciclogénesis tropical

¿Sobrevivirá el vórtice del ciclón tropical?

Intensidad de los ciclones tropicales

Teledetección de los ciclones tropicales con radar y satélites

Climatología de los ciclones tropicales

Movimiento de los ciclones tropicales

Transición extratropical (TE)

Impactos de los ciclones tropicales

Mitigación de los riesgos de los ciclones tropicales

Resumen

Los ciclones tropicales afectan aproximadamente la mitad del globo y más de la mitad de la población de la Tierra. Conocer las condiciones ambientales de gran escala necesarias para la ciclogénesis tropical nos ayuda a comprender la distribución de estas tormentas en diferentes partes del mundo. Entender los procesos de transición tropical y extratropical nos permite comprender las fuentes de actividad de las tormentas tropicales en otras regiones. Las teorías de intensidad potencial (IP) constituyen una guía de la intensidad máxima probable de un ciclón tropical, pero el efecto de los factores ambientales asegura que muy pocos ciclones tropicales alcanzarán su IP. La distribución tridimensional de sus viento rotacionales produce vórtices de núcleo cálido inercialmente estables. Esta estabilidad inercial aísla en cierta medida al ciclón tropical de los forzamientos ambientales, pero la estabilidad inercial provee un menor grado de protección a los ciclones tropicales débiles con el flujo saliente en la región de la troposfera superior. Los impactos sociales de los ciclones tropicales pueden ser devastadores y de gran alcance, motivo por el cual captan nuestra atención e inspiran el estudio continuo de la atmósfera.

Apéndice A: Símbolos principales

θe temperatura potencial equivalente (K)
Ecuación número de Rossby (adimensional)
V velocidad escalar del viento (m s−1)
L longitud escalar (m)
f = 2Ω sin(φ) componente vertical del parámetro de Coriolis (−1)
Ω velocidad de rotación de la Tierra = 7,292×10−5 (s−1)
φ latitud (radianes)
Ecuación gradiente latitudinal del parámetro de Coriolis (s−1 m−1)
a radio de la Tierra = 6,37×106 (m)
fo valor de referencia del parámetro de Coriolis, f, en la latitud φo (s−1)
I2 = (ζ+fo)(fo+v/r) estabilidad inercial
ζ componente vertical de la vorticidad relativa
v velocidad rotacional del viento
r radio
Ecuación viento térmico
Ecuación viento geostrófico
pA presión arriba
pB presión abajo
R constante universal de los gases = 287 J kg−1 K−1
g constante de gravedad (m s−2)
B parámetro de espacio de fases del ciclón, EFC (asimetría térmica)
VTL parámetro de espacio de fases del ciclón, EFC (viento térmico de la troposfera inferior)
VTU parámetro de espacio de fases del ciclón, EFC (viento térmico de la troposfera superior)
Ecuación radio de deformación de Rossby (m)
(u, v) promedios simétricos de las componentes del viento cilíndrico
(u′, v′) componentes asimétricos del viento cilíndrico
Ecuación temperatura potencial equivalente de saturación
Ecuación momento angular absoluto específico (m2 s−1)
Ecuación vector radio del eje de rotación de la Tierra
r distancia al eje de rotación de la Tierra para esta aplicación (m)
Ecuación velocidad absoluta (movimiento de la Tierra más el viento) (m s−1)
Ecuación componente vertical de vorticidad absoluta (s−1)
Ecuación derivada lagrangiana (total) («siguiendo el flujo»)
Ecuación derivada euleriana (en un lugar fijo)
Ecuación advección de la componente vertical de la vorticidad absoluta
Ecuación viento total separado en componentes simétrico y asimétrico
Ecuación viento total separado en simétrico, ambiente, giros

Preguntas de repaso

  1. Identifique cinco partes de los ciclones tropicales y dónde esperaría encontrarlas respecto del centro de la tormenta en la superficie.
  2. Enumere seis condiciones necesarias pero no suficientes que deben existir en el ambiente a gran escala para que ocurra la ciclogénesis tropical.
  3. Resuma las seis condiciones que acaba de enumerar en dos limitaciones físicas necesarias para lograr la ciclogénesis.
  4. Describa la distribución espacial y estacional media de los ciclones tropicales (climatología global) respecto de estas «condiciones necesarias pero no suficientes».
  5. Identifique (a) dos fenómenos intraestacionales y (b) dos fenómenos interanuales o interdecenales que modulan la actividad de ciclones tropicales. En el contexto de «condiciones necesarias pero no suficientes» para la ciclogénesis, explique cómo un fenómeno de la categoría (a) y uno de la categoría (b) lleva a variaciones de la climatología media de ciclones tropicales.
  6. Identifique cuatro perturbaciones incipientes potenciales que pueden conducir a la ciclogénesis tropical.
  7. ¿Puede la ciclogénesis tropical ocurrir sin una perturbación incipiente? Explique su respuesta.
  8. Identifique y describa las seis posibles etapas del ciclo de vida de un ciclón tropical. Dos de ellas pueden no manifestarse en el ciclo de vida de un ciclón tropical individual: ¿cuáles son?
  9. Utilice técnicas de teledetección satelital para describir cómo podría detectar cambios en la intensidad y estructura de los ciclones tropicales.
  10. Describa el proceso de evolución de una perturbación tropical incipiente a un ciclón tropical intenso.
  11. ¿En qué difiere la evolución de un ciclón subtropical (transición tropical) de la respuesta que acaba de dar?
  12. Explique cómo la dinámica del núcleo interno puede conducir a cambios en la estructura e intensidad del ciclón.
  13. Defina el concepto de intensidad potencial (IP).
  14. Las dos teorías principales sobre la intensidad potencial son CISK y WISHE. ¿Cuál es la distinción clave en las suposiciones fundamentales de CISK y WISHE?
  15. ¿Por qué no todos los ciclones tropicales alcanzan el nivel de ciclón tropical severo? En su explicación haga referencia a las teorías de IP y los patrones climatológicos de flujo atmosférico de las regiones tropicales del mundo.
  16. ¿Qué características exhiben los ciclones tropicales que pasan por la transición extratropical?
  17. ¿Qué tipo de apoyo ambiental se necesita para la transición extratropical?
  18. Describa varios mecanismos que llevan a la transición extratropical.
  19. Describa los mecanismos que afectan el movimiento de los ciclones tropicales. Considere los impactos del ambiente de la tormenta, incluida la existencia de múltiples tormentas.
  20. Describa los riesgos que presentan los ciclones tropicales, especialmente los del momento de llegada a tierra (marejada ciclónica, lluvias fuertes e inundaciones, vientos intensos, tornados, olas oceánicas) y explique los mecanismos básicos de cada tipo de riesgo.

Prueba

También puede tomar la prueba y enviarle los resultados a su profesor.

Esbozos biográficos

Dr. William M. Gray

«Sigue siendo alto y flaco, como en los años cuarenta, cuando jugaba al béisbol en la secundaria en Washington. Es él que todos los años pronostica cuántos huracanes se formarán en la próxima temporada de tormentas tropicales. Ha contribuido a la formación de decenas de científicos.» The Washington Post (26 de mayo de 2006)

William M. (Bill) Gray es Profesor Emérito de Ciencias Atmosféricas en la Universidad Estatal de Colorado (Colorado State University). Quizás los entusiastas de huracanes lo reconozcan precisamente por sus pronósticos estacionales de huracanes, pero en su carrera científica se ha ocupado de todos los aspectos de los ciclones tropicales, desde su génesis y movimiento hasta su variabilidad climática. El uso astuto que hizo de las observaciones le permitió aclarar la ciclogénesis y la climatología tropical, así como la evolución de la estructura de las tormentas y la intensidad y el movimiento de los ciclones tropicales. A lo largo de una carrera de casi 40 años ha asesorado a numerosos estudiantes y colegas, lo cual contribuyó a extender aún más su huella en el campo. Los acontecimientos del Dr. Gray han sido ampliamente reconocidos, hasta con los premios Jule L. Charney y Banner I. Miller de la American Meteorological Society.

Al comienzo de su carrera, el profesor Gray trabajó como pronosticador en la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Recibió el doctorado por la Facultad de Geofísica de la Universidad de Chicago en 1964 y ha integrado el profesorado de la Facultad de Ciencias Atmosféricas de Colorado State University desde el año 1961. Bill Gray es miembro honorario de la American Meteorological Society.

Dr. Kerry A. Emanuel

«He aquí, la tempestad del Señor ha salido con furor, un torbellino impetuoso descargará sobre la cabeza de los impíos.» Jeremías, 23-19.

Con esta cita bíblica comienza The Divine Wind (El viento divino), el estudio completo de la historia y nuestro entendimiento científico de los huracanes escrito por Kerry Emanuel, Profesor de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias (Program in Atmospheres, Oceans, and Climate) del Instituto Tecnológico de Massachusetts (Massachusetts Institute of Technology, MIT). El Dr. Emanuel recibió el doctorado por MIT en 1978 y luego se incorporó al cuerpo docente de UCLA. Algunos años más tarde regresó a MIT, pero ahora como profesor. Los aportes del Dr. Emanuel a la comprensión de los ciclones tropicales son enormes e incluyen el desarrollo constante, el análisis riguroso y la mejora de una teoría de la máxima intensidad potencial de los ciclones tropicales, así como el estudio de los mecanismos de selección de escala en los trópicos, la convección tropical y los impactos del cambio climático en los huracanes. Su teoría de la intensidad potencial de los ciclones tropicales ha creado el marco que nos permite considerar los impactos del cambio climático en los ciclones tropicales. El Dr. Emanuel ha contribuido al desarrollo profesional de muchos jóvenes científicos y es el autor (o coautor) de más de 100 artículos publicados y reseñas, así como de tres libros. Entre los galardones y premios que ha recibido, cabe mencionar el premio Meisinger y la medalla de investigación Carl-Gustaf Rossby de la American Meteorological Society.

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