El ojo de un huracán puede estar sin nubes en tormentas muy fuertes o puede estar nublado en tormentas más débiles o menos organizadas. En ambos casos, en el ojo los vientos y la lluvia son débiles y las condiciones son apacibles. El ojo de un huracán puede medir entre 25 y 50 kilómetros de diámetro. No obstante, la pared de tormentas que rodea el ojo suele ser la parte más intensa de un huracán. Los vientos y lluvias más fuertes se producen en la pared.
Como se muestra en las siguientes imágenes, el aire húmedo y cálido fluye de la superficie del océano hacia la pared del ojo subiendo en espiral en contra de las agujas del reloj hacia la parte alta del huracán.
Luego, parte de este aire se hunde dentro del ojo, desde los niveles más altos del huracán hacia abajo, hasta la superficie. El movimiento hacia abajo calienta y seca el aire, creando condiciones de tiempo calmo y despejado dentro del ojo.
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