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Los cirros espesos, como los que se desarrollan sobre el núcleo de las tormentas, son opacos a la radiación infrarroja emitida por la Tierra. Por lo tanto, el satélite detecta únicamente la radiación emitida desde las cimas de las nubes. Puesto que a 10,7 μm la emisividad de estas nubes se acerca a 1, la temperatura de brillo percibida en el canal de 10,7 μm es un buen indicador de la temperatura de la superficie de las nubes.
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